martes, 30 de junio de 2020

EL EQUILIBRIO DEL TREN Ferias y Fiestas.



Me despierto de la obligada y reparadora siesta del verano, esperando escuchar el runrún de las Peñas que, animosas, pasan por las inmediaciones de la Plaza de toros, despertando a los “siesteros” durante el período festivo.  Pero esta vez no vienen. No acaban de pasar.
Ayer 29 de junio se celebró San Pedro, festivo y Patrón de muchos municipios españoles y burgaleses y fecha esperada por ser el día grande de las fiestas. En la calle todo parecía igual. La nueva normalidad impuesta por Real Decreto daba a entender que lo peor ya había pasado y que tranquilamente podíamos salir a celebrar nuestra fiesta. Pero no lo era. Faltaba algo En la calle no vimos bombillas, carteles, blusas, peñas, anuncios de fiestas, cabalgatas o desfiles a los toros o cualquier otro detalle que pudiera significar que ese día no era diferente a cualquier otro.
Se han cancelado las fiestas y cualquiera diría que la representación de esa cancelación se manifestaría en la calle, pero no. Sigue habiendo un ítem que nunca falta: la gente.
Las calles están llenas de gente. No hay casetas, caballitos o norias para niños en las Plazas Mayores ni en los paseos, pero no falta ninguna persona. Abarrote total. Se ha evitado las casetas de pinchos o la ubicación de las barracas. Se han cancelado las concentraciones de motos, carreras ciclistas y por supuesto olimpiadas y mundiales, pero no se ha podido evitar las masificaciones en las calles, paseos, o unas terrazas más abarrotadas que en el mejor año de fiestas veraniegas.
Hemos entrado de lleno en la nueva normalidad que, sin entrar en grandes divagaciones, podemos decir que es una nueva normalidad económica. Queremos gastar y disfrutar, y recuperar el tiempo pasado en el confinamiento. Tenemos la desgracia de vivir en un país que sobrevive a duras penas a costa del sol, el verano y la espera de una llegada masiva de extranjeros en la costa o del peregrino en el interior y para ello, la gente debe salir y mover el dinero para que la hostelería pueda sobrevivir y el país pueda volver a dar cuerda a la economía. Tiempo habrá de ahorrar en invierno.
Aunque muchos han quedado en el camino, el Gobierno ha ayudado hartándose de decir que de esta saldremos más fuertes de lo que entramos. Creo que no, pero tal aserción ha dado lugar a que hayamos perdido el respeto, sino el miedo, a los contagios creyendo que todo estaba arreglado. Cuidado. Salir a gastar o a utilizar el sol, único medio genuinamente español, está bien, pero no debemos descuidarnos. Si olvidamos las precauciones, posiblemente la economía será el menor de nuestros problemas.


EL EQUILIBRIO DEL TREN Ministerio de ¿Igualdad?



Para saber qué es un ministerio de igualdad habrá que empezar por lo que es igualdad. Es el principio que, sustentado en el artículo 14 de la Constitución, reconoce la equiparación de todos los ciudadanos. ¿Y cuáles son las importantes funciones que se le circunscriben a un Ministerio de Igualdad? Pues, evidentemente, deberían ser todas las que afecten a la igualdad entre personas. A ver: el gobierno va a investigar la economía del Rey Emérito. Vale, quizá sí. Pero por igualdad, también habrá que investigar a todos aquellos que han percibido beneficios o prebendas procedentes de otros gobiernos extranjeros.
La fiscalía investigará a quien organizó una línea de tiro con políticos del Gobierno. Vale también. Pero, también, por igualdad, habrá que investigar a todos aquellos que han quemado fotos del Rey o quienes hacen aquelarres colgando personajes públicos de tendencia contraria. Incluso aquellos que hacen un paripé pareciendo que acribillan a políticos del PP.
Más. El padre de un político pretende interponer una querella contra otro político porque se ha referido a él como “terrorista”. De acuerdo, investíguese. Pero, por igualdad, habrá que investigar también al político que acusó a todo un partido de estar preparando un golpe de estado. Y otro más. Se pretende investigar el pasado de Felipe González, seguramente por no estar de acuerdo con la política actual de su partido. Venga. Pero igualmente habrá de investigar las desigualdades en las muertes por corona virus, los motivos por los que se cierran algunas calles en Galapagar, el exceso de protección policial o los originales motivos por los que, los políticos, cobran dietas durante el confinamiento, mientras los autónomos o pequeños comerciantes cierran o sus trabajadores no cobran los ERTE. Igualmente, la desigualdad existente entre los ocupas y los propietarios de las viviendas ocupadas o los despilfarros de dinero para la cursilada de pintar de colores los furgones de correos, mientras cada vez hay más hambrientos y el gobierno no deja de repetir que sufrimos una crisis económica trascendental.
Todas esas cuestiones de evidente falta de igualdad entre ciudadanos deberían ser irrogadas y objeto de investigación por cualquier Ministerio de Igualdad que se preciase. Sin embargo, a falta de otras tareas más importantes en que ocuparse, su responsable lo que hace es debatir sobre la idea de la existencia de un único sexo, suelos pegajosos, techos de cristal, pelos en los sobacos o aplaudir el lenguaje “intrusivo” de una concejal de Móstoles quien llamó “concejala fascista” a otro concejal porque a su vez, él, la había llamado “presidente”. En fin.
Si el único contenido que aparenta tener este Ministerio es el de la oscura confrontación entre hombres y mujeres, más valdrá mirar de cambiarle el nombre.

