TÍTULO DE
COLUMNA: EL EQUILIBRIO DEL TREN
Por: Jorge M.
Mosquera Longueira
Al igual que la disciplina es uno de los valores
fundamentales y un soporte en el que se sostiene la institución militar, la
disciplina de partido se ha utilizado y se utiliza en política como norma
avisadora a sus incumplidores que su inobservancia supondrá “no salir en la
foto”. Esta técnica, utilizada en política, “manu militari”, permite defender cualquier cosa sin necesidad de
que la verdad ocupe un mínimo espacio en la conciencia del que lo expresa. Se
utiliza la disciplina de partido cuando hay que defender algo que va en contra
de los más mínimos criterios de conciencia o realidad. En contra de una mínima
relación entre razón y autenticidad.
Aunque los más bravos dicen que no existe tal
institución, qué se vota y actúa en conciencia, no nos faltan ejemplos de su
funcionamiento. Uno de los que pasará a los libros es el de la vicepresidenta Calvo
diciendo que cuando el presidente dijo que había rebelión en el asuntillo de la
declaración de independencia de Cataluña, lo fue antes de que fuera presidente
y que ahora puede decir otra cosa. Quien da más. La Administración Autonómica
no le va a la zaga. Declara el señor Tudanca, secretario general del PSOECyL, que
es necesario un pacto fiscal para recaudar de forma más justa. Será por eso el
gobierno tiene prevista una tasa para quien tenga el lujo de un vehículo diesel,
o el pago de peaje en autovías
nacionales. Nos dice que han presentado un pacto social y valiente para no
seguir maltratando nuestra educación, pero resulta que han pretendido hacer la
octava o novena modificación de la Ley Orgánica de Educación sin acuerdo con
las fuerzas constitucionalistas. Lo mejor es cuando dice que el según el PSOE,
el impuesto AJD de las hipotecas nunca más lo volverán a pagar los ciudadanos,
olvidando que ese impuesto lo inició el PSOE en 1993. Pero para esto de votar
en contra de lo que se piensa, la Administración local se lleva la palma. El
portavoz de Imagina Burgos en la Diputación de Burgos, señor Manjón, votó en
contra de mantener la concesión petrolífera en su pueblo natal, Ayoluengo. Pero
cuando el PP votó a favor y mantuvo la concesión consiguiendo anular esa misma
moción, aplaudió y echó una lagrimilla de agradecimiento a sus enemigos
políticos. Vamos, vamos.
Señores políticos: la objeción de conciencia
política existe. La pena es que, su uso, obliga a los políticos a pensar y
actuar en consecuencia sin obligación de obedecer o atender a aquello que vaya
en contra de sus propios principios.
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