El
pasado sábado no se me ocurrió otra cosa que quedarme hasta las tantas
esperando que saliese una ¿entrevista? que le iban a perpetrar una serie de
familias de todos los rincones de España al líder de Podemos Pablo Iglesias.
Así, esperé pacientemente para demostrarme a mí mismo que esa cadena de
televisión es, como mínimo equitativa, cuando presenta alguno de sus programas.
No hubo suerte.
Primero, el presentador del programa, el ínclito Iñaki López se
hartó de pasarle la mano por el lomo a Pablo, haciéndole unas preguntas que,
para sí, las quisiese Bárcenas. Blandas y sin ningún tipo de interés más que
para el preguntado que, con una sonrisilla en los labios daba contestación a
preguntas de alcance sin despeinar ni un pelo de su briosa coleta.
Luego,
después de demostrar que conoce el saludo en varias lenguas españolas, comenzaron
las familias. El presentador les había repetido varias veces que podían
preguntar las veces que quisiesen al entrevistado que para eso estaba allí y
bla, bla, bla.
Pero ya se sabe que un político es alguien capaz de darle
vueltas a la palabra para expresar infinidad de vocablos sin hacer una frase
que dé contestación a lo que se le ha preguntado. Y en eso Pablo Iglesias es de
los mejores.
Comenzó su aserto con una frase que dará la vuelta al mundo de la
política y que formará parte de los programas de ciencia política de todas las
universidades a partir del próximo curso: “a preguntas claras, respuestas
claras”. Las familias allí reunidas, traían una pregunta preparada de casa y una
vez contestada, a nadie se le ocurrió repreguntar o decirle al preguntado algo
así como: ¡eso no es lo que le he preguntado Sr. Iglesias! ¿Alguna pregunta
más? repetía Iñaki a la falta de respuesta que se observaba en las
contestaciones. No. No. Decían al unísono los convidados de piedra.
De piedra
me quedé yo cuando Pablo dijo aquello de “quien gana en votos es el que gana
las elecciones”. ¿Quizá esta vez dejará que gobierne el PP si es el partido más
votado? Supongo que no iría la contestación por ahí. Así seguimos bastante
rato. Hasta hubo momentos divertidos. No dejó de tener su gracia cuando
prometió un referéndum sobre los toros???
La
cosa es que después de haber sufrido tal
paseo militar, cautivo y desarmado, me fui a dormir y confieso que tuve
pesadillas. Quizá fue por ese motivo que soñé que Pablo salía de una piscina diciendo:
“Me mojo y me sumerjo entero. Cataluña tiene derecho a decidir pero no se irá
de España”. Luego posiblemente explicó como lo haría, pero yo ya debía estar en
otro sueño y no pude enterarme de cómo lo haría. Es lo que tienen los sueños.
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