martes, 24 de enero de 2017

TRUMP: In god we trust.


Hace treinta y cinco años, Felipe González, un político que había puesto en duda los principios que había asumido su predecesor y todos los anteriores de la etapa franquista o que había hecho descalificaciones inaceptables de todo el sistema político de la época se presentó a las elecciones con un proyecto inverosímil para aquellos tiempos apoyando una candidatura de izquierdas como no se conocía otra desde hacía más de cuarenta años.
El gran público, los españoles de la época, estaban tan desesperados que algunos llegaron a pensar que el mundo se acabaría si ganaban los socialistas. A dónde íbamos a parar con un presidente del Gobierno que provenía de la clandestinidad, sin corbata o con una chaqueta de pana. España no será nunca socialista, se decían. Pero Felipe ganó. Y consiguió diez millones de votos y se mantuvo en el poder casi trece años.
Durante su etapa al frente de los gobiernos socialistas, cambió la imagen que se tenía de España, modificó, varió y  cambió de parecer todas las veces que fueron menester y aun así, repito, ganó más de diez millones de votos.
Su primer vicepresidente, un tipo con graves problemas de modales y una idea absolutamente incendiaria de lo que tenía que ser un país que acababa de salir de una dictadura, nos advirtió que el que se moviese no saldría en la foto. Sus ministros, a cual más pijo y progre con un bagaje similar, habían sido conocidos mayormente por sus declaraciones anti poder o por haber corrido delante de los grises. Y ellos que habían hecho aquellas cosas expropiaron RUMASA, metieron a España en la OTAN y dieron los pasos para entrar en la C.E.E y, con todo, renovaron su mandato hasta cuatro veces, dos de ellas por mayoría absoluta. No cabía otra igual.
Análogamente, en el país más poderoso del mundo aparece Donald J. Trump. De él, destacar su falta de proyecto político, quizá resultado de no haber participado en ningún gobierno o puesto político, su poco respeto por los principios que habían asumido sus predecesores, su pretensión de manejar la maquinaria del establishment e incluso del Ala Oeste de la Casa Blanca basándose en el programa económico que siguen sus empresas, o su falta de modales quizá consecuencia de estar inmensamente forrado, hacen de él una persona con carisma suficiente para tenerlo, como mínimo, en cuenta. De momento, como todos sus antecesores, se merece la cancioncilla que se dedica a los presidentes americanos “hail to the chief”, esto es, “salve al jefe”, por ahora sin referencia alguna al verbo salvar.
Nosotros, que somos uno de los países a los que puede beneficiar mucho estar a bien con los yanquis, creo que debemos esperar a ver cómo empieza, creo que debemos esperar a ver cómo reacciona tanto él como su entorno y creo que debemos darle cien días como a cualquiera que entra en el poder. Si le hemos dado cien días a Zapatero, a Puigdemont, a Pablo Iglesias, al Parlamento europeo…, también se los debemos dar a él y luego evaluarle y sacarle un justiprecio.

Presumo y espero que todas las malas formas que acredita el magnate Trump las perderá en favor del presidente Trump. Lo cierto es que su slogan “Make América great again!” se las trae y no va a resultar fácil cumplirlo, por lo que me temo que los medios para lograrlo no sean de gusto de todos. Pero los americanos tienen ayuda. Ellos confían en dios. Su lema oficial así lo acredita “In god we trust”. Él les acompañará durante estos próximos inciertos cuatro años, pero con un gran trabajo por delante. No obstante, por si no fuese suficiente con tamaña dignidad, siempre le podrán aplicar la técnica que se utiliza en su famoso programa de televisión “El aprendiz” cuando uno de sus aspirantes ya no sigue en el programa: "You're fired": Estás despedido. 

miércoles, 18 de enero de 2017

YAK.

Cuando muere un amigo se producen un dolor y un vacío más que angustiosos, pero cuando esa muerte nunca debió ocurrir es difícil levantarse de la cama al día siguiente y seguir andando. Hace catorce años los militares de todo el país debieron sofocar su dolor y tragarse el nudo que se les había formado en la garganta y seguir andando a pesar de que un fatídico accidente había segado la vida de más de sesenta compañeros. Veinte de ellos destinados en Burgos. Recuerdo que la pregunta más recurrente que se planteaba era la de ¿porque?
Cierto es que los militares están para defender a España y aquellos habían demostrado con creces su eficacia en ello además de haber puesto las piedras necesarias para dejar construido un hogar para muchas personas que antes no tenían. ¿Porque entonces un error humano pudo acabar con sus vidas? No lo sé. Todos ellos, los Pacho, Ripo, Caimán, Solar, los hermanos Maldonado…, descansan en paz.
Desde el origen los familiares han pretendido una disculpa, una declaración de lesividad de la Administración que cerrase la caverna que les había producido su muerte, pero los políticos, para variar, hicieron de una tragedia humana una cuestión política.
El camino no ha sido fácil. El Tribunal Supremo sentenció que había sido un fallo humano dejando cubierta la responsabilidad civil. Pero como personas, no podemos dejar de preguntarnos quien fue el responsable, si el ministro, el ministerio o incluso el propio gobierno. Ciertamente hubo irregularidades desde el principio y la realidad final es que aquel avión que salió desde Afganistán nunca debió despegar. 
Que queda. Pues ni más ni menos que la aceptación de responsabilidad patrimonial y la asunción de culpas con una petición de perdón. El gobierno de aquel momento no fue capaz de hacerlo. Tampoco el siguiente con un Bono en plan super star, ni luego una Chacón aperturista, ni posteriormente un Morenés arrogante han sido capaces de hacer algo más provechoso que decir “algo hay que hacer”.
Han debido pasar catorce años, pero el Consejo de Estado, entidad que confecciona informes no vinculantes, ha marcado las pautas a seguir en una posible declaración institucional de admisión de responsabilidad. Basándose en él, la menos probable de los ministros, María Dolores de Cospedal, ha sido capaz de asumir en nombre de aquellos ministerios la aceptación de culpas y a su vez declarar la responsabilidad patrimonial del estado.

