miércoles, 29 de junio de 2016

Elecciones 4. El desenlace.

Ha llegado el final tan esperado. Por fin se ha despejado la margarita y hemos sabido quienes van a ser los próximos que nos van a gobernar. Habíamos esperado con impaciencia el transcurso de esos seis meses que nos habían marcado los plazos de espera para poder saber sin errores cual iba a ser nuestro destino. No ha sido así. Hemos pasado las elecciones del 26-J sin preocuparnos mucho más que del trámite. Las caras en los carteles y en los pasquines de las farolas han llenado las ciudades, por no decir del sopor que produce un mitin en pleno verano. Lo de siempre. Creería que el hastío y el fastidio que nos ha supuesto la repetición de las elecciones es solo similar al que nos ha producido el mal juego de la selección española de futbol y su retorno a casa en loor de ridículo. 

Bien, lo de menos ha sido el resultado. Mariano ha ganado y sorprendido. Podemos no ha sorpassado al PSOE y además se ha dado un batacazo y Ciudadanos no ha podido llegar a donde esperaba. El resultado ha dejado claro que todo ha quedado como estaba. Ahora debemos esperar que en los próximos días nos sorprendan con un buen arreglo a tres -ya sea PP, PSOE y Ciudadanos o Podemos, IU y PSOE- en su caso. Los estudios y cálculos los harán sus analistas, pero los segundos espadas de las organizaciones ya han adelantado sus condiciones. 

Como siempre tras los resultados, los líderes han mantenido su discurso. No ha habido autocrítica y en el fondo todos han ganado. Pedro Sánchez ha alcanzado el summun. Su partido ha quedado otra vez como llave, pero perdiendo combustible y ahora lo único realmente conseguido ha sido batir su peor marca y todavía se ha quedado contento porqué Podemos no les ha adelantado. Rivera ha dicho que el centro existe y viene a quedarse, pero ha culpado de sus malos resultados a la Ley electoral. Más bien debería haberle echado la culpa a las malas estrategias en cuanto a los pactos realizados o a la perra que ha tenido con lo de no apoyar a Rajoy. Iglesias, dolido y visiblemente sorprendido con el resultado, ha dicho que es amargo que no se haya podido formar un gobierno con una mayoría de progreso. Lo esperado.

A partir de aquí solo nos queda plantear preguntas y esperar las respuestas adecuadas ¿Será capaz Pedro Sánchez de sacar petróleo de esta nueva situación? Posiblemente sí. ¿Seguirá Ciudadanos pidiendo la salida de Rajoy? Seguramente no. ¿Será capaz Rajoy de conseguir un gobierno donde antes no se pudo? Espero que sí. ¿Aceptará Rajoy la propuesta de investidura que, con toda seguridad le propondrá el Rey? Pues, en su línea, volverá a depender de si dispone de los apoyos necesarios. Lo lógico. 

La única opción irrazonable es la de la convocatoria de unas terceras elecciones, por lo que no cabe, de nuevo, el planteamiento de repetirlas solo para sacar a Rajoy del poder. Éste, ahora afianzado en su posición obliga a esos partidos a buscar otras opciones. Pero no debe pensar que está todo ganado. 
Él, debe ser el primero en evitar que cualquier pequeño contratiempo lleve a la celebración de unas nuevas elecciones, por lo que debe pactar. Pero con mayúsculas. Conseguir el poder no es suficiente. Ese poder debe ser utilizado para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, por lo que deberá exponer al resto de los partidos, en que está dispuesto a ceder, cambiar o reformar. No estaría mal empezar por hacer una purga en todos aquellos lugares aquejados de corrupción. Seguro que los apoyos aumentarían. 