miércoles, 17 de junio de 2020

EL EQUILIBRIO DEL TREN: Jueces y puertas giratorias.


Las reclamaciones presentadas en favor del coronel de los Cobos no han sido suficientes para dar marcha atrás a una destitución injusta. Este coronel conocido por sus declaraciones sobre los sucesos en el intento de secesión independentista en Cataluña, demostró largamente ante el TC lo merecido de su nombramiento.

Pero, en pago de los servicios prestados se le pone en la calle, de manera fulminante, por falta de confianza. Expresión práctica para marcar en un instante a quién, se quiere o no en un determinado puesto. Sabemos que la Guardia Civil, por su propia coyuntura asume una doble dependencia. Una civil y policial con el Ministerio del Interior y otra militar con el Ministerio de Defensa, con confianza sustentada en ambos ministerios.

La “presunta” falta de confianza la acreditó y firmó el ministro de Interior argumentando que, el coronel de los Cobos no quiso dar a conocer directamente a Interior los informes de los guardias civiles que estaban trabajando en labores de Policía Judicial a las órdenes de una juez de Instrucción. Ole sus pelotas. Quien le destituye, debería conocer perfectamente este tema ya que, fue juez y magistrado; quizá de los mejores en los años de democracia, pero que, lamentablemente, se ha vendido al poder establecido, olvidando que los cometidos de la Policía Judicial se regulan en una extensa normativa que va desde la Ley de Seguridad Ciudadana, hasta la Ley Orgánica del Poder Judicial o la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sin olvidarnos que su marco constitucional es el artículo 126 de la Constitución, que da carta de recorrido a las actuaciones a esta policía en favor de jueces, magistrados o fiscales.

Ante las quejas recibidas, el ministro ha intentado comprar el sistema, subiendo el sueldo a los guardias civiles, que ya llevaban años solicitando equiparación con el resto de los policías autonómicos. Ejemplo, uno más, del ansia de poder y control que esgrime el gobierno en todas sus actuaciones y que aumenta la confrontación entre gobierno y ciudadanos.

El problema es que ha topado con el Benemérito Cuerpo. Aquel que tiene como lema “el honor es mi divisa” y que rinde pleitesía únicamente al pueblo que es quien le manda. La Guardia Civil ha recogido el guante y siguiendo una de sus máximas “paso corto, vista al frente y cara de mala leche”, ha seguido a lo suyo, esperando el previsible recurso que el coronel presentará para preservar su derecho al honor.

El ministro se ha equivocado y no debe olvidar que la etapa de poder se acabará y, con toda seguridad, volverá a la carrera judicial, exigiendo a la Policía Judicial a sus órdenes, absoluta obediencia a sus instrucciones.



TÍTULO DE COLUMNA: EL EQUILIBRIO DEL TREN: NEPOTISMO Y NAVAJA DE OCKHAM.


El presidente se colocó la aureola (nimbo como le gustaba decir a él, ya que sonaba mucho más progre) y sin más preámbulos procedió a nombrar un director general de no sé qué para el ministerio de Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, dirigido por José Luis Ábalos.

