jueves, 28 de febrero de 2019

QUEEN. Una rapsodia bohemia.



Hace, ya, muchos años, tuve la fortuna de ser invitado por la Discoteca “Sol Play Boy” de La Coruña a la presentación de un grupo que, allende nuestros mares, estaba pegando muy fuerte. Además, asistiríamos al sorteo de uno de sus singles que había sido número uno en Inglaterra, noticia de gran importancia en la época.
En tiempo y forma nos presentamos una ingente cantidad de personas que, al albur de la invitación, allí nos habían citado. El grupo en cuestión se llamaba Queen y estaba formado por un astrofísico melenudo, un dentista, un ingeniero electrónico y un cantante con los dientes hacia fuera. La propaganda comercial había sido brutal. Nadie con unos mínimos conocimientos musicales podía permitirse el lujo de dejar de conocer a aquel grupo que cantaba con algo de falsete y que sonaba de una forma que parecía de otra época. Aquel estilo se vino llamar “Opera rock” o “Glam rock”  y no se parecía nada a lo anteriormente oído, pero todos los asistentes en aquella discoteca saltábamos y cantábamos como si fuera la música más conocida de la historia. Acostumbrados a la música marcada por Pink Floyd, Deep Purple, Led Zeppelin, Rolling Stones y, por supuesto, los ya disueltos Beatles, nada recordaba a lo que hacía aquel nuevo grupo. La presentación del álbum “Sheer Heart Attack”:Certero Ataque al Corazón fue un acontecimiento y su canción principal “Killer Queen” algo así como “Reina matadora” no dejó indiferente a nadie.
Con aquel estilo musical, Brian MayFreddie MercuryJohn Deacon y Roger Taylor comenzaron una carrera que los llevaría a grabar catorce discos de estudio, vender más de 27 millones de copias o hacer historia en el estadio de Wembley en el famoso concierto Live Aid en 1985.
Queen se disolvió en 1991 tras el fallecimiento de Freddy Mercury, aunque quienes le vimos cantar la canción de las Olimpiadas de 1992 con la Caballé, no nos lo acabábamos de creer.
Por obra de la tecnología, Queen ha vuelto mediante el biopic de Mercury en el film “Bohemian Rhapsody”, que nos recuerda los momentos buenos de la banda y tapa otros momentos más oscuros que, creo debemos dejar olvidados. Esta peli, nominada a los Oscar a mejor película y a mejor actor para un genial Rami Malek, retuerce un tanto la verdad para llegar al gran público y hacer un espectáculo bonito pero, al mismo tiempo, nos deja un buen sabor de boca que confirma las palabras de Malek: “Nadie puede ser Freddy Mercury”. Por cierto, tengo en gran aprecio el premio de aquel sorteo: un single de “Killer Queen”.

Fajinitis.



En el ámbito castrense es corriente que cuando un coronel está en trámites de un previsible ascenso a general, cambie su carácter, su talante e incluso su razón y pase a ser una persona diametralmente opuesta a la que había sido pocos días antes. Tal situación cubre a los nominados con una capa gris, a veces negra, que obliga a que la exigencia eleve su nivel, de bien a lo siguiente. A partir del momento de su designación, se inicia la campaña. Todo será manifiestamente mejorable y todo lo actual se discutirá hasta que su impronta quede perfectamente definida. Tal situación, en que pasan el día haciendo campaña, se denomina “fajinitis”, simbolizando la colocación del fajín del generalato. Sólo se conoce una forma de alivio: el ascenso a general. De no ascender, la “fajinitis” se mantendrá permanentemente o hasta confirmar su ausencia, con lo que el coronel, consciente de que su escenario militar acaba en aquel empleo, vuelve a ser quien antes era.
Salvas sean las distancias, este “padecimiento” ha venido dándose a nuestra clase política en los últimos 40 años. Cada vez que unas elecciones asoman, los políticos pasan a ser personas diferentes a quienes habían sido durante los anteriores cuatro años, es decir las personas oscuras y sombrías que habían permanecido sentados o acostados en sus sillones del Parlamento. Ello supone que, a partir de la convocatoria, los políticos modifican el talante, ponen sonrisa “profidén” y se lanzan a la calle a besar niños y abuelas.
Pedro Sánchez, que ha convocado al pueblo para unas elecciones generales el próximo 28 de abril, se ha metido en campaña, es decir en plena “fajinitis” y ha comenzado dándose un homenaje de dieciocho minutos dirigido a su parroquia (la que le queda) para contarles lo “bien” que ha ido todo durante esos pocos meses que ha detentado el poder. El PP no le va a la zaga. Sus candidatos salen a la calle buscando acercarse a su público, hasta que, en el poder, regresen a los ancestros de Génova 13, donde permanecerán recluidos hasta las próximas elecciones. Los nuevos partidos no hacen menos. Promesas de todo tipo y todo visiblemente perfilado.
El señor alcalde, consciente de que sus posibilidades de ser reelegido con una mayoría aplastante son muy limitadas, no para. Va de aquí para allá inaugurando obras, arreglos de calles, buscando la obra que le dé la marca del campeón. Cualquier corte de lazo es importante y válido para conseguir un voto más.
En fin, como dijo Sánchez, “llámenme clásico, pero sin presupuestos uno no puede gobernar”. Me permitiría añadir: Ha comenzado la “fajinitis”; perdón, la carrera electoral.

domingo, 17 de febrero de 2019

EL EQUILIBRIO DEL TREN: Grouñidos en el desierto.


