Se
preguntará el ávido lector porqué he dejado para el final estos dos partidos
políticos y además unidos. La explicación no es difícil. Dos hermanos se
querían pero tuvieron divergencias. Las diferencias de opinión entre el mayor y
el menor les llevaron a enfrentarse y odiarse a medio gas y los problemas acabaron
llegando. El uno lanzaba pullitas al otro y el otro contestaba en consecuencia.
El mayor marcó su territorio con poderío y el otro llamó a antiguos amigos a
fin de agrandar su, más pequeño círculo y allí comentar las cosas que su hermano
no había querido atender.
Propagaron públicamente sus desazones. Mi hermano
pequeño es…, decía el uno. Jamás me juntaré con mi hermano mayor…, decía el
otro. Lo que empezó como desencuentro concluyó en un principio de guerra. Había
causus belli. El mayor endureció su discurso
y el menor buscó nuevas amistades. Realmente los amigos del otro pero, con más
ganas de marcha los sábados.
Para
afianzar sus objetivos, el hermano mayor ofreció grandes ventajas. El hermano
menor no se hizo esperar y aunque de su soflama salió prácticamente lo mismo, algunos
le anunciaron que si decía exactamente lo mismo que su hermano mayor no
acabaría de despegarse de él y parecería que no era más que un mero anexo. Aparecieron
los consejeros. Si había que diferenciarse, sería por todo lo alto, ofreciendo incluso
imposibles. Finalmente se uniría a una facción contraria asegurando a los
cuatro vientos que jamás se uniría su hermano.
Sus
iniciales seguidores enseguida le advirtieron. Yo te quiero ti, pero a no a los
otros. Si te juntas con aquellos volveré con tu hermano mayor. Debes buscar
algo que te diferencie dentro de la igualdad. Debes definirte y buscar tu
propio espacio sin pretender salirte de tus orígenes y ahí te irá bien.
Conseguirás que los amigos de tu hermano, descontentos con su forma de actuar,
vuelvan a ti. Pero cuidado, siguen siendo de tu hermano.
El
PP y Ciudadanos, Ciudadanos y el PP están condenados a entenderse. Por más que
se pretenda ocultar, las raíces que les sustentan son esencialmente las mismas,
los votantes iniciales son básicamente los mismos y ambos deberán tener muy en
cuenta esto. Aunque los votantes del PP son los más fieles, ello no quiere
decir que acepten cualquier gato que se les pretenda colar. Si un votante del
PP mira a su izquierda se encontrará con el PSOE o con Podemos, por lo que un
voto a Ciudadanos será válido siempre que mantenga el rumbo adquirido en su
fundación.
Entre ambos han ofrecido bajar los impuestos, apoyar a los
autónomos, mejorar la sanidad, eliminar la repetición de curso escolar,
eliminar las diputaciones, eliminar el senado, eliminaría la agravante por
sexo…o defender a muerte la unidad España.
No
excluyamos que una buena emulsión de ambos partidos, sin descartar otros, podría
ser la solución que hemos estado buscando los últimos seis meses.
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