miércoles, 30 de diciembre de 2020

¿UN AÑO PERDIDO?

 

Por fin, pasado mañana será el último día de 2020 que, si nada cambia, celebraremos con restricciones, limitaciones, prohibiciones… es decir de pena. Las noticias del año deberían ser sobre lo que hemos conseguido o logrado, pero si echamos la vista atrás lo único que recordamos es lo que hemos perdido. Reuniones familiares, deporte, olimpiadas…, así que es difícil encontrar las grandes noticias que nos haya aportado este año que nos deja. Sólo encontramos COVID 19.

A quienquiera que le preguntes te dirá que este año debe acabarse cuanto antes, que ha sido un annus horribilis o que ha sido un año perdido. No tengo dudas sobre lo primero o sobre lo segundo, pero sí sobre lo tercero.

Comenzamos el año con la esperanza de que el 2020 fuera algo diferente por aquello de que el numero era bonito y que, interiormente, siempre buscamos la relación de algún número con la realidad. Como cuando la Guerra del Golfo en 1991 con la implicación de España o el temido año del “Efecto 2000”. Aunque, luego, como en la Lotería del Gordo o la del Niño, nada tienen que ver los números bonitos con los que luego tocan.

Pero no todo pueden ser malas noticias. La humanidad, que ha sido capaz de crear un virus letal que ha puesto en peligro su propia subsistencia, ha sido capaz, también, de crear en tiempo récord una vacuna para su curación. Esto nos llama a la esperanza de que cualquier enfermedad que podamos padecer, solamente necesita un ingrediente básico para poder focalizar su curación y no es otro que el dinero. Parece mentira, pero aun cuando las grandes multinacionales farmacéuticas estén deseosas de poder vender sus productos y además de poder tener un éxito sobresaliente en cualquiera de sus investigaciones, no está claro si invierten lo suficiente en ciertas medicinas para que el mundo pueda vivir un poco mejor. El cáncer, el ELA, el párkinson…etc.

Estos deben ser los sucesivos retos para el año 2021 y siguientes, y ese debería ser nuestra imagen y guía para los próximos años.

De esa experiencia debería nacer una sociedad nueva que nos hiciese más solidarios y responsables, pensando que las pérdidas materiales volverán y aceptando que todos aquellos que no han podido aguantar su tirón o su fuerza y se han ido como consecuencia de este maldito virus, son los héroes que debemos llorar y recordar.

Somos conscientes de que este año 2020 ha sido muy raro y que nos ha dado gran cantidad de problemas, así que, a falta de otros argumentos, miremos adelante y pasemos por el filtro de las vacunas.  Mahatma Gandhi nos lo adelantó: “El futuro depende de lo que hacemos en el presente”. Feliz año 2021.

DIECISIETE NAVIDADES DIFERENTES.


Pues si amigos, sí. Aunque pensábamos que 2020 no tendría nada bueno, que casi así ha sido, su liquidación traerá consigo algo que necesitamos: una Navidad más y de regalo de Reyes, la deseada vacuna.  

2020 va a tener Navidad, luces, en algunos lugares mejores y en otros un poco más flojas, cenas y lotería e incluso podremos, casi seguro, reunirnos con algunos contados familiares y pasado mañana cantar villancicos con mascarilla y a distancia. Todo casi normal, pero con precauciones para que la temida “tercera ola” de la pandemia nos dé un margen de apertura que nos permita ver a nuestros familiares y poder salir a la calle a tomarnos un pincho o unas bravas con la consabida caña en estas fiestas tan emotivas.

Pero, estando en España, país diferente donde los haya, estaremos permanentemente amenazados por la incertidumbre ya que, a cada cierto kilómetro de distancia, de una Comunidad a otra, es decir, cada vez que salgamos de la propia y nos metamos en la ajena, podemos estar teniendo determinados derechos que en la nuestra no había o contraviniendo ciertas normas.

Y, se preguntará el lector, ¿cómo es esto? Pues, fácil. Todo depende de su presidente o de lo que esa Comunidad Autónoma haya decidido, ya que el Ministerio de Sanidad y el gobierno, han dejado vendidas a las Comunidades dándoles autorización, por medio del consabido Real Decreto, para decidir lo que es o no es pecado. O sea, poner sus propias normas en su Comunidad, sin observar que los españoles, tal y como dice la Constitución, somos iguales ante la ley y por lo tanto debería ser el propio Ministerio quien hubiera dado las normas más o menos rigurosas para que todos hubiéramos tenido una Navidad similar. Las diferencias en horarios, grupos de personas y allegados, diferentes posibilidades de cantar villancicos o forma de brindar hacen que podamos estar en una Comunidad haciendo algo tan ricamente y pasar a la de al lado y estar contraviniendo absolutamente las normas más elementales.

