martes, 14 de mayo de 2019

Garantías constitucionales.




En tiempos, en España se lloraba por conseguir cualesquiera libertades, aunque fuesen pocas y rancias. Mejores tiempos llegaron y la democracia y una Carta Magna garantista, se integraron en nuestro sistema y posteriormente en nuestro ADN, con toda la intención de quedarse.
Para ello se buscó la pertenencia al selecto club de quienes tenían a Montesquieu y a su teoría de la separación de poderes como guion y enseña de lo que debe ser un país moderno y garante de los derechos fundamentales de las personas, pretendiendo incluir España entre los países más respetuosos con esa división de poderes.
Se garantizó la libertad, la igualdad, la educación, la salud y la vivienda. Los derechos sociales, el trabajo y las pensiones y como corolario de todo aquello, se garantizaron los derechos personales. Se aceptó la entonces revolucionaria idea de “un hombre, un voto” y se pasó a reforzar el sistema electoral con un procedimiento proporcionado a las naciones vecinas.
Poco tiempo ha pasado y la sociedad se ha visto sobrepasada por la modernidad, con ciertos derechos tomando arraigo en la sociedad, pero marginando en su aplicación los derechos de otros.
La garantía de que la igualdad entre las personas sería mantenida o las exigencias de colaboración en la aportación de medios y esfuerzo para conseguir esa igualación han sido alguno de los pilares que han sostenido este sistema durante los últimos cuarenta años que, podrían calificarse de paz.
Los gobiernos sin ceder en su empeño de aplicar estos derechos, no han tenido en cuenta que, en muchos casos el pago de impuestos ha sido la llama que ha prendido la mecha de la pobreza, que los elevados emolumentos o el uso como arma, de la amenaza diaria del peligro para las pensiones, no ha dejado de suponer un permanente derroche de subvenciones, incluso para personas que jamás han cotizado.
Quedaba la protectora y tuitiva Administración de Justicia como parte del juego de la democracia, pero hete aquí que un día parte de una Comunidad Autónoma decide evadirse de los intereses generales y alguno de sus promotores resuelven “domiciliarse” en otro país por el cómodo método de la fuga, pretendiendo posteriormente presentarse a la elección de eurodiputado.
Pensábamos que la justicia actuaría de oficio, pero no. Inquirido el Tribunal Supremo, ha determinado que no tiene competencias para resolver. Eso sí, dejando marcadas las líneas generales a seguir por los jueces. El Tribunal Constitucional, en otro gesto garantista, ratifica que un fugado de la justicia, aún fugado, puede representar al país en la Alta Institución europea. No tengo palabras.
El gobierno y su vicepresidenta en funciones tienen la solución: “hay que acabar con el estereotipo del amor romántico”.

CARPE DIEM



Cuando yo era un joven estudiante de primero de derecho, gustábamos enormemente practicar con unos interesantes debates que nos planteaba el titular de Constitucional, sobre la volatilidad del voto. Venía a decir que no existía tal volatilidad, que lo único realmente existente era la volatilidad del votante, reflejada en el índice de valoración de Pedersen sobre la volatilidad electoral y sus patrones cambiantes.
Después de unos segundos para digerirlo, refrendaba su afirmación con una exposición minuciosa que definía con detalle que el votante no era agradecido, es más, era rencoroso y vengativo.
El legítimo derecho al voto es algo inalienable para la persona y va ínsito en la facultad de decidir. Ella tiene la sartén por el mango y pone y quita candidatos y aspirantes, pero de vez en cuando, relegando a aquel político o partido que ha podido hacer algún favor al país con determinada política o gestión, echa la vista a un lado y olvida. Así, el votante en desacuerdo con tal tendencia o actuación de los políticos, hace patente su cabreo y sulfuro y manifiesta su desacuerdo.
El PP que había dado por hecho que la boyante economía patria sería suficiente para que los votos afluyesen a sus costales, se ha encontrado con un votante enojado, recordándole la espantada de Rajoy (por ejemplo) y le ha castigado haciéndole perder la mitad de sus diputados. Duro castigo, pero permitido por el propio sistema electoral. Igualmente, el PSOE ha conseguido un número de escaños prácticamente suficiente para formar gobierno, sí que con ayuda de algún que otro pacto, pero gobierno. Efectivamente, el votante ha decidido apoyar al PSOE. Digo bien, sólo al PSOE. A las pruebas me remito; es difícil entender un voto puro a un candidato que se presenta como cabeza del partido, con un bagaje anterior, como mínimo sospechoso: incumplimiento de promesas, conducta bicéfala anterior o posterior a la toma de posesión del cargo, incapacidad para decidir con quien se pacta, mentiras y uso partidista de los medios oficiales…
Creo y espero que esa victoria, más bien haya sido producto del trabajo callado y sentido de todo un compromiso de partido. El candidato principal es el que es y me resisto a igualar su actuación con la del conjunto del partido.
Aquel profesor sintetizaba en pocas palabras lo que le ha pasado al PSOE de Pedro Sánchez y al PP de Pablo Casado. Venía a decir que el votante enseguida olvida. Por eso, no estará de más recordar al ganador que tenga muy en cuenta la máxima de Horacio: “Carpe diem”: disfruta el momento, pero no lo malgastes.

