viernes, 22 de enero de 2021

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

 


Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la suponen un verso suelto dentro del partido, por llevarse a matar con otros miembros del partido del gobierno y otros la dan como preparada para no sé qué relevo. Yo creo que no. Margarita es una persona leal al partido y además absolutamente leal al presidente del Gobierno que es, quien graciosamente, la ha puesto ahí y la está manteniendo en el puesto. Cierto es, que Margarita ha sabido llevar una política de no agresión con los militares, dándoles, de vez en cuando, un poco de cera y coba a fin de parecer provista de una cercanía en la línea de los gestionados. Véase aquella foto con chaleco antibalas y un casco qué… Ahora bien, cuando las cosas se han revuelto, Margarita se ha mostrado ella misma y ha sacado las uñas, por ejemplo, contra aquellos militares retirados que entendían, que lo aprendido en su época de militares en activo no se correspondía con la tibieza con que se gestionan actualmente los supuestos que apuntalan la unidad de España. Insignificante minoría, les llamó. Según ella, esas actitudes no se pueden consentir, así que, para enderezar este tinglado, autorizó a su subsecretaria de Defensa para emitir una Instrucción en la que quedasen reflejadas las normas básicas para fomentar los principios y valores constitucionales en los centros docentes militares. Es decir, comenzar en la base: los cadetes y alumnos de las Academias Militares. Ahí ordena que las actividades realizadas en esos Centros estén en consonancia con los principios establecidos en la Constitución, especialmente en lo relacionado con la convivencia en democracia y el respeto a los valores que la inspiran, evitando así efemérides antidemocráticas o ceses fulminantes. Esta Instrucción refuerza el respeto al principio de neutralidad política de los militares en los Centros Docentes militares, evitando usos o exhibiciones de simbología que vulnere principios y valores constitucionales, además de repetir una amplia panoplia de derechos y libertades fundamentales, todas ellas incluidas en el texto constitucional, como si los militares no lo conocieran. Visto objetivamente, aunque estemos leyendo una Instrucción del Ministerio de Defensa, perfectamente podían parecer las bases para cualquier ONG que se precie. Esos valores, fundamentales y ciertamente, obligados en el acervo de todos los españoles y por supuesto de los militares, no deberían hacer olvidar a la ministra y su subsecretaría que la Constitución dice más cosas. Únicamente recordarle los artículos 8 o 30. Ninguno de ellos citado ni en una sola ocasión en tal Instrucción.

sábado, 16 de enero de 2021

MIEDO.

Los humanos siempre hemos tenido miedo, hemos sido seres temerosos que siempre hemos estado expectantes a la hora de validar nuestros auténticos intereses. Pero un pueblo no sólo puede vivir de sus intereses. Véase, por ejemplo, a los españoles. Hemos tenido miedo a los romanos, a la peste, a los moros, al cambio político que se produjo en 1982. A todo aquello que lleve consigo un trastorno de placida vida que, se supone, debe llevarse en un país mediterráneo como éste. Sin embargo, hasta los miedos han cambiado y ahora se teme a cosas más mundanas: la hipoteca, el paro, la política… cosas que hasta hace bien poco tiempo no les dábamos la suficiente importancia. Pero la pandemia nos ha traído los últimos miedos, que posiblemente no sean los últimos, sino que sean los primeros de una nueva especie:  no poder ir a los bares, no poder charlar con los amigos, evitar los abrazos y roces… y quizá el peor de todos: aquel que además de tenernos acongojados, puede obligarnos a pensar. No es otro que el miedo a vacunarse. Vacuna sí o vacuna no.

