No hace mucho Podemos dio la gran noticia: vamos a centrarnos.
LLegarían llegar a un entente que pusiera las bases de lo que debería ser el
futuro “programático” de la formación. Deberían poner luz y taquígrafos sobre
las ideas que marcarían los pasos de la formación. Deberían decidir si salir de
las formaciones absolutistas o salir del apoyo de Izquierda Unida y pasar a
posiciones de ámbito más socialdemócrata que pudiesen acercarse a los votantes
socialistas desencantados. O más aun, escapar del miedo que Podemos
suscita en buena parte de la población. Decidir, en una palabra, si
escapar del populismo radical que formaba parte de buena parte de sus orígenes
y argumentos.
No cabe duda que el vocablo se ha hecho popular en poco tiempo. La
Fundación del español Urgente (FUNDEU) ha puesto negro sobre blanco al
elegir “populismo” como su palabra del año entre aquellas que han estado
presentes en la actualidad informativa y manifiestan algún interés o curiosidad
desde el punto de vista lingüístico. A su vez la RAE ha definido populismo como
la tendencia política que pretende atraerse a las clases populares, pero, y ahí
está la enjundia de la operación, el término no sólo se ha asociado a opciones
políticas como Podemos, sino que también lo ha hecho a la ultra derecha
francesa o al ahora renacido “trumpismo”.
Salir de populismos o de cualquier otra versión que se maneje
lleva consigo una claridad absoluta de ideas e igualdad en el discurso, sin que
puedan interponerse cuestiones de poderío o de peleas de machos. Y eso es
lo que aqueja a Podemos. Una lucha sumida en cuestiones de poder detrás de una
discusión programática. Ya en sus inicios Podemos se unió al resto de la
“casta” al aportar a sus propios corruptos. Cosas de la casta, decían en
aquellos momentos. Ahora la aportación al programa no deja de ser una izquierda
negociadora o una izquierda hacia el extremo, más cercana a los
anticapitalistas o a los comunistas de toda la vida. Y lo peor es que sus
compromisarios no lo tienen excesivamente claro, sobre todo si nos remitimos a
los resultados de las últimas votaciones internas. Allí, en esta votación, se
pretendió más democracia, diversidad y entendimiento para ganar juntos. No
obstante, las dos facciones en litigio se han dicho y echado de todo unos a
otros, se han acusado y…. Ahora con estos mimbres deben estar preparando lo que
ha dado ya infinidad de giros mediáticos y que se conoce como Vistalegre II: el
congreso que debe sentar las bases del nuevo Podemos.
La batalla está servida. Cualquier resultado que arroje será bueno
para su democracia interna y seguramente para la democracia en general. Ahora
bien, debe ser democracia y no otros modelos que puedan coexistir con el mismo
o parecido nombre. Parafraseando al genial Antonio Romero, la diferencia entre
democracia y democracia popular es la misma que entre camisa y camisa de
fuerza. Los dos titulares de la fuerza de la razón, Iglesias y Errejón deben
ser los depositarios de lo que pueda ser el futuro de ese partido. Las formas
deberán ser pactadas entre ellos y considero que corresponde a Iglesias iniciar
el acercamiento y evitar rupturas o quiebras. No obstante por si pudiese ser de
ayuda para encontrar tal entendimiento recordaré una frase de la película “El
padrino” en la que el personaje de Jimmy Fontana le dice a Don Vito Corleone:
“¿pero Padrino, como conseguirás eso?” a lo que Don Vito le responde: “le haré
una oferta que no rechazará”.
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