Según el evangelio de San Lucas, nos dice la Biblia que después de haberse preparado durante
cuarenta días en el desierto, Jesús de Nazaret regresó a predicar a su pueblo y muchos pobladores
de la zona no creyeron que él fuese el enviado de Dios, por lo que tomaron sus palabras como una
herejía. Allí dejó escritas aquellas acertadas palabras:
“ningún profeta es aceptado en su propia tierra”.
Después de cuatro años de continuados éxitos en
el baloncesto español en su máxima expresión, después de sacar al equipo de un
foso donde estaba metido y haber tomado las riendas de un equipo falto de
entrenador, después ingresar al equipo en la ACB, después de una primera
magnífica temporada en la que se notó una
increíble progresión de resultados consiguiendo la permanencia en la máxima
categoría del baloncesto español y con una segunda temporada que ha dado lo
suficiente como para que el equipo juegue en a Europa, viene la dirección del
equipo y “con lágrimas en los ojos” lo despiden.
¿Cómo es posible que con ese bagaje profesional
no se le quiera mantener, cuidándolo y mimándolo, incluso? Pues porqué nadie es
profeta en su tierra y menos cuando eres una persona poco social e introvertida,
amigo únicamente de trabajar, sin caer en divismos ni en celebridades. En pocas
palabras un soso. Alguien poco recomendable si quieres ir por el mundo dando
ruedas de prensa y grandes titulares periodísticos. Así ha sido. El ser humano
es desagradecido por naturaleza y más si hay dinero por medio, así que le han
sustituido por alguien con más glamour.
No hace mucho, con ocasión de la publicidad institucional que se
le iba a dar al evento de los 800 años de la Catedral de Burgos, nos
preguntábamos en Radio Evolución, quién podría hacer brillar hacia el exterior a
la ciudad con su bagaje profesional.
Difícil pregunta con una sola respuesta. Epi. Burgalés de nacimiento, exitoso entrenador de la ACB, sin devaneos
o desatinos conocidos. Un éxito. Alguien que había dado más satisfacciones a la
afición burgalesa, seguidores y no seguidores del baloncesto que todos los
intentos deportivos anteriores pretendidos.
Pero no. Epi es uno más de los muchos obligados a abandonar su tierra natal para encontrar
en otro lugar lo negado en el propio y que deberán hacerse una reputación allende su lugar de origen. Parece frustrante, pero los buenos
acaban volviendo y demostrando su valía. Epi la demostrará en cualquier lugar
donde vaya y por el bien del equipo, esperemos que no tenga que hacerlo
próximamente aquí. De urgencia.
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