Martínez (nombre falso para
no recordárselo) que estaba sentado moviendo arriba y abajo su vaso de cubata,
oyendo como los ya casi derretidos hielos hacían su típico ruido, había estado
marcando su territorio. Para ello había estado un rato mirando fijamente a una
joven de rubios cabellos. Claramente era su forma de expresar su manera de armonizar
con las bellas señoritas de la zona. Movió arriba y abajo los labios y se atusó
un par de veces su inexistente tupe. El cortejo había comenzado.
Su forma de comportamiento no difería prácticamente nada del modelo de conducta
que teníamos los demás, sin embargo, el caso de Martínez fue diferente. Sin
dejar de observar a la joven, había empezado a dar vueltas con un dedo a la
boca del vaso de cubata, cuando otra joven le sorprendió apareciéndole por la
espalda y pidiéndole baile. Martínez se rascó el cogote, miró el interior del
cubata y luego para las luces de la discoteca y pensó que sería alguna chanza
que le querría hacer alguno de sus amigos. Pero viendo que parecía serio y
firme, finalmente se levantó.
- ¿Cómo dices? Dijo Martínez.
- ¿Cómo dices? Dijo Martínez.
- ¿Que si quieres bailar
conmigo?
No se lo podía creer. Aquello
no entraba ni en sus más exaltados pensamientos. Una joven guapa y de buen ver.
Miró para ambos lados, miró para arriba, echó un vistazo hacia sus compañeros
que ya le jaleaban y animaban con las manos hacia delante - ¡Vamos! ¿Vamos!
- Umm. Claro. Claro.
Ambos se acercaron a la
pista. El suave “Woman in love” de Barbra Straisand sonaba mientras las parejas
se acercaban a la pista. Martínez agarra a la joven. Comienza el “agarrado”.
Mientras la música lenta sonaba, él le baja los brazos hasta el final de la
espalda. Ella se los sube, pero los brazos vuelven a bajar y se quedan allí.
Poco a poco, tácticamente van ganando unos milímetros preciosos hasta que se
ubican en una postura de comodidad. Comienza el juego de la X. Él curva hacia
atrás la cabeza y las piernas. Ella lo hace también.
Los alumnos que abarrotaban
el local alucinados contemplaban al nuevo héroe de la Academia. En una actitud
que se recordaría por años. Que digo años: por promociones.
Martínez a cada 6400 milésimas de vuelta levantaba la cabeza y miraba a sus amigos y compañeros que le miraban con una mezcla de odio, respeto y admiración que él no podía dejar de gustar. Era el nuevo héroe. Y el resto sin vender una escoba, recibiendo únicamente la música de Laurent Voulzy o las luces de los focos de colores en la cara. La música cambió a Earth Wind and Fire con su sonoro éxito “After the love has gone” que hizo las delicias de los danzantes y algunas parejas de las que llenaban la sala se deshicieron. La de Martinez no. Allí continuaron con su baile agarrado, cada vez más curvo y cada vez más cercano.
Con aquella segunda pieza, Martinez comenzó el acercamiento al cuello de la chica. Todavía no se habían dicho ni una palabra, pero hábil como pocos, comenzó un susurro en la oreja derecha que parecía alumbrar al resto de mundanos que alucinados, contemplábamos su gran triunfo. Comenzaron las apuestas: ¿A ver cuánto tarda en morrearla?
Martínez a cada 6400 milésimas de vuelta levantaba la cabeza y miraba a sus amigos y compañeros que le miraban con una mezcla de odio, respeto y admiración que él no podía dejar de gustar. Era el nuevo héroe. Y el resto sin vender una escoba, recibiendo únicamente la música de Laurent Voulzy o las luces de los focos de colores en la cara. La música cambió a Earth Wind and Fire con su sonoro éxito “After the love has gone” que hizo las delicias de los danzantes y algunas parejas de las que llenaban la sala se deshicieron. La de Martinez no. Allí continuaron con su baile agarrado, cada vez más curvo y cada vez más cercano.
Con aquella segunda pieza, Martinez comenzó el acercamiento al cuello de la chica. Todavía no se habían dicho ni una palabra, pero hábil como pocos, comenzó un susurro en la oreja derecha que parecía alumbrar al resto de mundanos que alucinados, contemplábamos su gran triunfo. Comenzaron las apuestas: ¿A ver cuánto tarda en morrearla?
Era como si fuera nuestra
punta de lanza. El primero que lo había conseguido y además ya no buscando,
sino que le venían a buscar. Los Caballeros habían triunfado.
Martínez se preparó para lo que venía. Aplicó su mejor sonrisa y enseño unos dientes perfectamente ordenados. El resto vendría dado.
Martínez se preparó para lo que venía. Aplicó su mejor sonrisa y enseño unos dientes perfectamente ordenados. El resto vendría dado.
No habían pasado ni un par de
segundos cuando una mano tocó la espalda de la joven. –Venga, vamos. Le decía
un paisano a la joven. Que ya me has dado celos suficientes. La chica se soltó
de Martínez y con un mínimo saludo se despidió de aquel baile, desapareciendo
por donde había venido.
Martínez se quedó sólo en
medio de la pista, sin saber muy bien que hacer, hasta que una voz procedente
de la zona donde se encontraban el resto de alumnos, le hizo despertar de aquel
agradable sueño. ¡Pringado! A Martínez le dio la risa y se volvió a la mesa
donde estaba antes con los alumnos y continuó con su cubata, posiblemente
deseoso de llegar a la Academia para aliviarse.
Muchos sábados vinieron después de aquel primero. Reconozco que según fue pasando el tiempo la cosa mejoró bastante, pero al entrar en las discotecas de aquel pueblo y ante la tesitura de establecer contacto con el personal femenino o incluso llegar a “hacer migas”, una frase apareció en el argumentario del alumnado. “Vamos, no sea que te pase la de Martínez…”
Muchos sábados vinieron después de aquel primero. Reconozco que según fue pasando el tiempo la cosa mejoró bastante, pero al entrar en las discotecas de aquel pueblo y ante la tesitura de establecer contacto con el personal femenino o incluso llegar a “hacer migas”, una frase apareció en el argumentario del alumnado. “Vamos, no sea que te pase la de Martínez…”
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