Algunos familiares han dicho que esta declaración es oro moral. Yo creo que es algo más. Yo creo que, posiblemente, esa explicación y atribución de responsabilidad, podrá comenzar a cerrar una herida que nunca se debió abrir.

viernes, 13 de enero de 2017

EL AÑO DE PODEMOS.

No hace mucho Podemos dio la gran noticia: vamos a centrarnos. LLegarían llegar a un entente que pusiera las bases de lo que debería ser el futuro “programático” de la formación. Deberían poner luz y taquígrafos sobre las ideas que marcarían los pasos de la formación. Deberían decidir si salir de las formaciones absolutistas o salir del apoyo de Izquierda Unida y pasar a posiciones de ámbito más socialdemócrata que pudiesen acercarse a los votantes socialistas desencantados. O más aun, escapar del miedo que Podemos suscita en buena parte de la población. Decidir, en una palabra, si escapar del populismo radical que formaba parte de buena parte de sus orígenes y argumentos.
No cabe duda que el vocablo se ha hecho popular en poco tiempo. La Fundación del español Urgente (FUNDEU) ha puesto negro sobre blanco al elegir “populismo” como su palabra del año entre aquellas que han estado presentes en la actualidad informativa y manifiestan algún interés o curiosidad desde el punto de vista lingüístico. A su vez la RAE ha definido populismo como la tendencia política que pretende atraerse a las clases populares, pero, y ahí está la enjundia de la operación, el término no sólo se ha asociado a opciones políticas como Podemos, sino que también lo ha hecho a la ultra derecha francesa o al ahora renacido “trumpismo”.
Salir de populismos o de cualquier otra versión que se maneje lleva consigo una claridad absoluta de ideas e igualdad en el discurso, sin que puedan interponerse cuestiones de poderío o de peleas de machos. Y eso es lo que aqueja a Podemos. Una lucha sumida en cuestiones de poder detrás de una discusión programática. Ya en sus inicios Podemos se unió al resto de la “casta” al aportar a sus propios corruptos. Cosas de la casta, decían en aquellos momentos. Ahora la aportación al programa no deja de ser una izquierda negociadora o una izquierda hacia el extremo, más cercana a los anticapitalistas o a los comunistas de toda la vida. Y lo peor es que sus compromisarios no lo tienen excesivamente claro, sobre todo si nos remitimos a los resultados de las últimas votaciones internas. Allí, en esta votación, se pretendió más democracia, diversidad y entendimiento para ganar juntos. No obstante, las dos facciones en litigio se han dicho y echado de todo unos a otros, se han acusado y…. Ahora con estos mimbres deben estar preparando lo que ha dado ya infinidad de giros mediáticos y que se conoce como Vistalegre II: el congreso que debe sentar las bases del nuevo Podemos.
La batalla está servida. Cualquier resultado que arroje será bueno para su democracia interna y seguramente para la democracia en general. Ahora bien, debe ser democracia y no otros modelos que puedan coexistir con el mismo o parecido nombre. Parafraseando al genial Antonio Romero, la diferencia entre democracia y democracia popular es la misma que entre camisa y camisa de fuerza. Los dos titulares de la fuerza de la razón, Iglesias y Errejón deben ser los depositarios de lo que pueda ser el futuro de ese partido. Las formas deberán ser pactadas entre ellos y considero que corresponde a Iglesias iniciar el acercamiento y evitar rupturas o quiebras. No obstante por si pudiese ser de ayuda para encontrar tal entendimiento recordaré una frase de la película “El padrino” en la que el personaje de Jimmy Fontana le dice a Don Vito Corleone: “¿pero Padrino, como conseguirás eso?” a lo que Don Vito le responde: “le haré una oferta que no rechazará”.

martes, 10 de enero de 2017

Cotillones nostálgicos.