Efectivamente la pandemia se ha llevado consigo mucha gente, ha contagiado a millones de personas en todo el mundo, pero a cambio, en un plazo mínimo se ha podido sacar una solución, por lo menos medianamente práctica, para evitar que esto siga corriendo. Con ella surgen los qué desluciendo tanto a la propia pandemia como a su propia solución, se enredan en decir que no están de acuerdo con la vacunación o cosas mucho más peregrinas como puede ser que lo harán cuando se hayan vacunado los políticos o cuando se conozcan los resultados de otros países. ¿Será miedo a posibles efectos secundarios? Cierto es que no ayuda lo que se ve en los WhatsApp, benditos WhatsApp que nos ponen encendidos ¡ojalá fuesen falsos! La vacunación de determinados políticos con jeringuillas sin aguja o carga, o sin apretar el gatillo. Personajes superfamosos que obligan a los enfermeros a hacer auténticas virguerías para que no se noten sus añagazas al esconder la jeringuilla con la tapa puesta. Bueno, era de esperar dentro de las expectativas normales de esta humanidad. Ya ha pasado con la gripe y su vacuna, que todavía no está mayoritariamente aceptada y donde todavía mucha gente toma como un orgullo decir que no la utiliza.

En fin, con esta realidad social no alcanzamos las garantías mínimas a perder nuestros miedos, pero debemos pensar que el resultado siempre puede ser peor: mantener confinamientos, bares cerrados, economía por los suelos o la más complicada que se me ocurre: ¿hasta dónde podrá llegar un patrono que exija a sus empleados una prueba de estar vacunados?


CARTA A LOS REYES MAGOS.


Este año me he puesto a hacer la carta a los Reyes Magos y posiblemente me habré pasado, posiblemente siete pueblos, pero mira, si hay alguien que pueda arreglar ciertos desbarajustes y traernos algo, seguro que son ellos.

Si luego las observan algo precipitadas, los Reyes aplicarán aquello de “Contra el vicio de pedir…” Pero, aun así, siempre espero que caiga algo.  

A Melchor le diría que, aunque me han parecido muy emotivas las imágenes de la gente que había enviado sus fotos familiares para salir como público en el Concierto de Año Nuevo, le pediría que el año que viene podamos ver el concierto de Año Nuevo con público y escuchar el Danubio Azul y la Marcha Radetzky con la gente dándose buenas palmadas en las piernas o las sonrisas de los japoneses al entrar en el Musikverein de Viena.

A Gaspar le pediría que, por fin, pudiera haber en España un Poder Judicial independiente y que el Ejecutivo y el Legislativo les dejaran en paz. Me gustaría pedirle que los políticos en coalición pudieran ponerse de acuerdo en aceptar algo que la gente ha votado en 1978. O que los que no la llegaron a votar, por no haber estado allí, olviden ese rollo de que “aquellos eran el pasado y nosotros somos el futuro”. También le pediría que la justicia persiga a cualquiera que se haya marchado de España por, presuntamente, haber admitido prebendas, pero que lo haga con todos. Con igualdad. Con todos aquellos que hayan pecado o vulnerado la Ley. Independientemente que sean políticos en activo, en pasivo o mediopensionistas.

Y a Baltasar, lo más difícil. La primera, me gustaría pedir que la Guardia Civil pudiera por fin disfrutar de un sindicato o lo más parecido posible a uno de ellos. No creo que fuese muy difícil, ya que, si el gobierno ha encontrado la manera de acceder a la posibilidad de dar indultos a personas que han pretendido romper el país, no veo muy complicado encontrar la manera legal de hacer que la Guardia Civil pueda tener un organismo que les defienda. La segunda y aun reconociendo su complejidad, pediría que por fin el AVE llegue a Burgos. Pero claro, entendiendo qué si no es posible, no se lo tendremos en cuenta.

En fin, mañana vienen los Reyes y ojalá hayan tenido tiempo de leer mi carta y sobre todo complacerme, pero por si acaso, recuerdo que los Magos han enviado un Paje adelantado que, con la forma de Riccardo Muti en el Concierto de Año Nuevo, dio un speech, del qué recomiendo, sobre todo a los políticos, su repaso, ya que les aclarará mucho las ideas.


MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...