Para saber qué es un ministerio de igualdad habrá que empezar por
lo que es igualdad. Es el principio que, sustentado en el artículo 14 de la
Constitución, reconoce la equiparación de todos los ciudadanos. ¿Y cuáles son
las importantes funciones que se le circunscriben a un Ministerio de Igualdad? Pues,
evidentemente, deberían ser todas las que afecten a la igualdad entre personas.
A ver: el gobierno va a investigar la economía del Rey Emérito. Vale, quizá sí.
Pero por igualdad, también habrá que investigar a todos aquellos que han
percibido beneficios o prebendas procedentes de otros gobiernos extranjeros.
La fiscalía investigará a quien organizó una línea de tiro con
políticos del Gobierno. Vale también. Pero, también, por igualdad, habrá que
investigar a todos aquellos que han quemado fotos del Rey o quienes hacen
aquelarres colgando personajes públicos de tendencia contraria. Incluso aquellos
que hacen un paripé pareciendo que acribillan a políticos del PP.
Más. El padre de un político pretende interponer una querella
contra otro político porque se ha referido a él como “terrorista”. De acuerdo,
investíguese. Pero, por igualdad, habrá que investigar también al político que
acusó a todo un partido de estar preparando un golpe de estado. Y otro más. Se
pretende investigar el pasado de Felipe González, seguramente por no estar de
acuerdo con la política actual de su partido. Venga. Pero igualmente habrá de
investigar las desigualdades en las muertes por corona virus, los motivos por los
que se cierran algunas calles en Galapagar, el exceso de protección policial o los
originales motivos por los que, los políticos, cobran dietas durante el
confinamiento, mientras los autónomos o pequeños comerciantes cierran o sus
trabajadores no cobran los ERTE. Igualmente, la desigualdad existente entre los
ocupas y los propietarios de las viviendas ocupadas o los despilfarros de dinero
para la cursilada de pintar de colores los furgones de correos, mientras cada
vez hay más hambrientos y el gobierno no deja de repetir que sufrimos una
crisis económica trascendental.
Todas esas cuestiones de evidente falta de igualdad entre
ciudadanos deberían ser irrogadas y objeto de investigación por cualquier
Ministerio de Igualdad que se preciase. Sin embargo, a falta de otras tareas
más importantes en que ocuparse, su responsable lo que hace es debatir sobre la
idea de la existencia de un único sexo, suelos pegajosos, techos de cristal, pelos
en los sobacos o aplaudir el lenguaje “intrusivo” de una concejal de Móstoles quien
llamó “concejala fascista” a otro concejal porque a su vez, él, la había
llamado “presidente”. En fin.
Si el único contenido que aparenta tener este Ministerio es el
de la oscura confrontación entre hombres y mujeres, más valdrá mirar de
cambiarle el nombre.
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