Eso sí. Explicaciones, las justas. Es lo que tiene el salto de mata. Incluso el presidente del Gobierno aquejado de un oportuno contagio, ha decidido confinarse y desaparecer unos días para no tener que salir a la palestra y explicar porque Aragón tiene unas normas y Galicia otras.

En fin, como no todo deben ser quejas o protestas, seamos positivos y aceptemos como una gracia que la pandemia nos haya dejado este leve margen para disfrutar de estas Navidades. Hagámoslo y esperemos que el próximo año las podamos celebrar en mejor situación y sobre todo con mucha más confianza. Suerte con la lotería y feliz Navidad a todos.


CARMEN DE ESPAÑA.

 

España siempre ha dado de sí grandes mujeres que han sabido llevar el nombre del país por allá donde quiera que han ido. Literatura, política, música, investigación, variedades, televisión… Por unas u otras razones, han acabado recibiendo el apelativo de “de España” dejando una estela de esplendor y lucimiento, envidia de naciones y culturas. Muchos ejemplos, lamentablemente no todos, puedo aportar, representativos del anterior apelativo: Carmen Laforet, Sevilla, Machi, Campoamor, Amaya, Martín Gaite, Maura… hasta Carmen de Mairena. Todas ellas orgullo de España.

Pero como hasta en la mejor cesta podemos encontrar impurezas, ahí nos hemos encontrado a Carmen “la de Cabra”. Vicepresidente del Gobierno y anteriormente ministro de Cultura y de Igualdad y personaje que habiendo podido ser alguien, no es más que un exiguo y bamboleante muñeco tentempié a favor de su solemnemente pomposo jefe.

Ella, que lleva con orgullo ser una persona subordinada a otra de la que parece inseparable, confirma el término adlátere, al que José María García dio vida, ratificando que cualquiera sirve para “jesusera”, abraza farolas u ocupar la posición de vicepresidente del gobierno, con la única misión específica de tapar los agujeros que va dejando su jefe, por donde pasa.

Comenzó como Ministra de Cultura, con aquello de “Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas” o “El cine ha perdido espectadores por culpa de la política hostil del PP”. Luego como feminista Ministra de Igualdad fue castigo y martillo para la RAE, creando términos gramaticales propios como la “expertitud”, o frases para el peor circunloquio: “Yo he sido cocinera antes que fraila”. Como vicepresidente ha hecho grandes favores a la causa de su jefe por medio de ferviente apoyo a cualquiera de sus ocurrencias. Aquello de que el presidente ha tenido otra vida anterior en la que no era presidente y que lo dicho anteriormente no tiene que ver con lo que haga ahora, pretendiendo, además, convencer a los administrados de tal obtusa explicación, será objeto de estudio en las Universidades durante los próximos siglos.

Ella que hasta afiliarse en el PSOE Era independiente, no independentista, ahora celebra las palabras de Rufián sobre el tal paraíso fiscal de Madrid o aplaude los pactos que su jefe ha hecho con Bildu o con ERC. En fin.

Pero cuidado, ella que nunca llegará a ser Carmen de España, podría ser la próxima ministro de Interior o de Defensa. Así que, cantémosle aquellos versos de la famosa coplilla de Quintero, León y Quiroga “Yo soy la Carmen de España y no la de Merimé y no la de Merimé. Me han cantado en el teatro, lo mismo que a la Traviata, más le aviso a más de cuatro que voy a meter la pata…

 

EMÉRITO.

 

Cuentan qué en una celebración de carácter militar, el entonces Rey Juan Carlos acabó el acto y saltándose el protocolo, paseó por el recinto saludando a unos y otros. Dos de los presentes, uno militar y el otro un “melenas” de cultura supermoderna, esperaron su llegada con la mano extendida. Aquel Rey se dirigió directamente al “melenas” dejando al militar con un palmo de narices. Aquel primer Rey cercano, no distante y sí separado de la lejanía que supone ser súbdito, acabó llamándose “Campechano primero”.

Hace 45 años cogió un país cojo, tuerto y sin cerebro y por sus méritos consiguió que los padres y abuelos de todos estos que ahora protestan contra él y piden explicaciones, pudiesen vivir en un país de derechos y garantías, entre ellas la del derecho a la presunción de inocencia o la de que nadie, sin ser imputado o investigado, pueda hacérsele objeto de persecución.  