EL GRAN DEBATE.



Ha llegado el momento más esperado de cualquier elección que se precie. La hora de los debates electorales: a tres, a cuatro, a seis o a siete... Hasta ahora, lo sugestivo era esperar el nombre de los debatientes, conocer el nombre del debate -no es igual debate decisivo, que debate impresionante, que debate super super-, o saber quién lo empezaría, quien lo cerraría y por supuesto, de quien sería el minuto de oro.
Pero este año, añadiremos una novedad al escaso interés que puede tener un debate que se perpetra al día siguiente de otro, con los mismos debatientes…: la comparecencia de la Junta Electoral y la anuencia de Rosa María Mateo. En poquísimas palabras sería lo siguiente: el día 22 debate a 4 en la 1. El día 23 debate a 5 en A3. La Junta electoral prohíbe asistir a Vox. El día 23 debate a 3 en A3. Rosa María cambia al día 23 el debate a 1 en la 1. El día 22 debate a 4 en la 1. El día 23 debate a 4 en A3… Un auténtico lío.
La verdad es que estos debates electorales tienen, sólo, relativo interés. Se enfrentarán cuatro señores que, hartos de verse todo el año en sus propios escaños discutiendo sobre vicisitudes que aparentemente tienen mucho interés para los justiciables a quienes administran, no acaban de llevarlas a cabo, por lo que deben esperar a la convocatoria de unas elecciones generales para exponerlas al electorado. Con esa ocasión darán a conocer su quehacer diario y sus costumbres, pero sin olvidar un retorcimiento de la verdad que apoye sus más oscuras utopías. Luego esperar las noticias del día siguiente para ver quien ha ganado.
El resultado final, aun visto por una cantidad importante de personas no significará, ni mucho menos, ser el elegido en las urnas. Por eso, considero que, realmente, donde se debate y se gana es en el bar, en la pelu o a la salida de misa, posiblemente basándose en las declaraciones del día anterior de tal o cual debatiente.
Gracia me hizo la cara de haba de una debatiente, ministra del ejecutivo, cuando se le preguntó por cuántas nacionalidades tenía o podía tener el país plurinacional español…
El sistema electoral autoriza estos debates, pero estas porfías electorales lo único que hacen y, sobre todo, en esta ocasión será mostrar la pobreza de espíritu de los debatientes y un exceso de maquinaria electoral que dé cara a su candidato ante la infinidad de indecisos.
Nada que ver con los verdaderos candidatos, aquellos que en los pueblos se baten el cobre. Esos sí se ganan el pan en unas elecciones.

LA ESPAÑA VACIADA.