Han pasado las fiestas navideñas y de nuevo hemos visto como una de las instituciones más consolidadas durante los pasados periodos navideños, el cotillón, ha continuado su decadencia para dar paso a una nueva técnica de reunión de personas que no tardando se hará con la exclusiva en cualquier fiesta que se precie. Los empresarios de la noche se han asociado para dar un servicio común a la parroquia nocturna, basándose en la previa adquisición de un bono con el cual se puede acceder y consumir en varios locales. Con este cambio de costumbres, tomarte dos copas supone ir a dos locales ya que no se trata de perder sino de aprovechar al máximo el bono y si es posible tomarte una copa en cada local.
No es nada nuevo. Los empresarios mantienen sus locales abiertos con la entrega de esas consumiciones. A cambio los beneficiarios de una noche especial como esa pueden pasar por varios locales.
Pero ¿a dónde fue el cotillón?, ¿y aquellos grandes cotillones que, no hace todavía muchos años engrandecían la noche vieja burgalesa soslayando el miedo al frio? No sé. De repente pasaron a la historia. Aquellos cotillones de la discoteca Roma, Don D o Campeador, propios de un tiempo, ahora casi inmemorial, marcaban la diferencia entre la Navidad y el resto del año.
Aquellas noches en que grandes grupos se dirigían directamente al Armstrong, las colas que se montaban en la discoteca Cup,s en mitad de Reyes Católicos, donde personas perfectamente uniformadas con traje y corbata o pajarita, bolsa de serpentinas y confeti en una mano y un buen gorro de color rojo colocado en la cabeza esperaban pacientemente la entrada. Tiempos en que pocos se perderían el cotillón de Pentágono, los antológicos cotillones de fin de año de Robinson, Tucán,  Drumens o para los más mimosos los de la Montecarlo.
Cada uno se metía en su discoteca de cabecera, donde disfrutaba del mejor garrafón, bailando hasta el amanecer para, a las tantas, salir a la calle raudos a la churrería más cercana donde, a poco, finalizaba la fiesta.

Es lo que hay. Algo ha cambiado en poco tiempo y aunque las nuevas generaciones no han conocido aquellas discotecas que, como tales, proliferaban hace no demasiados años, enseguida se han puesto al día. Ahora bien. Hay cosas que no cambian. La calidad de la bebida sigue desmereciendo a los locales actuales, igual que lo hacía en aquellos otros hace ya tantos años, por lo que sería deseable que el producto a despachar en esos locales viniera adornado de la calidad que se merece un festejo de esa categoría. 

miércoles, 4 de enero de 2017

El año del rebumbio.

CUANDO yo era un chaval en mi querida Galicia, solíamos jugar a un juego llamado el rebumbio. Consistía básicamente en hacer cada uno lo que le daba la gana. Unos corrían. Otros escapaban y el que más y que menos hacía mutis por el foro o se ponía a comer una piruleta o el bocadillo de la mañana. Eso sí, jugábamos todos. A veces más de cuarenta chavales al mismo juego. Evidentemente, no había forma de saber quién iba con un equipo, con otro, o con ninguno. Aquello era un barullo, un desorden, un ruido de muchas personas que hablaban o se movían a la vez, o como dice la RAE un ruido retumbante. Salvando las distancias este 2016 que acaba de terminar ha venido a ser algo parecido.


El Brexit, Trump, el populismo, el terrorismo islámico. Se han muerto muchas celebridades Fidel Castro, Prince, George Michael, la princesa Leia o Debie Reynolds. Se ha muerto Leonard Cohen que quizá habría tenido más derecho al Nobel que el propio Bob Dylan.


En España, tras diez meses de bloqueo político, la marca de agua son las peleas por el poder en todos los partidos, en el PP de momento sujetadas por la mano de hierro de Rajoy, pero en el resto nada más que peleas. El PSOE ha sufrido el síndrome de Pedro Sánchez y ahora Javier Fernández y compañía tienen que sufrir a los críticos que no tienen claro a quien apoyar. Podemos con su duelo de poder por hacerse con Madrid y los maquiavélicos movimientos entre pablistas y errejonistas. De Izquierda Unida ni hablar, su líder nos ha dicho que no son una izquierda amable ni de orden. En general ha sido un año caliente. Las tarjetas black, el desafío independentista o la negativa al cumplimiento de las sentencias del Tribunal Constitucional por parte de un sector nacionalista catalán, a su vez dominado por un partido como la CUP han acabado por dar un baño de incapacidades al oprobioso cartel político español.


En Burgos un alcalde bajo mínimos sin poder ni capacidad de movimiento se encuentra agarrado por las pudendas y con un poder absolutamente limitado, por lo menos para acometer el arreglo de la Plaza Mayor. El PSOE, ayudado por Imagina, se ha empeñado en censurar al alcalde, sin un motivo que lo justifique y Ciudadanos ha movido sus peones en cruz, sólo comiendo.


Afortunadamente, por fin han conseguido que se cierre la circunvalación, aunque siguen sin atreverse con la AP1, que sigue reservada al público de pago. 


¿Que nos queda ahora?, pues que el 2017 no sea peor y que la consolidación política aguante lo mínimo imprescindible para que los ciudadanos no tengamos la sensación de vivir en un rebumbio.

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...