Evidentemente Ábalos le había rogado tal nombramiento por activa y por pasiva y, claro, él se habría negado sobre la base fáctica de que “quien decide es quien nombra” es decir, si ese cargo era necesario, quien realmente debía nombrarlo era el propio ministro.

Hasta ahí podíamos llegar, pero sus socios de gobierno y muchos de los veintidós ministerios habían procedido a nombrar a dedo a sus propios directores generales y cargos súper necesarios de confianza. Nada que decir, ya que así se tenía a los muchos ministros tan contentos, pero a la vista de que cada uno nombraba a quien le daba la gana, él, como no podía ser de otra manera, se vio obligado por las circunstancias a nombrar a dedo (a rosca chapa, para que nos entendamos), o como se decía a la antigua manera: amiguismo, nepotismo, enchufismo o en inglés “finger naming” que también queda muy pijo, a un íntimo amigo de la infancia que se lo merece, porque le conoce de toda la vida y además no debemos olvidar que ha hablado bien de él en público.

Aparentemente, el nombrado es una persona válida para el necesario cargo que ahora va a desempeñar, aportando un espléndido currículum, motivo más que suficientemente fundado para que se le aplique la máxima “tanto tienes tanto vales” y directamente pase a cobrar 90.000€ al año que, por supuesto, saldrán de las arcas públicas al igual que el resto de nombramientos de apremiante y urgente convocatoria. Tan urgentes que se han pasado por el arco del triunfo, el cumplimiento de la Ley, obviando con ello que los 24 directores generales nombrados a dedo cuestan 2,4 millones de euros a las arcas del estado, o que ese personal debería ser cubierto con funcionarios.

En el siglo XVI un franciscano llamado Guillermo de Ockham dio explicación y nombre (Navaja de Ockham) a un principio que con el tiempo se ha demostrado inviolable, también en política: “cuando para un mismo hecho hay dos teorías posibles, la teoría más simple tiene más posibilidades de ser la correcta”.

Las dos teorías a saber no pueden ser otras que la de la necesidad del cargo o la del nepotismo, puro enchufismo. Sólo hay que pensar cuál es la más simple. En fin. En el fondo, no es más que otra de las sorpresas que nos depara este gobierno.


domingo, 7 de junio de 2020

EL EQUILIBRIO DEL TREN: LA TEORÍA DEL CAOS.


En 1960 el matemático americano Edward Norton Lorenz, reflejó en su famosa Teoría del Caos que, en ciertos acontecimientos, aunque pudiesen parecer desconectados, al final siempre aparecía un patrón que hacía encajar todas las piezas. Esto es, en lenguaje popular, fenómenos que parecen ocurrir al azar, pero tienen un elemento de regularidad.
Afortunadamente, estamos finalizando lo más grave de la pandemia que nos ha invadido y en la que hemos tenido la desgracia de perder a 27.127 personas, aunque desgraciadamente, todavía no tenemos claro sí este va a ser el último número o alguna modificación de los responsables del recuento hará aparecer alguno más o, al contrario, ojalá, algún mal contado.
Es difícil creer que todos los acontecimientos que han transcurrido en los últimos dos meses hayan ocurrido sin más.
El mismo Lorenz, algo más tarde, cuadró su anterior teoría con la mucho más famosa del “efecto mariposa”, en la que viene a decir que el aleteo de una mariposa en Brasil puede producir un tornado en Texas. Con soporte en esa teoría han podido haber aparecido nombramientos bajo cuerda y sin cualificar, ceses políticos sin basamento, aumento de poder cercano al absolutista, abuso de la fórmula “y tú más”, acusaciones veladas y no tan veladas sin fundamento alguno, rotura de la paz constitucional, el NO pago de los ERTE, desvíos de dinero a entidades ya millonarias, las promesas incumplidas, aumento de la vigilancia en ciertos domicilios o la creación del IMV: ingreso mínimo vital con que Podemos ha aprovechado este momento pandémico para colarlo y decir que va a suponer 3000 millones de euros anuales, sin referencia alguna a, de dónde saldrán esos dineros. No parece difícil encontrar el patrón.
La RAE nos ilumina definiendo caos como un estado amorfo e indefinido anterior a la ordenación del cosmos. Si esto es la ordenación de la “vieja normalidad”, la nueva ordenación que se está realizando se parece y mucho al caos.  
Y mientras tanto, Torra, la república, la independencia, la gestión de los dineros recibidos, la apatía de la persona colocada por nosotros mismos como cabeza visible de todos o las caceroladas y manifestaciones que no cesan, … todo igual.
El gobierno se ha hartado de decir que estos son los pasos a realizar para conseguir la “nueva normalidad”, pero algo no va bien. Incluso el caos debe conllevar un cierto orden. No llegaremos a “nueva normalidad” alguna, sí antes no tenemos conciencia de lo que necesitamos a partir de ahora. Desde esta atalaya, no creo equivocarme si digo que, si éste es el tránsito hacia la nueva normalidad prefiero quedarme en la vieja que por lo menos ya la conocía.

