El gran Clint Eastwood acertó al filmar una de las gestas más importantes
de la Segunda Guerra Mundial. Concretamente el momento en que en 1945 las tropas estadounidenses pelean y triunfan
en la isla de Iwo Jima, produciéndose la, quizá, foto más repetida en la
historia de la fotografía. Unos soldados ondeando la bandera americana en el
monte Suribachi se convierte en un símbolo de victoria
para una nación en guerra.
Sin tener mucho que ver
con nosotros, esta foto la hemos llevado en el corazón y en nuestros cuadernos
de clase, con la idea de que el levantamiento de aquella bandera significaba el
éxito y la victoria. No sólo los americanos, sino los habitantes de otros
muchos países la tienen permanentemente ubicada en algún sitio principal de sus
hogares o lugares de trabajo, siendo un orgullo y una satisfacción enseñarla a
la puerta de casa. En España, el resultado ha sido el contrario. ¡Qué pena!
En su día, cuando
estudiaba Parvulitos, antes de que la Constitución nos dejase claro el asunto
de la Bandera, mi profesora la señorita Carmiña se afanaba en enseñarnos que el
símbolo nacional más importante era la Bandera La Bandera de nuestros padres.
El respeto debido se aprendía directamente en el colegio y se practicaba en la
calle y quien más, quien menos, la llevaba en la cartera. Llegados a nuestros días
la Constitución reguló, sin dudas, en su artículo cuatro, cual, cómo y de qué
manera es este símbolo nacional, que olvida el gualda, y recoge en su interior
el escudo constitucional. Nuevo colorido, pero sigue constituyéndose en el
principal símbolo de la Patria.
Lo cierto es que la
Bandera ha dejado de tener el valor que tenía aquellos días y hoy sostener una
Bandera nacional puede verse como una historia de la familia Cebolleta o un
signo de algún régimen anterior poco deseado. No debe ser así. Qué alguien
lleve o ponga una bandera nacional en la ventana de su casa o en su coche sólo
significa el orgullo de pertenencia a su país. Pero esto no es aceptado como
una situación general. Recientemente, unos policías han recriminado, luego
obligado a retirar y posiblemente multado a unas personas que llevaban una Bandera
nacional colocada en su coche. Tenía toda la pinta de otro “fake” de WhatsApp. Pero
fue desenmascarado cuando el diputado Abascal recriminó al ministro Marlasca por
ese hecho, y le invitó a que aprovechando su estatus de ministro compareciese en
la sede del Congreso para explicarlo, el ministro bajó la cabeza y dio la callada
por respuesta. ¿Este camino acabará señalándonos la tacha de la primera hoja
del texto constitucional?
No hay comentarios:
Publicar un comentario