Cuentan qué en una celebración de carácter militar, el entonces
Rey Juan Carlos acabó el acto y saltándose el protocolo, paseó por el recinto
saludando a unos y otros. Dos de los presentes, uno militar y el otro un
“melenas” de cultura supermoderna, esperaron su llegada con la mano extendida. Aquel
Rey se dirigió directamente al “melenas” dejando al militar con un palmo de
narices. Aquel primer Rey cercano, no distante y sí separado de la lejanía que
supone ser súbdito, acabó llamándose “Campechano primero”.
Hace 45 años cogió un país cojo, tuerto y sin cerebro y por sus méritos
consiguió que los padres y abuelos de todos estos que ahora protestan contra él
y piden explicaciones, pudiesen vivir en un país de derechos y garantías, entre
ellas la del derecho a la presunción de inocencia o la de que nadie, sin ser imputado
o investigado, pueda hacérsele objeto de persecución.
Pero él, que consiguió los mejores logros, estabilidad y honores
para España, ha debido irse. Parece ser que consintió prebendas económicas por
las gestiones realizadas. Puede ser. Los contrarios a su sistema de estado, incluso
involucrando a su hijo en este lío, dicen que se ha marchado huido y que por
ello la Casa Real deberá dar explicaciones. Un mérito si tenemos en cuenta su
inviolabilidad o su falta de imputación o investigación.
Lo cierto es que, errores sí ha cometido. Algunos de alcance,
otros de concepto, otros de bulto. Pero ¿quién no? Le han pedido explicaciones y él ha pedido
perdón, algo que no ha hecho ni el más progresista de los sobrados presidentes
o vicepresidentes del gobierno que han gobernado España por más que hayan
organizado pirulas de las gordas. Los más voraces vocingleros, exigentes de
aquellas explicaciones, sin pensar que muchos de los que braman están incursos
en la misma problemática, en un amago de democracia exigen su cabeza, empeñados
en que pague por sus actos, ya con su ruina la política o poniéndonos
soviéticos con su apaleamiento público. Todo vale, sobre todo teniendo en
cuenta que la coalición de gobierno, por poner un ejemplo, ha mentido, engañado,
estafado, burlado la ley... y aquí no ha pasado nada. De esos vaivenes casi
nada ha trascendido. Más bien, pudiera ser que tal persecución tenga algo
escondido y oculto que pretenda dirigir la mirada del público hacia esta parte
evitando la atención en otros circos de mayor calado.
En fin, no sé dónde estará, pero he recibido un WhatsApp con cuatro
Reyes Magos camino de Belén. El cuarto aparece como si se hubiera colado ahí de
rondón. Los otros tres lo miran como diciendo “vamos, no te quedes atrás”.
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