viernes, 16 de diciembre de 2016

Mociones de censura en Burgos.


Sigue el soniquete de los últimos días con la amenaza de moción de censura al alcalde de la ciudad qué, consolidada sobre la base de los votos de tres tendencias políticas diferentes PSOE, Imagina Burgos y Ciudadanos, pretende levantarle el asiento al alcalde del PP.
Ciertamente la  Ley Orgánica de Régimen Electoral General establece que el alcalde puede ser destituido de su cargo mediante moción de censura, incluyendo el nombre del candidato propuesto para alcalde. De acuerdo. Se puede hacer y además es lícito. Pero, aun doliéndome las carnes por la defensa que pueda parecer del alcalde de Burgos, la moción de censura debe estar basada en algo consistente. Debe venir avalada por una indebida e incompetente gestión del regidor municipal elegido por los órganos votados por el pueblo.
Por eso, antes de plantearse siquiera tal posibilidad y mucho antes de pasar tal pretensión a los medios, deberían haber sacado luz y taquígrafos y haber explicado a los electores, cuál era el motivo que lleva a tres partidos de tan diverso pelaje a pretender tamaña osadía. En castellano: ¿A quién interesa tal moción? ¿Cuáles son sus principales motivos? ¿Todos contra el PP? Pero ninguno de sus líderes, Salinero, De la Rosa o Bañeres han revelado los beneficios que traerá consigo para los ciudadanos el cambio de alcalde y resto de medianeros.
Ante tal ostracismo, se me ocurre pensar que quizá el nuevo grupo que se postula para liderar el Ayuntamiento pretende bajar los elevados impuestos que, ahora, soportan los ciudadanos. O quizá pretenden bajar el IBI o, suprimir o siquiera ajustar el impuesto de incremento de valor de los bienes de naturaleza urbana, la injusta y temida plusvalía municipal. Quizá pretendan aflojar el nudo de la ORA, retirar de la circulación los temidos semáforos multa o siquiera recuperar los espacios municipales tapados para los ciudadanos. ¿Lo haría el nuevo alcalde? Si así fuese, pues adelante. Pero no. Me temo que no.
De los protagonistas, unos no tienen claro si será factible tal moción y los otros no creen que aquellos sean capaces de iniciarla. Dice De la Rosa que Lacalle no se cree lo de la moción, pero que se enterará. Vaya chulería. O Ciudadanos. En Castilla León apoya los presupuestos al PP, en España Rivera también los ha asegurado al PP y sin embargo en Burgos no acaban de aceptar las órdenes de su dirección central.
No terminan de enterarse que son la oposición y como tal, deben hacer oposición. Ver las necesidades del ciudadano y defenderlas, manteniendo esa posición, apartándose de juegos y tejemanejes políticos innecesarios.

Y a todo esto, ¿quién sería el próximo alcalde de la ciudad tras una hipotética moción? Quizá la Sra. Bañeres todavía sueñe con aquella fecha en la que estuvo a punto de ser investida como máxima regidora de la ciudad. 

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