domingo, 19 de febrero de 2017

A BEBETO, MAURO, FRAN…


Recuerdo hace muchos años, muchísimos ya, que mi padre llegaba a casa los domingos por la noche recién salido del fútbol con un cabreo tremendo y diciendo que una vez más había habido gente rompiendo el carné de socio del Deportivo. En aquellas fechas era muy normal que aquel equipo que llamaban ascensor diera tardes de más bien poca gloria a los sufridos hinchas que aguantaban las embestidas del temporal que se montaba en Riazor todos los domingos.

Pero aquello un buen día cambió, y se pasó de un equipo mediocre y fondón al Superdepor, una bomba incendiaria al que todos los equipos de la división temían y con el que ya se hacían apuestas para ver a quién le metían más o menos goles.  Cualquiera podría pensar que se hicieron inversiones multimillonarias o que se compraron grandes cracks. No. Aquel equipo se nutrió de jugadores cuya calidad era indudable, pero que no habían logrado grandes triunfos individuales. Muchos de los jugadores que estuvieron en aquellas temporadas no pasaban de ser buenos jugadores venidos a menos y que en el ocaso de su carrera pasaban a engrosar las filas de un equipo en que, una vez depurado por los brebajes del brujo, volvían a ser conocidos en el argot nacional futbolero. El mérito de aquella ocasión no fue de un jugador concreto. Triunfaron como equipo.

Cierto es que Bebeto se destacó en el Depor como un gran delantero que marcó goles a todos los equipos de aquella liga. Cierto es que pocos centrocampistas han dejado tan buen sabor de boca en un equipo como puedo dejarlo Mauro y más cierto es que el resto de la plantilla encabezados por un soberbio Donato o el recordado Fran le dieron una vuelta a unas temporadas que ahora casi, 25 años después, todavía se recuerda cómo las de Superdepor. Cómo os echamos de menos.
Así fue que aquellos nombres se convirtieron en grandes nombres de un equipo que, aun hoy en día, todavía recordamos de memoria muchos de aquellos que pasamos horas esperando que volviera el domingo para poder ver a quién le ganábamos esa semana.

La ciudad se lo merecía. Habían sido muchos años subiendo y bajando en cada temporada sin hacer mucho más que un trabajo mediocre, aguantando fríos, vientos y temporales de todos los colores para salir del campo con resultados de poco más que empates a cero.
Ahora, en la época tecnológica, con un campo reparado y con cuatro gradas de lo más vistoso volvemos a unas épocas oscuras en las que, a pesar de que no se rompan carnés, se están rompiendo corazones. 

Dirá la prensa favorable que hemos dado el callo, que hemos tenido mala suerte o que solamente hemos perdido por uno. Quizá sea cierto, quizá el equipo juegue bien pero finalice mal o quizá el equipo juegue mal y finalice muy mal. Lo cierto es que la afición necesita más, lo cierto es que el sufrido seguidor se merece un buen juego, pero sobre todo se merece resultados. No es posible mantener la categoría, únicamente esperando que haya tres equipos peores. La directiva, los organismos técnicos, la plantilla…tienen que darlo todo para compensar el esfuerzo que los aficionados hacen en el campo semana a semana esperando que su equipo vuelva a ser el Superdepor. Estoy seguro que el público lo agradecerá.

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