Por demás, una tercera vez pondría en marcha, de nuevo, toda la maquinaria electoral y los millones de euros de gasto que ello supondría. Efectivamente, el sistema democrático lo exigiría y la convocatoria llevaría consigo todo esa parafernalia, pero un nuevo despropósito de doscientos millones de euros de gasto parece excesivo de por sí. No son necesarios muchos cálculos para adivinar hacia donde podrían haber ido esos euros. 
Por su parte, los partidos, en su pantagruélico apetito volverían a sacar las carteras y repetir errores del pasado, manteniéndonos en una constante campaña electoral, con la particularidad de que perpetuaríamos a Mariano en la presidencia en funciones. Al final acabaríamos pidiendo al Rey un gobierno de concentración. Esperemos que no.

miércoles, 22 de junio de 2016

Elecciones 3. PP y Ciudadanos.

Se preguntará el ávido lector porqué he dejado para el final estos dos partidos políticos y además unidos. La explicación no es difícil. Dos hermanos se querían pero tuvieron divergencias. Las diferencias de opinión entre el mayor y el menor les llevaron a enfrentarse y odiarse a medio gas y los problemas acabaron llegando. El uno lanzaba pullitas al otro y el otro contestaba en consecuencia. El mayor marcó su territorio con poderío y el otro llamó a antiguos amigos a fin de agrandar su, más pequeño círculo y allí comentar las cosas que su hermano no había querido atender. 

Propagaron públicamente sus desazones. Mi hermano pequeño es…, decía el uno. Jamás me juntaré con mi hermano mayor…, decía el otro. Lo que empezó como desencuentro concluyó en un principio de guerra. Había causus belli. El mayor endureció su discurso y el menor buscó nuevas amistades. Realmente los amigos del otro pero, con más ganas de marcha los sábados.

Para afianzar sus objetivos, el hermano mayor ofreció grandes ventajas. El hermano menor no se hizo esperar y aunque de su soflama salió prácticamente lo mismo, algunos le anunciaron que si decía exactamente lo mismo que su hermano mayor no acabaría de despegarse de él y parecería que no era más que un mero anexo. Aparecieron los consejeros. Si había que diferenciarse, sería por todo lo alto, ofreciendo incluso imposibles. Finalmente se uniría a una facción contraria asegurando a los cuatro vientos que jamás se uniría su hermano.

Sus iniciales seguidores enseguida le advirtieron. Yo te quiero ti, pero a no a los otros. Si te juntas con aquellos volveré con tu hermano mayor. Debes buscar algo que te diferencie dentro de la igualdad. Debes definirte y buscar tu propio espacio sin pretender salirte de tus orígenes y ahí te irá bien. Conseguirás que los amigos de tu hermano, descontentos con su forma de actuar, vuelvan a ti. Pero cuidado, siguen siendo de tu hermano.

El PP y Ciudadanos, Ciudadanos y el PP están condenados a entenderse. Por más que se pretenda ocultar, las raíces que les sustentan son esencialmente las mismas, los votantes iniciales son básicamente los mismos y ambos deberán tener muy en cuenta esto. Aunque los votantes del PP son los más fieles, ello no quiere decir que acepten cualquier gato que se les pretenda colar. Si un votante del PP mira a su izquierda se encontrará con el PSOE o con Podemos, por lo que un voto a Ciudadanos será válido siempre que mantenga el rumbo adquirido en su fundación. 

Entre ambos han ofrecido bajar los impuestos, apoyar a los autónomos, mejorar la sanidad, eliminar la repetición de curso escolar, eliminar las diputaciones, eliminar el senado, eliminaría la agravante por sexo…o defender a muerte la unidad España.
No excluyamos que una buena emulsión de ambos partidos, sin descartar otros, podría ser la solución que hemos estado buscando los últimos seis meses. 

viernes, 17 de junio de 2016

Lágrimas en la lluvia. El debate.

Los medios de comunicación nos habían hecho desear esta nueva confrontación entre los grandes líderes de nuestra sociedad política. Nos habían dicho que esta vez el grupo iba a estar completo, que la presencia de Rajoy como cuarto interlocutor válido iba a dar al debate una marcha que no había tenido el del anterior mes de diciembre.
Llegó el día y la parafernalia fue la esperada. Mucha luz, pero pocos taquígrafos. Los dirigentes de la Academia de la Televisión habían previsto un trabajo realmente fino. No podía permitirse ningún fallo. Así fue y con una rimbombante llegada, se dieron cita aquellos grandes próceres de la nación.
Rajoy y Sánchez, como manda la tradición, con riguroso traje y corbata. Los emergentes Rivera e Iglesias, en uso de la reciente moda del “sincorbatismo” dieron una imagen de chicos modernos, apartados de cualquier tipo de casta a la que se les pudiese emparentar.

