miércoles, 4 de enero de 2017

El año del rebumbio.

CUANDO yo era un chaval en mi querida Galicia, solíamos jugar a un juego llamado el rebumbio. Consistía básicamente en hacer cada uno lo que le daba la gana. Unos corrían. Otros escapaban y el que más y que menos hacía mutis por el foro o se ponía a comer una piruleta o el bocadillo de la mañana. Eso sí, jugábamos todos. A veces más de cuarenta chavales al mismo juego. Evidentemente, no había forma de saber quién iba con un equipo, con otro, o con ninguno. Aquello era un barullo, un desorden, un ruido de muchas personas que hablaban o se movían a la vez, o como dice la RAE un ruido retumbante. Salvando las distancias este 2016 que acaba de terminar ha venido a ser algo parecido.


El Brexit, Trump, el populismo, el terrorismo islámico. Se han muerto muchas celebridades Fidel Castro, Prince, George Michael, la princesa Leia o Debie Reynolds. Se ha muerto Leonard Cohen que quizá habría tenido más derecho al Nobel que el propio Bob Dylan.


En España, tras diez meses de bloqueo político, la marca de agua son las peleas por el poder en todos los partidos, en el PP de momento sujetadas por la mano de hierro de Rajoy, pero en el resto nada más que peleas. El PSOE ha sufrido el síndrome de Pedro Sánchez y ahora Javier Fernández y compañía tienen que sufrir a los críticos que no tienen claro a quien apoyar. Podemos con su duelo de poder por hacerse con Madrid y los maquiavélicos movimientos entre pablistas y errejonistas. De Izquierda Unida ni hablar, su líder nos ha dicho que no son una izquierda amable ni de orden. En general ha sido un año caliente. Las tarjetas black, el desafío independentista o la negativa al cumplimiento de las sentencias del Tribunal Constitucional por parte de un sector nacionalista catalán, a su vez dominado por un partido como la CUP han acabado por dar un baño de incapacidades al oprobioso cartel político español.


En Burgos un alcalde bajo mínimos sin poder ni capacidad de movimiento se encuentra agarrado por las pudendas y con un poder absolutamente limitado, por lo menos para acometer el arreglo de la Plaza Mayor. El PSOE, ayudado por Imagina, se ha empeñado en censurar al alcalde, sin un motivo que lo justifique y Ciudadanos ha movido sus peones en cruz, sólo comiendo.


Afortunadamente, por fin han conseguido que se cierre la circunvalación, aunque siguen sin atreverse con la AP1, que sigue reservada al público de pago. 


¿Que nos queda ahora?, pues que el 2017 no sea peor y que la consolidación política aguante lo mínimo imprescindible para que los ciudadanos no tengamos la sensación de vivir en un rebumbio.

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