En
1960 el matemático americano Edward Norton Lorenz, reflejó en su famosa Teoría
del Caos que, en ciertos acontecimientos, aunque pudiesen parecer desconectados,
al final siempre aparecía un patrón que hacía encajar todas las piezas. Esto
es, en lenguaje popular, fenómenos que parecen ocurrir al azar, pero tienen un
elemento de regularidad.
Afortunadamente,
estamos finalizando lo más grave de la pandemia que nos ha invadido y en la que
hemos tenido la desgracia de perder a 27.127 personas, aunque desgraciadamente,
todavía no tenemos claro sí este va a ser el último número o alguna
modificación de los responsables del recuento hará aparecer alguno más o, al
contrario, ojalá, algún mal contado.
Es difícil creer que todos los acontecimientos
que han transcurrido en los últimos dos meses hayan ocurrido sin más.
El
mismo Lorenz, algo más tarde, cuadró su anterior teoría con la mucho más famosa
del “efecto mariposa”, en la que viene a decir que el aleteo de una mariposa en
Brasil puede producir un tornado en Texas. Con soporte en esa teoría han podido
haber aparecido nombramientos bajo cuerda y sin cualificar, ceses
políticos sin basamento, aumento de poder cercano al absolutista, abuso de la
fórmula “y tú más”, acusaciones veladas y no tan veladas sin fundamento alguno,
rotura de la paz constitucional, el NO pago de los ERTE, desvíos de dinero a
entidades ya millonarias, las promesas incumplidas, aumento de la vigilancia en
ciertos domicilios o la creación del IMV: ingreso mínimo vital con que Podemos
ha aprovechado este momento pandémico para colarlo y decir que va a suponer 3000
millones de euros anuales, sin referencia alguna a, de dónde saldrán esos dineros.
No parece difícil encontrar el patrón.
La RAE nos ilumina definiendo caos como un estado
amorfo e indefinido anterior a la ordenación del cosmos. Si esto es la
ordenación de la “vieja normalidad”, la nueva ordenación que se está realizando
se parece y mucho al caos.
Y mientras tanto, Torra, la república, la
independencia, la gestión de los dineros recibidos, la apatía de la persona
colocada por nosotros mismos como cabeza visible de todos o las caceroladas y
manifestaciones que no cesan, … todo igual.
El gobierno se ha hartado de decir que estos
son los pasos a realizar para conseguir la “nueva normalidad”, pero algo no va
bien. Incluso el caos debe conllevar un
cierto orden. No llegaremos a “nueva normalidad” alguna, sí antes no tenemos
conciencia de lo que necesitamos a partir de ahora. Desde esta atalaya, no creo equivocarme
si digo que, si éste es el tránsito hacia la nueva normalidad prefiero quedarme
en la vieja que por lo menos ya la conocía.
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