Pero él, que consiguió los mejores logros, estabilidad y honores para España, ha debido irse. Parece ser que consintió prebendas económicas por las gestiones realizadas. Puede ser. Los contrarios a su sistema de estado, incluso involucrando a su hijo en este lío, dicen que se ha marchado huido y que por ello la Casa Real deberá dar explicaciones. Un mérito si tenemos en cuenta su inviolabilidad o su falta de imputación o investigación.

Lo cierto es que, errores sí ha cometido. Algunos de alcance, otros de concepto, otros de bulto. Pero ¿quién no?  Le han pedido explicaciones y él ha pedido perdón, algo que no ha hecho ni el más progresista de los sobrados presidentes o vicepresidentes del gobierno que han gobernado España por más que hayan organizado pirulas de las gordas. Los más voraces vocingleros, exigentes de aquellas explicaciones, sin pensar que muchos de los que braman están incursos en la misma problemática, en un amago de democracia exigen su cabeza, empeñados en que pague por sus actos, ya con su ruina la política o poniéndonos soviéticos con su apaleamiento público. Todo vale, sobre todo teniendo en cuenta que la coalición de gobierno, por poner un ejemplo, ha mentido, engañado, estafado, burlado la ley... y aquí no ha pasado nada. De esos vaivenes casi nada ha trascendido. Más bien, pudiera ser que tal persecución tenga algo escondido y oculto que pretenda dirigir la mirada del público hacia esta parte evitando la atención en otros circos de mayor calado.

En fin, no sé dónde estará, pero he recibido un WhatsApp con cuatro Reyes Magos camino de Belén. El cuarto aparece como si se hubiera colado ahí de rondón. Los otros tres lo miran como diciendo “vamos, no te quedes atrás”.

LA REINA EN EL PALACIO DE LAS CORRIENTES DE AIRE.

 

La trilogía Millennium, del malogrado Stieg Larsson, describió las azarosas peripecias de Lisbeth Salander, extraña heroína que sufría los reveses de la famosa saga.

La primera novela, “Los hombres que no amaban a las mujeres” tenía un título significativo. La segunda se tituló “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”, título también revelador y la tercera “La reina en el palacio de las corrientes de aire” presenta a la protagonista siendo, finalmente, ella misma.

Según entraba en el meollo de la intensa trama, me sonaba cercana la situación actual de nuestra política patria con el proceder del presidente de Podemos y vicepresidente del gobierno. La similitud entre éste y las novelas de Larsson, no deja de ser cuando menos, llamativa.

Comenzó su andadura como macho alfa, fantaseando con dar latigazos a Mariló Montero. Su entrada en política cubrió de pequeños incendios aquel ámbito en que se desenvolvía: el Parlamento Europeo, relaciones con Venezuela, idilio con sus peculiares “amigos” etc. Se diría que las similitudes acababan en ese segundo libro, pero no. Es el tercero el que marcó la pura y dura realidad.  

Después de conseguir contra todo pronóstico un maridaje con Sánchez, que se presume eterno, y que ha servido para continuar su propia revolución permitiéndole hacer lo que le surja de las gónadas, al igual que en “La reina…”, se comporta como si fuese, efectivamente, lo máximo dentro de palacio, dentro de la convulsa política sin que puedan perturbarle las corrientes de aire que intente poner a su lado, cualquier soporífero presidente.

Se pretendían aprobar los PGE, así qué adecuando la situación a sus mejores intereses, ha pactado con quien le ha parecido mas afín a sus predicamentos: ERC, Bildu…etc. Eso sí, eliminando de ese pacto al molesto Ciudadanos.

Hubo de acompañar al Rey en un viaje a Bolivia y más parecía que era el Rey quien iba de acompañante. El presidente “olvidó” invitarlo a la reunión que gestionaría los miles de millones del fondo europeo y enseguida le recriminó airado, consiguiendo que aquel reculara. Está en todo.

Desde aquellas tiendas de campaña en las plazas mayores de pueblos y ciudades hasta el “casoplón”. Desde la vida en Vallecas hasta poner contra las cuerdas al gobierno estatal. Desde pactar, en plena pandemia, con sus “amigos” una Ley de Educación disgregadora, la penúltima subida de impuestos o la pretensión de modificar la política fiscal de toda España para esquivar Madrid, siempre ha llevado la lata de gasolina en mano, incendiando aquí y allá cualquier objetivo en contra de sus propios intereses. Si Larsson hubiera necesitado inspiración para el personaje de Alexander Zalachenko, no creo que pudiera encontrar mejor ejemplo.

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...