miércoles, 26 de julio de 2017

La institución del Gorrilla.


Hace ya años cuando la, ahora vibrante, plaza de la Catedral era navegable y en las zonas céntricas se montaban unos pollos del siete, la única figura que salía airosa de cualquier lance era el “gorrilla”. Personaje particular y de mala cara qué, como imbuido por ojo divino se afanaba en hacer una ordenación del tráfico en aquella zona que para sí quisieran los mejores ordenadores actuales. La cosa era qué, después de buscarte un sitio, normalmente imposible, ponía descaradamente la mano abierta para que le echases unas monedas qué, de aquella, ya se valoraba en los cinco duros. Pero, oh, el ser humano no es agradecido por lo que mirando a aquel hombre con cara de pocos amigos, acabábamos echándole una moneda, no por agradecimiento, sino por miedo a que la situación pudiese empeorar. Tranquilamente le decíamos: échamele un ojo, que vuelvo enseguida”. 

El progreso hizo desaparecer a aquellos “gorrillas” como a muchas de aquellas antiguas ocupaciones que, al albur de los sesenta y setenta proliferaron en España. También ha traído grandes aparcamientos y centros comerciales con sinfín de plazas que nos dan una tranquilidad sempiterna al aparcar, sabiendo que, casi siempre, encontraremos un hueco. A cambio, hemos debido modificar las pautas de comportamiento y se ha complicado. Hay aparcamientos exprés con una duración máxima ínfima para cualquier gestión, aparcamientos disuasorios, máquinas incomprensibles o unos controladores estrictos que nos amenazan a golpe de sanción con los males del infierno si no has renovado tu ticket. 

Pero, ¿este nuevo sistema ha regulado realmente el aparcamiento? ¿Ha mejorado el aparcamiento todo este nuevo sistema basado en el pago por aparcar y en la renovación de los tiempos por teléfono móvil? No lo sé. Lo cierto es que con regulación o sin ella, aparcar es toda una aventura. En los cascos históricos, porque la mayor parte es peatonal o zona azul, amén del precio de los aparcamientos. En los centros de las ciudades, sin comentarios…

Toda esta experiencia exige que se tribute inmediatamente un sistema de acción contra las malas prácticas aparcatorias o la solución será resucitar a los ”gorrillas” para que desatasquen el follón. Tranquilos, todavía les hay por muchos lugares de la geografía regional, por no hablar del obligado en los escasos aparcamientos de las playas. Eso sí, luego a aflojar el bolsillo, pero eso, ya lo estamos haciendo.

MOTEROS.

Cada vez que veo en los medios que ha muerto un motero se me revuelven las tripas. Cada vez que leo que un motero se ha caído en una carretera y ha acabado destrozado por el golpe que se ha dado con los guardarraíles (bonito y moderno término acuñado por la Administración de la Dirección General de Carreteras para definir a los terribles quitamiedos) se me contraen todos los circuitos corporales. Quizá sea porqué soy lo que se puede llamar un motero. Becario, sí. Pero motero.
Tengo casco, chupa, botas, guantes y miedo. Sí, miedo a ir montado sobre una bestia que sin problemas puede alcanzar los 300 kilos y los 300 kilómetros por hora. Por eso lo de becario. También, porqué, por más años que pasé montado sobre ella, no acabamos de ser uno. No acabamos de conseguir esa simbiosis que se les supone a los centauros.
La Ley General de Circulación, norma prohibitiva donde las haya, creada por los hombres para mantener, proteger y garantizar la seguridad de los hombres, ha puesto las normas más rigurosas e inclementes para todos aquellos que infringen sus preceptos, sobre la dura base del dolor de corazón que supone aflojar el bolsillo, con despiadadas multas pecuniarias. Por eso extraña sobremanera una noticia que ha saltado los medios en las que se viene a decir que la guardia civil ha pillado a dos moteros que habían sobrepasado la velocidad permitida en 180 km/h. Sí, sí, iban a 300 km/h. Supongo que un motero becario como yo, no alcanza a hacerse a la idea de lo que debe suponer alcanzar las velocidades del AVE o de Fernando Alonso. Pero a estos dos personajes (seguro que no moteros) les ha parecido correcto ir a esas velocidades y además grabarlo en video. Mal, y sobre todo poco listos. No se les ha ocurrido otra cosa que perder la cámara en la que iban grabando, que ha caído en manos de la guardia civil, que les ha pillado. No. No. Esos no son moteros. Son pirados.