Los alcaldes están de moda. Hasta hace bien poco, pasaban sin pena ni gloria, incluso largos mandatos. Ahora el alcalde de cualquier ciudad que pretenda poner a su ciudad en el “candelabro”, no tiene más que preparar unas declaraciones más o menos impactantes y esperar a ver caer los resultados. Es evidente que los primeros concejales van dejando una impronta a su paso que relumbra a favor “o en contra” de la ciudad a la que representan.
Recordar aquel primerísimo alcalde democrático de Madrid que decía que el chotis se bailaba en una baldosa; el alcalde de Alcorcón, David Pérez, cuando acusaba a la alcaldesa de Barcelona de "allanar el recorrido de los asesinos" o el alcalde de Vigo con las bombillas de Navidad. Incluso el ínclito exalcalde de Valladolid, señor León De La Riva cuando se descolgó declarando (entre otras) sobre los “morritos” de la entonces ministra Pajín.
Recientemente ha renacido la moda (aunque éste sea un viejo problema) de que existe una España vacía o estéril. Aunque la población española haya aumentado en 40 años alrededor de un 36%, las ciudades y los pueblos se vacían, de manera no equitativa, siendo las ciudades y sobre todo las grandes ciudades, las beneficiadas de este crecimiento, en detrimento de las zonas rurales.
Esta despoblación descontrolada ha visto como la población rural se ha acomodado en las grandes ciudades, provocando que amplios territorios hayan quedado vacíos, siendo llamativo en comunidades como Castilla y León.
La solución la tiene el actual alcalde de Valladolid que, en su línea de declarar lo primero que le viene a la cabeza sin pararse a pensar si sus palabras tienen sentido, ha sostenido que la capital vallisoletana es el “único polo de atracción de población que todavía puede ser rentable en Castilla y León”, y ha pedido sortear dispersiones de gasto y evitar la falta de rentabilidad. Es decir: sumamos ocho pueblos más a los existentes en la Comunidad y nos quedamos con una ciudad gorda y sobrealimentada.
Quizá, técnicamente, tenga razón y los recursos sean escasos, pero ni en Laponia se han planteado una solución de este estilo. No sé. Quizá como solución podría pedir a su “jefe” que la inversión que hace en el Falcon, la emplease en dotar a algún pueblo que estuviese a falta de escuela, médico o policía y por ahí podríamos empezar.
Lo cierto es que este descuidado alcalde, no ha hecho más que mirar por su ciudad y bien estaría que, en digno, el alcalde de Burgos tomase buena nota de cómo defender los intereses de su ciudad ante terceros.               
                                   

02/04/2019 Día Mundial del Autismo.



Hoy es el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Sí. Ese trastorno de la personalidad que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral y que hace que algunos niños tengan problemas para adaptar su comportamiento a diferentes contextos o situaciones sociales o puedan tener dificultades para comprender las reglas sociales “no escritas”. Eso hace que las personas que nos consideramos “normales” no acabemos de entenderlos.
Los niños con trastorno del espectro autista (TEA) tienen un mismo dictamen, pero cada niño es diferente y su historia personal también. Es probable que sus patrones de comportamiento sean repetitivos por lo que el juego de estos pequeños puede ser poco imaginativo y sus intereses pueden variar sensiblemente respecto a los intereses de cualquier otro niño.
Probablemente cuando los padres escuchen este diagnóstico se sientan abrumados, inseguros o, en una palabra, vulnerables. Sabrán que su niño podrá tener dificultades para comunicarse o para hacer que el resto del mundo le entienda. Van a saber esos papás que su hijo no procesará las intenciones, los pensamientos, opiniones o deseos de los demás como haría un niño típico, por eso su hijo tenderá a aislarse y tendrá dificultades para relacionarse. Además, entenderán que, a partir de ese momento, su ayuda será vital para mejorar la calidad de vida de su hijo.
Recientemente he tenido el gusto de conocer a Lidia y Javi, unos papás cuya hija tiene síndrome de autismo. Nadie lo pensaría viendo la fortaleza con que se enfrentan a ese problema. Ella me dice que cada mañana se pone unos zapatos cómodos, porque lo que viene es una carrera de fondo y hay que llegar a la meta. Es agotador, pero, en medio de esa carrera, la niña dice ¡mami te quiero! Ese día los abrazos y los aplausos se unen en una gran celebración como si de una fiesta nacional se tratase.
Lamentablemente eso no es todo. Más allá de lo que se pueda pensar, éste es un síndrome para gente con dinero. Se necesitan terapias alternativas y la carencia de ayudas es evidente.
Ante tal futuro incierto, su principal aspiración es pensar que han hecho todo lo que está en su mano para priorizar su felicidad.
Hemos visto como el cine ha mitificado a los niños con autismo, estereotipándolos en Forrest Gump o en Rain Man y pensamos que ver a un niño balanceándose ya da lugar a que sea un genio. No es cierto. Lo cierto es que, los niños con autismo, al igual que los otros, sienten, ríen, padecen y admiran.

BREXIT. Un conflicto de intereses.