Después de ligeros roces entre los presentadores, que en plan macho alfa se estorbaron hasta dejar marcados los territorios, se inició el ansiado debate que comenzó Pablo qué, coleta al viento, nos sorprendió bajando el tono que suele esgrimir en su discurso, seguramente por la nueva línea socialdemócrata en que quiere colocar a su partido, dejando marcadas sus máximas electorales con una mirada inicial a Pedro que se repitió innumerables veces a lo largo de todo el espacio. Somos la izquierda razonable Pedro, decía haciendo ojitos al del PSOE. No te equivoques de adversario. Nuestro mutuo adversario son el PP y Rajoy. Pedro, mirando de refilón a Pablo, no dijo ni sí ni no y se dedicó en cuerpo y alma a castigar a Rajoy.  Albert en el tono conciliador a que nos tiene acostumbrados, dejó atrás sus defectillos anteriores de escenificación y se dedicó a mover papeles de un lado para otro, buscando un lugar adecuado donde poner las manos. Y por fin Mariano, apoltronado en su atril supo contestar a unos y otros en el mejor porte del maestro viejo que sabe utilizar sus mañas con los alumnos. Fue memorable cuando riñó a los tres adversarios políticos diciéndoles que cuando se viene a un debate hay que traerse la lección aprendida. Los otros se revolvieron soliviantados.

Después de casi dos horas de vigilia pudimos sacar alguna conclusión, que no solución. Rajoy es un duro fajador que sabe resistir los envites de tres o de treinta y tres, mientras sea en su terreno. Pero la presión de tres rudos contrincantes inquiriéndole por la corrupción en su partido, puede hacer temblar a cualquiera. No fue capaz de decir algo notable sobre cómo arreglar los problemillas de su partido, más que recurrir al clásico “y tú más”.
Sánchez ha perdido fuelle. Ha demostrado ser una persona con objetivos fijos y fijados previamente. Quiere ser presidente y esa es la única condición que acepta. No importa a donde haya que mirar. De momento se ha limitado a poner mala cara a cualquier propuesta de su derecha y a partir de este debate, también de su izquierda.
Rivera ha tomado carrerilla. Su postura conciliadora, sin pedir un puesto de presidente o similar, le ha hecho salir favorecido de este envite. Siempre y cuando sepa o sea capaz de mantener esa postura centrada podrá ser capaz de sacar punta a una situación que, a priori, se le presenta bastante complicada.
Iglesias se ha convertido en un fino estilista que ha sabido aprovechar el tirón que le puede dar la impostura de los demás oponentes, para plantear una estrategia perfectamente elaborada, en la que por medio de un discurso de baja intensidad, pide el voto de la izquierda, de toda la izquierda como si de hijos suyos se tratase, para luego comérselos como cuando Saturno se comió a los suyos.

En fin. Estos debates, muy americanos ellos, enfrentan a personas con criterios divergentes que nos presentan, no sus propuestas de programa, sino lo malos que son los otros o los programas de los otros. Se decía que iba a ser el revulsivo que necesitaba aquel treinta por ciento de votantes todavía indecisos, pero la realidad es que este debate no ha sido otra cosa que lágrimas en la lluvia. Únicamente ha valido para cubrir con algunos rayos centelleantes el panorama de oscuridad general en que hemos estado sumidos los pasados seis meses.

