El pasado miércoles 8 de marzo se celebró el Día
de la Mujer Trabajadora, conmemorando lo sucedido en una fábrica
textil de Estados Unidos en 1911, donde murieron 129 mujeres y 17 hombres al
incendiarse la nave en que trabajaban. Se cree que las telas sobre las que
trabajaban eran de color violeta, por lo que el humo generado dio lugar al
color morado que actualmente representa a ese movimiento.
Para manifestar ese fin, los convocantes CC.OO y
UGT, han querido aprovechar el rebufo del éxito obtenido con la convocatoria
del año anterior, por lo que han convocado una huelga general llena de
reivindicaciones sociales: igualdad, eliminación de la brecha salarial…etc.
Para ello, los convocantes han utilizado como lema general de
la convocatoria: “Si se paran las mujeres se para el mundo”. Cierto. La
auténtica realidad. Pero para avalar tal afirmación no hacían falta proclamas contra
los hombres ni mucho menos una huelga. Nadie en su sano juicio
sería capaz de contradecir una verdad absoluta como esa, lo que demuestra el
oportunismo de los sindicatos y demás convocantes de la convocatoria.
Los resultados han sido
relevantes. Multitud de personas de ambos sexos apoyamos esas reivindicaciones
marcando el gran nivel de aceptación que goza esa reclamación.
Para conocimiento de los sindicatos, la jornada
transcurrió sin incidentes mayores si no fuese porque siempre tiene que haber cuatro
cenutrios de los llamados “piquetes informativos” que llevados
por su afán de j**** al personal se empeñaron en repetir su actitud del año
pasado y, más temprano ahora, intentaron romper el derecho a trabajar a los no
participantes en la huelga.
El fondo de esta demanda es dar a conocer la
postura de las mujeres y conseguir que los gobiernos actúen en consecuencia para
promover las condiciones para que la libertad y la igualdad entre los
individuos y los grupos en que se integran sean reales y efectivos, evitando cualquier
discriminación por razón de sexo, pero, si se plantea dentro del escenario de
una huelga general, se politiza el resultado, marcando un sesgo favorable a quien
la hubiera convocado. El apoyo social y la asistencia masiva, han demostrado
que es innecesaria la ayuda de métodos externos, como pueda ser una huelga general.
La realidad dice que las desigualdades
entre hombres y mujeres siguen existiendo y que
las condiciones para su solución son,
todavía inciertas: mientras escribo, conozco la noticia de que este
fin de semana otras tres mujeres han sido asesinadas por sus parejas. ¡Que
dolor! Condenemos esos hechos y que la justicia haga el resto, pero,
no olvidemos que los culpables son sólo ellos, por lo que si lo que se pretende
es la igualación, no podemos criminalizar a todos los hombres por el mero hecho
de ser varones.
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