Si hay algo que siempre he mantenido con respecto a los británicos (ingleses, escoceses, galeses e irlandeses), es que se trata de un pueblo sobrio, prudente, incluso circunspecto, diría yo. Pero, también he mantenido que los referéndums los carga el diablo. Cuando un primer ministro chulo y guaperas, con poca oposición, planteó preguntar a la población su opinión sobre si mantenerse en la Unión Europea, creyendo que aquella consulta iba a ser un paseo militar, debió pensar en la probabilidad real de que el tiro le pudiese dar en la cara. Así fue y como resultado, los europeos y por ende los españoles, estamos metidos en un gran lío. Si buscásemos un responsable de solucionar esta situación, tendríamos que mirar hacia los ciudadanos o los políticos. Aparentemente, los británicos no están preparados para ello, pero, los ciudadanos de la Unión Europea tampoco estamos mejor. Incluso menos que ellos. Es más, pocos se han parado a pensar en qué podría pasar en ese caso. Los peores augurios hablan de un caos inglés, europeo o casi mundial. Los más catastrofistas nos han llegado a decir que estemos preparados para lo peor. Para los no iniciados en la lengua inglesa, decir que BREXIT es un mix (que queda muy moderno) entre Britain y Exit; esto es, “Gran Bretaña sale”, y el origen del problema, nos lo puede ilustrar una reciente película: “Brexit: The Uncivil War” que analiza el proceso que llevó a UK a abandonar la Unión. Uno de los grandes gurús antieuropeos: Dominic Cummings planteó una estrategia simple basada en un lema llamativo “Vote leaving”: “vote salir” y el apoyo masivo de las redes sociales. Con eso y algo de dinero nos ha metido de lleno en un follón del que la mayoría de los implicados no sabe cómo salir.
Ahora la pelota está en el tejado de la primera ministra Theresa (léase Zirisa) May (ofuscada y atacada de los nervios) que, pretendía cerrar un resultado que cumpliese el “mandato popular”, con infinidad de “jiribiquis” legales y solicitudes a su Cámara de Comunes. No ha podido ser.
Todas sus propuestas han salido “escaldadas” por falta de apoyo parlamentario. Lo último es intentar un nuevo referéndum que apacigüe los ánimos y le dé un resultado al que agarrarse. May tiene poco tiempo. La fecha tope (¿última?) para la salida del Reino Unido es el 29 de marzo y el artículo 50 del Tratado de Lisboa concede poco margen. Los 27 acechan y no dejarán pasar una, pero si los resultados no son los esperados, los españoles también sufriremos las consecuencias.


Cinco semanas de “proceso”.



Sesteo mientras veo las sesiones del proceso contra los independentistas acusados por la declaración unilateral de independencia. La tónica general pasaba por una colección de personas que, en la línea de Josef K. el procesado de “El Proceso” de Kafka, una mañana son arrestados por una razón que desconocen... y son llevados ante el Alto Tribunal para que presten declaración sobre los hechos que llevaron a aquella declaración de independencia.
Cómo era de esperar, sus declaraciones pasaron por el buenismo. Junqueras, los Jordis, Forcadell…, dieron a entender que más que una rebelión o una declaración de independencia, había sido una apacible reunión de amigos a quienes sólo faltaron los manteles y las cestas de la merienda para corroborar el ambiente festivo y bucólico. Aunque en el sistema español los testigos tienen obligación de decir verdad, los procesados no están obligados a declarar contra sí mismos, así que cada uno se escaqueó como pudo e intentó achicar espacios evocando a “un tal Toni”. Como dice el otro “cada uno a lo suyo y yo a lo mío”.  Lo esperado.
Los fiscales abriendo hueco con buena cara y mucho “sí, señoría”. El fiscal Zaragoza o la fiscal Madrigal, con vocecilla de abuelita Paz, con preguntas fulminantes. La Abogacía del Estado…, bueno, estaba allí.
Pero, apareció él. El mayor Trapero en plan antihéroe, ha demolido el plácido escenario en que parecían haber quedado los imputados y ha tirado contra todos. Serio y comedido intentó librarse de la mayor poniendo a caldo al Gobierno de Puigdemont. Desde el consejero Forn, a quien hizo víctima de su ira rotulándole como culpable e irresponsable, hasta el resto sin distinción. Incluso llegó a alegar que tenía un plan para detener a Puigdemont si se lo ordenaba alguien. Pero, claro, no dijo quién se lo debía ordenar.
Habíamos esperado más de los abogados de la acusación popular con Vox a la cabeza. Creíamos que, desde su mordiente posición, aprovecharían el momento para acercar a su costado los posibles beneficios de tales declaraciones. Pero no. Han estado mal. Se les olvidó preguntar sobre la verdad. Su actuación pecó de neófita y poco incisiva, demostrando un necesario hervor. Esto impidió que Fiscalía pudiese continuar ese camino, ya que el propio procedimiento penal le impide repreguntar sobre tramas sobre las que el peticionario de esa comparecencia no haya incidido. La batalla parecía perdida cuando el juez Marchena, enmascarado como acusación popular, clavó la pregunta que todos esperábamos, acabando de señalar al propio Puigdemont. El juicio, igual que el de Josef K., está encauzado. La carrera para llegar a una sentencia ha comenzado. CONTINUARÁ.