Es la hora de que el votante dé su opinión sobre quien será el que centellee los próximos cuatro años. Como siempre, el resto quedará relegado a intentar que lo que se haya prometido se cumpla. El escenario parece sacado del monólogo final del replicante Roy Batty en la película Blade Runner

martes, 14 de junio de 2016

Elecciones 2. PSOE


No tardando Pedro Sánchez se enfrenta, de nuevo, al mayor reto de su incipiente carrera política por medio de la presentación a unas elecciones en las que todas las encuestas vaticinan una pérdida masiva de votos para su partido y una brutal acometida desde los partidos de su izquierda que amenazan con puentearle y hacerle un roto de considerables dimensiones. Vamos, lo que se viene llamando hoy en día un sorpasso. Las cosas no le van saliendo muy bien, últimamente. De aquel pacto de carácter centrista que había hecho con Ciudadanos no ha quedado más que el marchamo de partido cercano al PP. De los escarceos con Podemos, todo lo contrario. Un tufillo a partido revolucionario que pretende ir contra la mayoría de las estructuras del Estado. Aun así, no fue posible llegar a un acuerdo que, a buen seguro, todavía no está no olvidado ni guardado. 

Quizá para retomar la posibilidad de aquel pacto, Pablo ha intentado apropiarse de la proclama socialdemócrata para su partido colocándole al bueno de Karl Marx el marchamo de socialdemócrata. La pena es que era comunista. Y además de todo el cuerpo. Incluso los comunistas socios de Podemos han apurado a dejar claro este concepto. 

Pedro, a instancia de los grandes poderes del partido ha debido contestar con rabia ¡oye que los social demócratas somos nosotros!, y además de toda la vida. Y se han enzarzado en una discusión sobre Marx y Engels. ¿A ver desde cuando vosotros buscáis una política reformista de participación ciudadana o la protección del medio ambiente o la integración de minorías sociales. 

Ahora se encuentra en el lío de su vida. Desde el partido le han advertido que hay que evitar la hegemonía de Podemos y le han dejado claro que el PSOE ha perdido el izquierdazo de aquel voto joven aquel que generalmente más se acercaba al partido. Aquellos que ahora votan emergente. Por eso ha debido cambiar su discurso para poder atraer a sangre nueva al partido y se ha tenido que volcar en aquel votante mayor de cuarenta que casi siempre ha sido mayoritariamente voto cautivo del PP.

Sin embargo, él sigue con su técnica de poder: cualquier resultado es bueno si el que sale ganando soy yo. Así que a su vez, él ha advertido a los barones del partido que cualquiera que sea el resultado, si hubiera que pactar, él directamente será quien controle los pactos antes y después de las elecciones.Para investidura o para pactos de gobierno. No importa que pacte bajadas de impuestos como pide el PP o subidas masivas cómo pretende Podemos. 
No importa que tenga en contra a la mitad de ellos. Alguno esperando la llegada de la bandeja con su cabeza, en forma de escrutinio inferior a noventa escaños y aun así, ya veríamos. Que dirá Ximo. ¿Se estará frotando las manos? La cosa no le pinta bien. 

En la entrevista que le perpetraron recientemente en la Sexta, a Pedro le pusieron delante a una señora de más de setenta años y ama de casa que se destapó preguntándole por cosas de economía avanzada. Pedro con gran aplomo y una sonrisa le contestó que él, era un bussines friendly. Algo así como favorable para los negocios. Así nos va.







miércoles, 8 de junio de 2016

Elecciones 1. Podemos.

