No
hace mucho nos hemos despertado con la noticia de que en el complejo
petrolífero de Ayoluengo en la Lora,
aquella comarca burgalesa que en los años sesenta abrió sus entrañas y sacó a
la luz el preciado oro negro, se había acabado la concesión y que había una
empresa que estaba dispuesta a retomarla por treinta años más. La noticia de
por sí ya era lo suficientemente interesante, sobre todo por lo que tiene de
especulativa y por la posibilidad que daban sus nuevos concesionarios de que se
pudiesen retomar las extracciones que se hicieron en un principio. Casi ocho
mil barriles diarios.
Mi
imaginación me llevó de inmediato a la película Gigante en la que Rock Hudson y
James Dean, negros y manchados de petróleo se hacían ricos y forrados a base de
oro negro.
Especulé
con una concesión fructífera que efectivamente revirtiese a la zona un dineral
que la hiciese la más rica de España, pero no la más rica, sino la más
asquerosamente rica de todo el país. Mi
delirio me llevó a que la comarca podría pedir la independencia. Sólo necesitaba
buscar en sus ancestros unas ideas autonomistas y un hecho diferencial que la
desempatase del resto de sus vecinos provinciales y estatales. (Que hecho
diferencial podría ser más relevante que
estar forrados). Las dudas, en última instancia, se dirimirían por medio de un
referéndum en el que los trescientos vecinos del pueblo se manifestasen sobre
el derecho a decidir y luego votar la separación del resto de España. La Lora
sería como Lesoto en medio de Sudáfrica.
Ni
siquiera como hipótesis podría valer, ni mucho menos ocurrir ya que la Ley es
clara: solamente el pueblo español en atribución de las facultades que le
proporciona la Constitución y por medio del procedimiento plasmado en ella
puede proceder a tales referendos. Así, el resultado fuese el que fuese, sí
sería vinculante. Por eso, es inviable pensar que una Comunidad Autónoma por
muy rica y diferente que pudiera ser de las otras, pueda plantearse una
escisión unilateral del resto de España. Imaginemos que en aplicación de esta
nueva escuela fuese Castilla y León la que, incumpliendo la Ley, se quisiese
independizar o que pasaría si fuesen Outes, Lores, Bormujos o cualquier otro de
los pueblos españoles donde no se quisiese cumplir la ley.
No,
señores, no. Si obedecemos la ley debe ser toda la ley. No perdamos el oremus. No
basta con movimientos más o menos independentistas para olvidar que la Ley lo
es todo, que existe una Constitución que nos da soporte legal a todos. Kant
decía que cada persona llevaba un imperativo moral en su interior, aunque ese
imperativo nunca nos pueda llevar en contra de la Ley.
No
hace mucho el Tribunal Supremo absolvió a un hombre que había robado cuatro
euros. Parece desmedido, pero lo cierto es que ese hombre no había cumplido la
ley y por eso se le juzgó y en primera instancia se le condenó. En consonancia
si el gobierno catalán incumple la ley, en la misma medida se le deberá juzgar.
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