Mi amiga Marta, de la Asociación de Síndrome de Down, me dice que cuando organiza la fiesta de Motodown quiere recibir en la quedada a toda clase de moteros, con sus lustrosas máquinas scooter, custom, naked, chopper, gran turismo…, con sus colgantes en forma de campana para dar protección ante las caídas, con el saludito en V invertida con la mano izquierda, con sus chalecos abarrotados de parches, pines u otros aditamentos de carácter militar, o la barriguilla que lucen algunos. De esos moteros. Moteros sí, pero no pirados.

martes, 11 de julio de 2017

CONSTITUCIÓN HERIDA.

La Generalitat catalana tiene todo preparado para convocar el 1 de octubre un referéndum en el que preguntará a los votantes si desean que Cataluña sea un estado independiente. Aunque el fondo siga siendo erróneo, la pregunta no da para dudas. 

El organizador, esto es, el Honorable Puigdemont, pretende por la vía de esta consulta que Cataluña deje de ser parte de España. El anuncio ha removido lustrosos traseros y ha obligado a altas mentes pensantes a contestar a una deriva que debía haber sido corregida hace ya mucho tiempo. 

El caso es que Puigdemont en contra de todo lo establecido ha dicho que habrá referendo, apoyándose en un régimen jurídico excepcional que viene a decir que su Ley de referéndum prevalece jerárquicamente sobre la Constitución Española(??). 
No obstante, en su línea, ha cifrado el censo oficial como el que se utilizaría para votar en cualquier otra convocatoria, con lo que el resultado calculará la mayoría sólo con los que voten. No es mala manera de ganar y así en 48 horas declarará la independencia. 

La Constitución ha sido herida de nuevo, pero ya ha pasado otras veces y siempre ha salido adelante. El artículo 155 de la Constitución marca el cómo y la vía de actuación del Estado cuando una Comunidad Autónoma se desmanda. 
Sin embargo, sea por talante democrático o por lo que pueda ocurrir, nadie se atreve a poner en marcha un procedimiento que, entre otras, incluye la posibilidad de la cancelación de la Autonomía y la intervención del Ejército. Alegato que ha citado, repetidamente, la ministra de Defensa. 

La situación es lo suficientemente compleja y apurada como para que los políticos resuelvan al objeto de que este intento de cisma no salga adelante, pero ellos, amén de tiernos y tibios con sus declaraciones sobre la hipotética declaración de independencia, no acaban de convenir cual es el objetivo común, departiendo sobre federalismo, reformas constitucionales o sobre sustanciales coincidencias en lo esencial. Esto es: nada. 

Me pregunto dónde están esos guardias civiles que aparecen en los anuncios de la DGT poniendo multas cuando un conductor utiliza el móvil mientras conduce, que no le han quitado ya cuatro puntos, como a cualquier ciudadano que tenga la desgracia de pasarse un microscópico metro de lo marcado en la señal. 

Razón tenía Figueras, antiguo presidente de la Generalitat, cuando en 1883 dijo “estoy hasta los cojones de todos nosotros”.

martes, 4 de julio de 2017

Blusas y fajas de Burgos.

LA CAMPA de Fuentes Blancas ha dado el último adiós y su particular pobre de mí a las fiestas de San Pedro 2017. Ahora, dispongámonos a pensar, otro largo invierno, para mejorar las próximas. 
Incluso con líos previos, la feria taurina ha resultado insuficiente. Las casetas de pinchos necesitan un repaso de chapa y pintura que las haga renacer. Los fuegos, raquíticos. De la cabalgata, ni hablar. Los conciertos, regular, y la animación de calle, bien, pero ha perdido la solera y el esplendor que un día había tenido y hasta hemos echado de menos al pintor de paisajes al spray o al contorsionista que se ata con cadenas mientras chorrea al público asistente. 

