El
otoño electoral nos trae unas nuevas elecciones generales y a los candidatos silenciando
sus verdaderas intenciones esperando que los votantes, ingenuamente, crean sus
cuitas y promesas. “Vota, vota. Ya haré yo, luego, lo que me dé la gana o más
interese a mi partido (o sea, a mí)”. Pronto quedarán retratados en el photocall
electoral.
Ciudadanos,
que resultó clave en la anterior composición electoral sin ganar en ninguna
parte, ha sabido gestionar bien su derrota, arrimándose a uno u otro lado de la
balanza, con acuerdos sólo posibles en una sociedad política de espectro tan amplio
como la política patria.
Todo
comenzó con lo que se pudo llamar el efecto útil del voto. El PP fue su partido
preferente y preferido para pactar y así fue. Ciudadanos se hizo con poder en
Comunidades y Ayuntamientos, haciendo nacer el efecto Igea (que casi de perder sus
primarias ha pasado a ser lo máximo, de lo máximo, en Castilla y León).
Chapó
y felicitación por esa magnífica interpretación. Es más, seguramente aquello
fue parte de un magnífico diseño de organización de Rivera qué, con tales resultados,
llegó en un momento dado, a tener entre sus garras a Sánchez haciéndole pagar sus
anteriores devaneos. Es decir, había conseguido lo que no había podido
conseguir en las urnas. Así pasó de ser liberal de izquierdas a liberal de
derechas, pensando que una nueva convocatoria de elecciones, no sería más que
una pequeñez.
Pero,
ay, la contienda no tiene enmienda, así que sabedor de los malos resultados que
le auguran las encuestas, incluso quedar detrás de Vox y Podemos, ha cambiado
el chip y ha dicho que no le importaría pactar con el PSOE.??. ¿Qué será lo próximo:
pactar con UPyD? ¡Ah! Ya lo ha hecho.
Esos
vaivenes no acabarán con el bipartidismo. Más bien, es posible que sean los
propios PP y PSOE, entre los que se ha “colado” quienes le produzcan grandes
dolores de cabeza, pero el caso será salir.
¿Y los
votantes? ¿Qué pensarán los votantes que no acepten esos vaivenes? ¿Hacia dónde
irá el voto de quienes no sepan en qué posición están y se encuentren con que
no saben sí, con su voto, apoyarán a la derecha o a la izquierda?
Es
un misterio. Pero, aun con falta de rigor, aun sin rumbo determinado, incluso desconociendo
el mar en que navegan, Albert les dirigirá. Es un prestidigitador y no está, ni
políticamente muerto, ni el partido sumido en crisis alguna. Además, ha asegurado
que no tiene inconveniente en dimitir y dejar en su sitio a Arrimadas.?? Sería
toda una opción, pero habrá que verlo.
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