Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de
las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la suponen un
verso suelto dentro del partido, por llevarse a matar con otros miembros del
partido del gobierno y otros la dan como preparada para no sé qué relevo. Yo
creo que no. Margarita es una persona leal al partido y además absolutamente
leal al presidente del Gobierno que es, quien graciosamente, la ha puesto ahí y
la está manteniendo en el puesto. Cierto es, que Margarita ha sabido llevar una
política de no agresión con los militares, dándoles, de vez en cuando, un poco
de cera y coba a fin de parecer provista de una cercanía en la línea de los
gestionados. Véase aquella foto con chaleco antibalas y un casco qué… Ahora bien,
cuando las cosas se han revuelto, Margarita se ha mostrado ella misma y ha sacado
las uñas, por ejemplo, contra aquellos militares retirados que entendían, que
lo aprendido en su época de militares en activo no se correspondía con la
tibieza con que se gestionan actualmente los supuestos que apuntalan la unidad
de España. Insignificante minoría, les llamó. Según ella, esas actitudes no se
pueden consentir, así que, para enderezar este tinglado, autorizó a su subsecretaria
de Defensa para emitir una Instrucción en la que quedasen reflejadas las normas
básicas para fomentar los principios y valores constitucionales en los
centros docentes militares. Es decir, comenzar en la base: los
cadetes y alumnos de las Academias Militares. Ahí ordena que las
actividades realizadas en esos Centros estén en consonancia con los principios
establecidos en la Constitución, especialmente en lo relacionado con la
convivencia en democracia y el respeto a los valores que la inspiran, evitando
así efemérides
antidemocráticas o ceses fulminantes. Esta Instrucción refuerza el respeto al
principio de neutralidad política de los militares en los Centros Docentes
militares, evitando usos o exhibiciones de simbología que vulnere principios y
valores constitucionales, además de repetir una amplia panoplia de derechos y libertades
fundamentales, todas ellas incluidas en el texto constitucional, como si los
militares no lo conocieran. Visto objetivamente, aunque estemos leyendo una
Instrucción del Ministerio de Defensa, perfectamente podían parecer las bases
para cualquier ONG que se precie. Esos valores,
fundamentales y ciertamente, obligados en el acervo de todos los españoles y
por supuesto de los militares, no deberían hacer olvidar a la ministra y su
subsecretaría que la Constitución dice más cosas. Únicamente recordarle los
artículos 8 o 30. Ninguno de ellos citado ni en una sola ocasión en tal Instrucción.