El Día de la Mujer Trabajadora.



El pasado miércoles 8 de marzo se celebró el Día de la Mujer Trabajadora, conmemorando lo sucedido en una fábrica textil de Estados Unidos en 1911, donde murieron 129 mujeres y 17 hombres al incendiarse la nave en que trabajaban. Se cree que las telas sobre las que trabajaban eran de color violeta, por lo que el humo generado dio lugar al color morado que actualmente representa a ese movimiento. 
Para manifestar ese fin, los convocantes CC.OO y UGT, han querido aprovechar el rebufo del éxito obtenido con la convocatoria del año anterior, por lo que han convocado una huelga general llena de reivindicaciones sociales: igualdad, eliminación de la brecha salarial…etc. Para ello, los convocantes han utilizado como lema general de la convocatoria: “Si se paran las mujeres se para el mundo”. Cierto. La auténtica realidad. Pero para avalar tal afirmación no hacían falta proclamas contra los hombres ni mucho menos una huelga. Nadie en su sano juicio sería capaz de contradecir una verdad absoluta como esa, lo que demuestra el oportunismo de los sindicatos y demás convocantes de la convocatoria.
Los resultados han sido relevantes. Multitud de personas de ambos sexos apoyamos esas reivindicaciones marcando el gran nivel de aceptación que goza esa reclamación.
Para conocimiento de los sindicatos, la jornada transcurrió sin incidentes mayores si no fuese porque siempre tiene que haber cuatro cenutrios de los llamados “piquetes informativos” que llevados por su afán de j**** al personal se empeñaron en repetir su actitud del año pasado y, más temprano ahora, intentaron romper el derecho a trabajar a los no participantes en la huelga.
El fondo de esta demanda es dar a conocer la postura de las mujeres y conseguir que los gobiernos actúen en consecuencia para promover las condiciones para que la libertad y la igualdad entre los individuos y los grupos en que se integran sean reales y efectivos, evitando cualquier discriminación por razón de sexo, pero, si se plantea dentro del escenario de una huelga general, se politiza el resultado, marcando un sesgo favorable a quien la hubiera convocado. El apoyo social y la asistencia masiva, han demostrado que es innecesaria la ayuda de métodos externos, como pueda ser una huelga general.
La realidad dice que las desigualdades entre hombres y mujeres siguen existiendo y que
las condiciones para su solución son, todavía inciertas: mientras escribo, conozco la noticia de que este fin de semana otras tres mujeres han sido asesinadas por sus parejas. ¡Que dolor! Condenemos esos hechos y que la justicia haga el resto, pero, no olvidemos que los culpables son sólo ellos, por lo que si lo que se pretende es la igualación, no podemos criminalizar a todos los hombres por el mero hecho de ser varones.

Estadísticas y encuestas.