Desde aquel “Váyase Sr. González” que profería José María Aznar, no se había conocido en nuestra historia reciente un hecho que, no por normal, ha dejado de ser sorprendente. Este pasado domingo los españoles (sólo ciertos españoles) se han echado a la calle para pedir convocatoria de elecciones al presidente del gobierno.
Los asistentes han dicho a Sánchez que no aceptan su trayectoria política y debe hacer lo propio de un presidente democrático arreglando la situación en que ha metido al país por su ansia de permanencia en el poder y su asiento en el sillón curul.
La máxima ha sido el hartazgo y agotamiento de la sociedad al ver como las palabras, promesas y propuestas ofrecidas a los ciudadanos antes, ahora y posiblemente después, se constituyen en humo según pasan del dicho al hecho. No debe extrañar, por tanto, que la forma de predecir la realidad o ficción de sus palabras pase por conocer previamente si fueron dichas dentro o fuera del traje de presidente. Tal cual, una película de los Hermanos Marx.
Tanto la falsa convocatoria de elecciones inmediatas a su designación tras la moción de censura, cómo la íntima negociación con aquellos que pretenden romper el estado de derecho e incluso la tibia forma de enfrentarse a una parte secesionista de la sociedad actual son parte de su proceder. La aceptación de veintiún puntos obligacionales en las pretensiones del gobierno separatista catalán, incluyendo entre ellos la paridad en la negociación entre Estado y Comunidad Autónoma, han aumentado el rechazo. Su propio partido se ha unido a la queja. No todos, pero sí importantes. Guerra, García-Page, Vara…Éstos han dejado el perfil y se lo han exigido, pero en su defensa ha salido la vicepresidenta Calvo alegando la existencia en España de un clamor por el diálogo.
En consonancia, Sánchez, eludiendo el riesgo, se ha atribuido la publicación de un libro redactado por la escritora Irene Lozano, donde refiere las vicisitudes que le han ido ocurriendo desde su llegada al poder en 2014 y cómo, sorteando la verdad, ha conseguido la permanencia en el poder y sus ventajas. Ciertamente notable. Pero tal ocurrencia de este presidente, mitad friki y mitad vendedor de humo con ínfulas de estadista, sólo ha añadido ganas al PP, Ciudadanos y Vox a alentar a sus parroquias en su salida a la calle y la petición de convocatoria de elecciones.  Veremos su resultado. Mientras, reconocer al presidente su capacidad de llevar al extremo una de las máximas de Groucho Marx: “…esos son mis principios, y si no les gusta, tengo otros”. Presidente: ¡Elecciones ya!


EL EQUILIBRIO DEL TREN: La nueva religión.



En 1931 Manuel Azaña dijo que España había dejado de ser católica, pero no acertó. España posee, aproximadamente, un 70% de católicos. Innegable es que, últimamente ha bajado cuatro puntos, quizá como consecuencia la pérdida de fe, las dudas sobre el papel de la Iglesia, su responsabilidad en ciertos casos de corrupción o el nubarrón que la sobrevuela consecuencia de denuncias por casos de pederastia.
Lo cierto es que la Iglesia ha ido perdiendo progresivamente clientela y con ello el monopolio de la impartición de sacramentos, por lo menos en la forma en que los conocíamos.  Hasta hace poco, los Sacramentos de la Iglesia, Bautismo, Eucaristía, Matrimonio …, eran de obligado cumplimiento y era la Iglesia quien marcaba su ley. Pero, un día, pasó. El primero en caer fue el matrimonio que, con su conversión en civil, disputó a la Iglesia el honor de regular los gananciales y con ello el gusto de colocar flores en los altares, pasando a las concejalías el derecho al arroz y al adorno floral.
Era el primer paso. Sólo faltaba que algún ilustrado cavilase que sobraba depender de la Iglesia para cumplir aquellas tradiciones y osase participar que, sí era posible lo uno, también podía ser posible lo otro. Así surgieron el bautismo civil, la primera comunión civil y lo que te rondaré morena.
En Rincón de la Victoria, bonito pueblo de Málaga, una mujer solicitó al Consistorio de la localidad, una comunión civil para su hija. Laica, vamos. Que reflejase el paso de la infancia a la adolescencia, sin perder el blanco, el cancán y resto de bendiciones. Pero eso sí, sin cura.
Lo siguiente no tardó. En Getafe una concejala del PSOE, ha parido la primera fórmula de bautismo civil, (acogimiento civil, le llama) como alternativa al bautismo, alegando que se trata de dar la bienvenida al recién nacido a la comunidad y a la ciudadanía. Con padres, padrinos y resto de concurrencia de punta en blanco, mientras se leen a un bebé, atentísimo, los derechos que le otorga Naciones Unidas.  Vaya chorrada. Tanto que, tras dos años de la implantación de estos festejos, sólo han celebrado siete “bautizos” y dos “comuniones”.
Y como de una chorrada sólo puede salir otra, a una concejal de Lorca no se le ha ocurrido otra cosa que casar a dos perros, Alma y Dody. No faltó, siquiera, la referencia a la felicidad y el amor mutuo que se había de tener la pareja que, por supuesto aceptaron alegremente, seguramente pensando en el posterior viaje de novios.
Ratifico lo que dice Carlos Herrera cuando afirma que en España no cabe un tonto más.  La Iglesia haría bien en tomar buena nota.


MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...