EL EQUILIBRIO DEL TREN LA NUEVA ANORMALIDAD.


Mi buen amigo José Sanmartín me envía una reflexión que me ha dejado ciertamente preocupado. Con él, considero que no nos preocupamos lo suficiente por el planeta y quizá el coronavirus sea el nexo que necesitábamos para aceptarlo. Su interés me lleva a repetirla textualmente:
“Reflexiono sobre la situación actual y sobre la “nueva anormalidad” que ha traído el COVID-19 viendo que, de nuevo, algo nos ha alcanzado en la línea de flotación y nos ha hecho pupa.
Sin embargo, la especie Sapiens no acepta bien las merecidas curas de humildad y no suele sacar provecho positivo de las experiencias por las que pasa, repitiendo una y otra vez errores ya enjuiciados.
Ahora estamos dañados, pero ha habido un antes. Compramos más caro la fruta “más barata” del otro lado del planeta. Sabemos que ir a Punta Cana tan sólo para tomar el sol porque sale “más barato” no es más rentable que ir a tomarlo a Almuñécar. O que, en realidad nos sale muy caro traer la madera de las antípodas (cargada de hongos, bacterias e insectos foráneos) porque sale “más barata”.
Hemos traído mil plagas, virus, bacterias, hongos o insectos que se han cargado el medio forestal, la agricultura, la fauna, el medio ambiente o el clima. El Gonypterus que se cargó los eucaliptos; la polilla guatemalteca que se cargó las patatas; la avispa asiática que se cargó las abejas y la polinización de los frutales; la Psila africana que diezma nuestros cítricos; la oruga del boj, que está haciendo desaparecer esta planta casi sagrada; el cangrejo americano, que vació nuestros ríos de fauna autóctona …
O movernos con alegría de un lado para otro como si el planeta fuera un patio de vecindario manteniendo nuestro afán irresponsable de quemar queroseno por placer, o gasolina para ir a esquiar o a parques de atracciones, sabiéndolos pecados de soberbia. En fin.
Debemos dejar de creer que somos los amos, que podemos obrar a nuestro antojo sin asumir las consecuencias, o -peor todavía- incluso sin ver que eso trae consecuencias.
Pudimos aprender de esta crisis, pero esa posibilidad está fallida. Al contrario, en nuestra línea, combatiremos el daño haciendo más daño. Para intentar arreglarlo, nos meteremos en la dinámica de consumir cada día más productos desechables, de un solo uso. Nos enrocaremos en plásticos, mascarillas, guantes, manteles, servilletas, batas, botellas, … todo de usar y tirar ¡Alegría!  Volveremos a subir a los altares al coche privado como medio de garantizarnos un desplazamiento seguro, en merma del transporte colectivo. Vamos por el buen camino…, pero sin remedio”.
Gracias D. José. Da miedo, pero como dijo el profeta: “Haremos lo que pudimos”.

EL EQUILIBRIO DEL TREN LAS CAUSAS URGENTES.