Personalmente, decir que no creo demasiado en las estadísticas. Cierto que no las entiendo lo suficientemente como para hacer grandes valoraciones sobre unos datos que, se supone que alguien con mucho esfuerzo, ha sacado adelante para temor de la mayoría de los españoles. Por eso al leer ciertos resultados de encuestas que nos garantizan quién va a ganar y sobre todo por cuánto y con qué diferencia con el anterior o con el siguiente, me quedó pasmado sólo de pensar a quien se lo habrán preguntado.
Confieso que soy una de esas personas a quien nunca han preguntado, absolutamente nunca, por los resultados de próximas elecciones, por el interés en determinado partido o por lo que opino de los problemas de la Unión Europea. Tampoco conozco a nadie, en mi ámbito cercano, a quien le hayan preguntado, telefónicamente, por esos famosos intereses de su voto. Por eso cuando la estadística dice que, para sacar adelante esos resultados tan rimbombantes, han debido preguntar a una ingente cantidad de personas, poco me cuesta imaginar que, en muchos casos, habrán preguntado siempre la misma.
Yendo al magro del asunto, decir que esas estadísticas tan trabajadas y sobre todo tan super valoradas fallan enormemente. Los patinazos son abundantes y de importancia. La victoria de Zapatero, las primarias de Sánchez, los resultados andaluces de Vox… no dejan de ser ejemplos conocidos.
El CIS ha sacado recientemente la valoración que entiende va a ser definitiva a la hora de las próximas elecciones nacionales, europeas, autonómicas, locales, bla, bla, bla… y le da una ventaja de casi un tercio al PSOE sobre el siguiente partido que viene a ser el PP que ciertamente patina. Esa valoración quizá sea cierta y quizá el CIS acierte y, por fin, haya una estadística que nos pueda sacar de dudas un par de meses antes que suceda la realidad de la votación. Lo dudo y apoyo tal afirmación con un ejemplo. Piensen ustedes en una estadística sobre la probabilidad de unos carnavales de Burgos con ambiente primaveral. Seguro que la más benigna encuesta sobre esa posibilidad pasaría obligatoriamente por alguna nevada, chuzos de punta o truenos y relámpagos. Es decir, unos carnavales como los de todos años. Pero, amigos lectores, la estadística este año ha fallado y además estrepitosamente. Diez grados a las doce de la noche explicarían el clamoroso fracaso de las encuestas. Hemos visto disfraces de todo tipo sin dos o tres trajes por encima, una cabalgata sin bufanda ni “rebequitas” abrochadas y esperamos con ansia un entierro de la sardina con las terrazas llenas de gente en mangas de camisa. Pero, claro, Burgos is diferent.

Francia y los franceses.



He visitado Francia por tercera vez, he intentaré dar una opinión mínimamente respetable. Partiré de que los franceses se quieren. Tienen ese estigma de las personas que, sabiéndose diferentes, no les importa mantener ese estatus de distancia.
Esta vez, crucé los Pirineos desde Pamplona. Sálvese quien pueda si no es usted un ciclista que esté haciendo el Tour de Francia. Ahí observamos la ausencia de carreteras convencionales con dos carriles. No hay problema, hay autopistas de peaje a todas partes. Comienza el característico olor del queso fuerte o la tranquilidad circulatoria que te imbuye cuando entras en Francia. La forma de conducir de estos galos no tiene nada que ver con la nuestra. Solo adelantan cuando pueden, no atascan el carril izquierdo y te pitan si cometes alguna atrocidad cómo pasarte la velocidad reglamentada o salir de un semáforo antes de que se ponga en verde.
Enseguida aprendes sus palabras más repetidas “pardón” o “s´il vous plait”. Si preguntas algo a un francés, éste con amable sonrisa te pedirá el plano, le dará cuatro vueltas, se rascará la cabeza y mirará a quien tenga al lado. Luego en francés, solo en francés, -“no english, no spanish”- te dará una explicación detallada. Supongo que cada francés conocerá la lengua de la zona donde habita, pero nadie se imaginaría a un francés expresándose con un extranjero en alsaciano, bretón o en occitano-gascón. Eso como parte de su cultura y costumbres, bien, pero hablar lo que es hablar, solo hablan en francés: único vehículo considerado oficialmente como de integración ciudadana en Francia.
El francés cuida y aprecia su industria propia. La circulación está copada por utilitarios: magníficos utilitarios. Todo producto nacional, ya lleven en sus frontales un rombo, un león o un par de angulitos. Lo suyo lo primero. Chovinismo puro. Ellos se quieren.
Cuando Notre Damme ardió, inmediatamente salieron a la calle y apoyándose unos en otros, sin declaraciones partidistas, demostraron dolor. El presidente de la República dio el pésame a los franceses y al mismo tiempo a los católicos. Ante ese hecho, en España sale un “chorra”, un tal Máximo no sé qué, que dice que “pudiéndose en su lugar haberse quemado la Almudena…” (¡ay qué malo es perder la efímera fama!).
Sobre política, ni hablar. Mejor conversar sobre castillos, murallas, palacios y toda clase de iglesias que han marcado un punto de inflexión en la historia. Cierto que, algunos aún muy relevantes, tienen una urgente necesidad de una buena mano de chapa y pintura.
En fin. Difícil no comparar a los franceses con los españoles, así que lo dejaré en una pregunta “¿Los españoles nos queremos?”

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...