El pasado sábado no se me ocurrió otra cosa que quedarme hasta las tantas esperando que saliese una ¿entrevista? que le iban a perpetrar una serie de familias de todos los rincones de España al líder de Podemos Pablo Iglesias. 
Así, esperé pacientemente para demostrarme a mí mismo que esa cadena de televisión es, como mínimo equitativa, cuando presenta alguno de sus programas. No hubo suerte. 
Primero, el presentador del programa, el ínclito Iñaki López se hartó de pasarle la mano por el lomo a Pablo, haciéndole unas preguntas que, para sí, las quisiese Bárcenas. Blandas y sin ningún tipo de interés más que para el preguntado que, con una sonrisilla en los labios daba contestación a preguntas de alcance sin despeinar ni un pelo de su briosa coleta.
Luego, después de demostrar que conoce el saludo en varias lenguas españolas, comenzaron las familias. El presentador les había repetido varias veces que podían preguntar las veces que quisiesen al entrevistado que para eso estaba allí y bla, bla, bla. 
Pero ya se sabe que un político es alguien capaz de darle vueltas a la palabra para expresar infinidad de vocablos sin hacer una frase que dé contestación a lo que se le ha preguntado. Y en eso Pablo Iglesias es de los mejores. 
Comenzó su aserto con una frase que dará la vuelta al mundo de la política y que formará parte de los programas de ciencia política de todas las universidades a partir del próximo curso: “a preguntas claras, respuestas claras”. Las familias allí reunidas, traían una pregunta preparada de casa y una vez contestada, a nadie se le ocurrió repreguntar o decirle al preguntado algo así como: ¡eso no es lo que le he preguntado Sr. Iglesias! ¿Alguna pregunta más? repetía Iñaki a la falta de respuesta que se observaba en las contestaciones. No. No. Decían al unísono los convidados de piedra. 
De piedra me quedé yo cuando Pablo dijo aquello de “quien gana en votos es el que gana las elecciones”. ¿Quizá esta vez dejará que gobierne el PP si es el partido más votado? Supongo que no iría la contestación por ahí. Así seguimos bastante rato. Hasta hubo momentos divertidos. No dejó de tener su gracia cuando prometió un referéndum sobre los toros???

La cosa es que después de haber sufrido  tal paseo militar, cautivo y desarmado, me fui a dormir y confieso que tuve pesadillas. Quizá fue por ese motivo que soñé que Pablo salía de una piscina diciendo: “Me mojo y me sumerjo entero. Cataluña tiene derecho a decidir pero no se irá de España”. Luego posiblemente explicó como lo haría, pero yo ya debía estar en otro sueño y no pude enterarme de cómo lo haría. Es lo que tienen los sueños. 

miércoles, 1 de junio de 2016

Viva España.

Después de pelear bravamente, los dos equipos españoles se alzaron con la victoria en el siempre difícil campo de San Siro. Sí. Los dos equipos. Sólo uno podía ganar, pero ambos se trajeron para casa la impronta de dos equipos que lo dieron todo para conseguir levantar la copa. 

Seguro que no es necesario hacer una larga exposición de los méritos de unos y otros a la hora de haber demostrado su empeño en las más de dos horas que duró semejante duelo. Esta justa se recordará largamente, aunque no haya sido la primera vez que dos equipos españoles se enfrentaban en una final de la ahora Champions League. 

Todavía se recuerda con orgullo patrio aquella primera final entre dos equipos españoles, en Saint Dennis en el 2000, o aquella segunda final de Lisboa de 2014 que acabó por segunda vez con dos equipos españoles peleando por la ansiada copa continental de clubs. Ahora volvían los mismos equipos a intentar una gesta semejante. Todo estaba preparado. Todos los medios lo habían adelantado. Un gran despliegue por parte de cualquier medio de comunicación que se preciase. Las fuentes donde se bañarían los hinchas de ambos equipos estarían listas en cualquier ciudad de España. Las banderas de ambos clubs se colgarían en las ventanas de todas las ciudades. 
Daba gusto ver la cantidad de banderas que aparecieron colgadas a lo largo y ancho del país. Esas banderas marcarían el acento que los aficionados españoles sentían por los colores de sus equipos. No hubo más espectáculo que el puramente deportivo. 

Pero, únicamente, banderas deportivas o de representación del país al que pertenecían ambos equipos. No hubo politiqueos ni expresiones independentistas. No hubo pitos a nadie que no fuesen los propios lances del juego. Nada que no pasase por aquello que se supone formaba parte del juego. Si tuviésemos que buscar algún cante, como siempre el de las manifestaciones de los jugadores peleándose entre ellos o algún otro enseñando la tableta. Bien por ello.

Lo cierto es que si hubo un ganador no fue otro que el Rey Felipe VI (reconocido colchonero) que tuvo la oportunidad de disfrutar del propio sufrimiento que se suponía ver como pasaban los minutos viendo cómo se le escapaba a su equipo entre los dedos la final soñada. Sólo fue en ese rato cuando se le vio como un aficionado más. Al final sonreía como un chaval al entregar la copa a uno de los equipos de su país.


MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...