Hace un año, nadie hubiera pensado
que un partido de gobierno que podría perfectamente haber llegado a gobernar en
el conjunto del estado como ya lo hace en Comunidades y Ayuntamientos, podría
llegar a la situación en la que está ahora mismo en la que prácticamente está
desaparecido con diez diputados. Es un resultado que no habría estado mal para Errejón,
pero no son diputados para Ciudadanos. Posiblemente, esta debacle electoral ha confirmado
que la filosofía de Ciudadanos no ha sido querida por los ciudadanos y le han
dado un no voto, es decir un voto de castigo para que cambie sus vaivenes
previos y defina si quiere caer a derecha o izquierda cuando el fiel de la
balanza se mueva.
Lo cierto es que Ciudadanos está
lleno de personas consecuentes y firmes en sus convicciones, encabezadas por su
expresidente Albert Rivera qué a la vista de los malos resultados conseguidos
en las elecciones, directamente ha dimitido y se ha ido a vivir la vida con su
pareja y su perrillo, fuera de la política.
Esto, que en países del entorno sería
de una normalidad absoluta, encuentra pocos parangones en España. Quizá el caso
de Almunia o Fraga que dimitieron al perder unas elecciones, pero no es algo
usual dimitir por haber hecho una machada o por haber perdido los votos que le
darían la confianza del electorado.
Sin embargo, el presidente del
gobierno en funciones, después de haber perdido hasta las elecciones en su comunidad
de vecinos, en vez de dimitir, ha topado con el poder de frente al entender posible
la continuidad en el sillón curul por medio de un pacto Frankenstein encabezado
por el Podemos de Sánchez y el PSOE de Iglesias (¿o era al revés?).
Sánchez no quiere perder más,
así que, en la mejor línea del beso de Breznev y Honecker, ha preferido abrazarse
a Podemos y arreglar el país. Luego lo hará con Junqueras, con Revilla, con Teruel
Existe, etcétera, etcétera y etcétera, y con todo eso conformará un gobierno en
el que aguante otros cuatro años. Cuatro larguísimos años para los ciudadanos
que no debemos esperar más que sobresaltos.
La podemización de la educación
española, retirar las concertinas de las fronteras de Ceuta y Melilla, crear
nuevos impuestos o subir los existentes, dudar de la importancia de vaciar la
hucha de las pensiones o la intención de nacionalizar casi de todo, no son más
que unos pequeños globos sonda para que nos vayamos haciendo a la idea y oteemos
el futuro.
Las siete diferencias se han
quedado cortas. ¿Qué será lo que te rondaré morena? ¡Modificación de la ley
electoral ya!