Escucho una más de las magníficas ponencias del juez Emilio Calatayud. Repite anteriores consignas sobre los casos que ha tenido el dolor de haber juzgado como juez de Menores y hace una aseveración que me parece de lo mejor que ha podido hacernos ver este juez.  Dice que, si hubiera que buscarle algo bueno al Estado de Alarma, sería el haber obligado a cancelar las celebraciones de Primera Comunión y con ello evitar el regalo más esperado por los pre-pre-pre adolescentes en ese día. El móvil. No uno cualquiera, sino uno de última generación.  
Recientes estudios dicen que (aproximadamente) el 70% de los niños y adolescentes de entre 10 y 15 años, tienen un teléfono móvil propio con acceso a Internet y aproximadamente lo vienen usando una media de dos horas diarias. Terrible. Y subiendo para los jóvenes de entre quince y diecisiete años. Concluyo, entonces, con el juez Calatayud, que la relación del menor con la tecnología y, en particular, con los móviles es ciertamente peligrosa.
Quizá las generaciones que hemos visto llegar esta tecnología cuando ya éramos talludos, no hayamos visto venir el batacazo social que nos ha dado algo que, en sí, ahora es estrictamente necesario. Le hemos dado al móvil el valor social de la lavadora o la nevera y no hemos estado atentos a sus verdaderas intenciones. Sea por esto o porque nos haya pillado descuidados, se tercian un par de conclusiones: los niños llegan a un teléfono móvil a unas edades prohibitivas y los padres no acaban de verse responsables del tiempo que sus hijos pasan delante de la dichosa pantallita.
San Ivo, patrón de los niños desamparados diría que los motivos de ese descuido son asumibles ¿Qué le compras a alguien que ya tiene de todo? o ¿Con que les ocupas para que dejen de dar un rato la coña? Difícil elección.
Pero el mundo sigue y aquellos estudios han saltado por los aires en el momento en que se decretó el Estado de Alarma. Los chavales han dejado de tener clase y con ello mucho del tiempo antes ocupado con estudios y tareas han pasado al Whatsapp, al Insta, a los Sims… y vaya usted a saber. Una de las consecuencias más desastrosas del confinamiento ha sido que los chavales han perdido la oportunidad de relacionarse con sus amigos y ello les ha llevado a soluciones alternativas: redes sociales y todo el día el móvil en la mano, afilando el dedo gordo. Quizá la fase 1.5 pueda arreglar ese entuerto, sino tendremos que pedir audiencia a San Expedito, patrón de las causas urgentes.

TÍTULO DE COLUMNA: EL EQUILIBRIO DEL TREN BANDERAS DE NUESTROS PADRES.


El gran Clint Eastwood acertó al filmar una de las gestas más importantes de la Segunda Guerra Mundial. Concretamente el momento en que en 1945 las tropas estadounidenses pelean y triunfan en la isla de Iwo Jima, produciéndose la, quizá, foto más repetida en la historia de la fotografía. Unos soldados ondeando la bandera americana en el monte Suribachi se convierte en un símbolo de victoria para una nación en guerra.
Sin tener mucho que ver con nosotros, esta foto la hemos llevado en el corazón y en nuestros cuadernos de clase, con la idea de que el levantamiento de aquella bandera significaba el éxito y la victoria. No sólo los americanos, sino los habitantes de otros muchos países la tienen permanentemente ubicada en algún sitio principal de sus hogares o lugares de trabajo, siendo un orgullo y una satisfacción enseñarla a la puerta de casa. En España, el resultado ha sido el contrario. ¡Qué pena!
En su día, cuando estudiaba Parvulitos, antes de que la Constitución nos dejase claro el asunto de la Bandera, mi profesora la señorita Carmiña se afanaba en enseñarnos que el símbolo nacional más importante era la Bandera La Bandera de nuestros padres. El respeto debido se aprendía directamente en el colegio y se practicaba en la calle y quien más, quien menos, la llevaba en la cartera. Llegados a nuestros días la Constitución reguló, sin dudas, en su artículo cuatro, cual, cómo y de qué manera es este símbolo nacional, que olvida el gualda, y recoge en su interior el escudo constitucional. Nuevo colorido, pero sigue constituyéndose en el principal símbolo de la Patria.
Lo cierto es que la Bandera ha dejado de tener el valor que tenía aquellos días y hoy sostener una Bandera nacional puede verse como una historia de la familia Cebolleta o un signo de algún régimen anterior poco deseado. No debe ser así. Qué alguien lleve o ponga una bandera nacional en la ventana de su casa o en su coche sólo significa el orgullo de pertenencia a su país. Pero esto no es aceptado como una situación general. Recientemente, unos policías han recriminado, luego obligado a retirar y posiblemente multado a unas personas que llevaban una Bandera nacional colocada en su coche. Tenía toda la pinta de otro “fake” de WhatsApp. Pero fue desenmascarado cuando el diputado Abascal recriminó al ministro Marlasca por ese hecho, y le invitó a que aprovechando su estatus de ministro compareciese en la sede del Congreso para explicarlo, el ministro bajó la cabeza y dio la callada por respuesta. ¿Este camino acabará señalándonos la tacha de la primera hoja del texto constitucional?

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...