Parece
mentira pero sin tener prácticamente conocimientos de medicina me he dado
cuenta que conozco perfectamente los síntomas de una enfermedad. Esta
enfermedad llamada “truebitis”, con unos síntomas que la hacen perfectamente
diferenciable, se caracteriza por la negación de la españolidad, el sentimiento
compungido por haber ganado la guerra de la Independencia o el deseo imperioso
de ir con el equipo contrario cuando juega la selección española.
Aunque
pueda parecer que estos síntomas son propios o por lo menos coincidentes con
otras enfermedades raras (véase la “nacionalismitis”), ésta se caracteriza por
ser avalada por las manifestaciones de uno de los actuales genios de nuestra
cinematografía patria. O no.
Fernando
Trueba es un director de cine, quizá de lo mejor que pueda haber hoy en día en
España, a quien se le han encontrado, sobre todo últimamente, una serie de
carencias que le identifican como una persona poco recomendable para tratar y
que manifiesta, sin ninguna duda, un evidente desconocimiento de cómo respira
el español de a pie.
Fernando,
que hasta hace poco era conocido exclusivamente por sus películas o por sus
producciones musicales, fue nombrado hace cosa de un año para recibir un premio
de manos del ministro de Cultura y en el momento y lugar para ello, en vez de
dar las gracias y poner la cara que se debe poner cuando se recibe un premio, a
todas luces merecidísimo, va y se pone a decir sandeces sin ton ni son, entre
otras que no se ha sentido español ni cinco minutos en toda su vida. La cara
del ministro cambió de color tres o cuatro veces pero supo mantener el tipo. Sin
embargo, no fue capaz de corregir in situ a aquel personaje que, con sus
palabras, estaba metiendo los pies en un charco de lo más desagradable. Trueba,
no habiendo recibido ninguna amonestación, continuó con su perorata diciendo
que él prefería ir incluso con el equipo contrario. Bobadas que se dicen en un
momento de falta de control y que luego
resulta que cuesta mucho trabajo arreglarlas.
La
cosa es que poco más de un año después, Fernando Trueba va y presenta su última
película La Reina de España. Esta película con un elenco de lujo con lo más
granado del repertorio farandulero que podemos encontrar hoy en nuestro cine
patrio y con un presupuesto que vaya usted a saber, se ha colocado a niveles de
las películas americanas de serie B, en cuanto a términos de recaudación.
Parece ser que la recaudación real no ha llegado ni a un tercio de la esperada.
La realidad no ha dejado de chocar tanto a la gente de la calle como a la gente
del cine, que han podido observar cómo una película que posiblemente pudiera
ser de lo más atractiva que actualmente se exhibe en la gran pantalla, ha
pasado a ser una rémora parecida a lo que sucedió con aquella castaña que le
perpetraron al Capitán Trueno.
Fernando
se ha preguntado por qué había pasado esto y los actores, seguramente, también.
Santiago Segura, hábil y avispado, seguramente en su rol del productor, ha
empezado a moverse haciendo publicidad muy a su estilo y ha dado un llamamiento
a las masas para que no se olviden que están dejando de ver una película muy
bonita. Lo siguiente ha sido el Sr. Evolé que se ha desprendido con lo de siempre:
“los que dicen esas cosas son unos fachas”.
Y
así unos y otros han echado la culpa del resultado a movimientos en su contra
en internet e incluso a un torero que pasaba por allí. Si no fuese porque la
película cita el nombre de España, seguramente algunos más hubieran dicho algo,
pero no ha sido el caso.
Sin
embargo Fernando ha tenido una oportunidad de desagraviarse y dar alguna
explicación sobre su comportamiento en aquella fecha y sobre todo por aquellas
declaraciones. He podido asistir con los ojos como platos a una entrevista que
le perpetró mi querida Susanna Griso al mundialmente conocido director de cine.
Éste nos ha venido decir que han sido unas declaraciones poco afortunadas, pero
que han sido sacadas de contexto y en las cuales él quería haber explicado los
españoles con ironía y con sarcasmo una verdad que el aprecia y manifiesta
permanentemente como consecuencia de su liberalismo y de la libertad que debe
obrar en una democracia como la nuestra. Se ha explicado pero no ha pedido
disculpas, ha mirado a la cámara con cara de osito con los ojos de aquella
manera y ha dicho que él no es culpable de nada más qué de manifestar un
sentimiento que entiende, no es representativo de nada. No lo ha hecho mal. A
ello ha ayudado bastante la labor de la madre Susana que le hacía unas
preguntas tan veniales que se quedarían cortas ante el interrogatorio de la
mejor de las madres a un hijo díscolo.
No
parezca que Sussana se ha vuelto blanda. No. Pero por si acaso alguien se estuviese
preguntando qué estaba haciendo Trueba en Antena 3 respondiendo preguntas
previamente calculadas y estudiadas, quizá deba saber que la película La Reina
de España está participada por Antena 3 Televisión o lo que es lo mismo por A3MEDIA.
Bien,
cada uno sabrá lo que tiene que hacer y el que quiera ver esa peli, que la vaya
a ver y el que no quiera qué no vaya, pero en su caso creo de recibo darle un
cariñoso aviso a Fernando con el sentimiento de aprovechar estas palabras para
recordarle la visión de aquella famosa película de Curtis Hanson en la que una
mala, malísima Rebecca de Mornay era la mano que mece la cuna.
Con ella aprendimos
que la mano que mece la cuna es la
mano que domina el mundo, por lo que después de ver esa
película quizá Fernando se vuelva más pulcro y piense que antes de decir algo
que luego pueda ser contraproducente para sus intereses debe recordar que las
subvenciones y las participaciones para sus películas no caen del aire sino del
bolsillo de los ciudadanos.