viernes, 25 de octubre de 2019

ENTREVISTADORES Y COMUNICADORES.

Quiero hacer una pequeña reflexión sobre la diferencia sustancial que, entiendo, existe entre un entrevistador y un comunicador.
Ayer tuve el arrojo suficiente para ver de principio a fin la entrevista que le hizo Pablo Motos a Inigo Errejón.
Cualquiera diría que eran amigos, colegas o amiguetes (término que se lleva mucho ahora). Las preguntas realizadas conseguían llegar al público por su cercanía, su proximidad e incluso por el entusiasmo que el presentador ponía en cualquiera de ellas. Como contraprestación, el entrevistado aprovechaba para poner en solfa sus antiguas aficiones: correr delante de la policía, hacer grafitis o algunas otras cosas que provocaron el relajo del público y que en ningún caso dejaron de ser más que mínimos pecadillos al entendimiento del entrevistador. Especial fue el momento en que invocó el magnífico bacalao o las exquisitas croquetas que prepara su mentora, Manuela Carmena. En fin en la mejor línea de lo que se puede llamar una entrevista en profundidad.
Al finalizar recordé la entrevista que este mismo personaje le había aplicado, un par de semanas antes, a Santiago Abascal que, como si de un tercer grado se tratase, mantuvo en vilo al entrevistado y a parte de la audiencia. En algunos momentos de aquella, llegué a pensar que acabaría pidiéndole un certificado de antecedentes penales o una copia de su hoja de servicios de la mili.
Vamos a ver, presentador. Se trata de sintonizar con las masas, pero con todas las masas, sin hacer distingos que te encasillen en uno u otro lado de la romana. No se puede jugar a ángel con unos y demonio con otros. No se puede pretender caer bien por el mero hecho de haber hecho un bailecito con beso al calvo de turno al comienzo del programa. Un presentador o un comunicador (como se le llama ahora) tiene que estar a lo que está o en su caso no meterse en fregados políticos. Eso no quiere decir que un entrevistador lo pueda conseguir, pero quizá pueda llevar una mochila con una cierta experiencia.
La profundidad de un político es algo que no se observa a simple vista y quizá por una cuestión de audiencia, se pueda pretender forzar la máquina y esperar a que el entrevistado reviente en directo.
Al igual que el valor se le da por supuesto a todo el mundo, la inteligencia también, y si lo que se te da bien es hacer entrevistas livianas, hazlo y sí no, dedícate a los experimentos físicos que, mira, esos seguro que le gustan a todo el mundo.
Post data: El profesional que hace los guiones de las preguntas que hacen las Hormigas, debería hacérselo mirar.

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