Ahora bien, destacar que, de nuevo el burgalés no ha estado ausente. Aun con la peor cara del clima apropiándose por enésima vez de la fiesta, su proceder y apoyo aun en las peores condiciones climatológicas, no ha decaído. Ha salido a la calle, ha cantado el himno y ha aplaudido al paso de las peñas mientras frotaba las manos para paliar en lo posible la baja temperatura o el agua que la ha acompañado. 

Eso sí, los principales protagonistas de las fiestas han sido de nuevo las Peñas de Burgos. Todas en general. Han sabido defender ese estatus de fiesta que se debe mantener en cualquier evento, desfilando, cantando, jaleando, coreando…, se han mojado y han pasado frio. Se merecen todas nuestras bendiciones y nuestro aplauso, sobre todo los más jóvenes qué, con toda su energía, han puesto las pilas al resto de los asistentes a los desfiles. 

Este año, aun manteniendo su uniformidad: blusa, pañuelo al cuello, algunos con sombrero…, se ha acoplado por derecho propio un nuevo módulo que acompaña al peñista como parte de su propio atavío: el cachi. Con calimocho o tinto peleón, ya sea en vaso grande de plástico o en botella de cinco litros, este aparejo está llamado a ocupar un puesto de trascendencia en futuros festejos, utilizándolo a menudo los blusas para saciar la sed que provoca un ¿caluroso? desfile. 

Más los efectos, no se podían hacer esperar. La ingesta llena las vejigas y el rápido alivio es obligado. Pero ¿dónde? Es evidente que ese sano alivio no puede ser a costa de los setos de la calle Vitoria, los garajes comunitarios o la creación de una suerte de tienda de campaña para tapar las vergüenzas que supongan orinar en sentadilla. Tranquilos, con las buenas vibraciones que generan las Peñas, seguro que ninguna cafetería se negará a prestar sus servicios de baño a quien los requiera.

Los anuncios del Ministerio del Interior.

Del lúgubre espectáculo a que nos había acostumbrado, en los últimos años, la DGT con sus campañas publicitarias, ahora el Ministerio ha diseñado una campaña límpida, clara, incluso chusca. 

Este año, los anuncios han querido ser padrinos del benemérito cuerpo y nos han sacado la cara más amable de la Guardia Civil como valedor. Desde un número (todavía se llaman así) apagando un cigarrillo qué, un inconsciente ha tirado en un campo, hasta dos números en la parte de atrás de un vehículo moviendo la cabeza con aflicción al ver como un insensato utiliza su móvil, al tiempo que conduce. 

Desde la campaña del lejano 2012, la DGT nos había hecho comprender que lo 
importante es llegar y que la Administración solo pretende llevarnos a destino sin percances. Si aquellas campañas pretendían ponernos los pelos de punta al ver esas familias rotas por una indebida utilización de sus vehículos, hay que reconocer que lo habían conseguido. 

Pero este año aun teniendo en cuenta la amabilidad de los protagonistas -la imagen del guardia civil sacando una regadera de la espalda para apagar el fuego del cigarrillo, no tiene desperdicio- no van a conseguir que el multado sea más cariñoso con la Guardia Civil: una multa es una multa. 
Es difícil que el multado recoja la notificación con una sonrisa. Lo que sí habrá conseguido esta cruzada será acercar a esos funcionarios a las personas y hacernos ver que ellos -sí, los que nos sancionan cuando cometemos alguna tropelía- también tienen su corazoncito. 

Sin embargo, debería recordar el Ministerio del Interior y con ello la DGT que no siempre los conductores dan lugar a esos temibles accidentes que nos presentan en las pantallas. En muchas ocasiones la Administración se pone de perfil al respecto de la cantidad de puntos negros que existen en la red viaria española con el consiguiente demérito para una conducción segura. 
Cierto que no todas las vías pueden tener rango de autopistas de peaje o autovías, pero debe admitir que existen carreteras de ámbito general en muy mal estado; que la eliminación de peraltes, curvas sin sentido o puntos negros llenos de baches y malos firmes, no acaba de ser una realidad; que la DGC no acaba de solucionar el drama de los quitamiedos para las motos...

Más allá del anuncio, pongamos un número concienzudo en esos puntos negros y evitaremos que luego haya que reclamar al maestro armero.

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...