sábado, 11 de julio de 2015

JOSÉ BONO, LOS MILITARES Y EL DERECHO A LA INFORMACIÓN.

Cuando hace ya casi quince años se celebraron las primarias a la elección de Secretario General del PSOE y José Bono perdió la partida por unos mínimos nueve votos con el luego presidente Rodríguez Zapatero, se marcó el inicio de lo que sería una subida espectacular de un político de, hasta entonces, marcado acento rural. Con ese resultado, posiblemente perdimos un buen estadista y quizá un buen presidente. A cambio ganamos un mal presidente. José Bono se presentó a esas primarias y, fuera por la presión de los años de Aznar o por la calentura de haber pertenecido a la vieja guardia socialista, los electores le dejaron con las ganas. Sin embargo, desde ese momento, ha sido Ministro de Defensa, Presidente del Congreso de los Diputados, tertuliano o asistente masivo a programas de televisión y ahora escritor.


Sobre esta última faceta, recientemente ha salido al mercado su segundo libro, centrado en su etapa como ministro de Defensa. El libro, de fácil lectura, en la línea abierta y coloquial de Bono, parece uno más del sinfín de obras escritas con que nos deleitan nuestros políticos cuando son apeados del pedestal de poder en que les hemos encumbrado, procediendo a relatar sus andanzas durante el tiempo que lo han tenido. 


Este libro, recoge con todo lujo de detalles, hechos y vicisitudes ocurridos durante el tiempo de su mandato como ministro y que afectan directamente, ya a la institución militar, ya a alguno de sus miembros. Efectivamente, el Sr. Bono hace un análisis de la Institución, con referencias sonadas a la actuación de altos cargos militares y a los motivos por los que fueron cesados. Utiliza, para ello, un marcado carácter amarillista, poco apropiado para el rigor que se le debe exigir a una institución del Estado, sirviendo como ejemplo cuando tilda de “bomba” al cese y posterior sanción al entonces general Mena. Por eso, no nos debe engañar sobre lo que se narra en su capitulado, ya que el sostén de la obra puede ser, perfectamente ficticio y manipulado, es decir, no apoyado más allá de sus propios intereses. 

Por otra parte, aunque la actuación de los mandos militares en su ámbito de actuación, pueda ser una cuestión que afecte al ámbito del derecho a la información, la cuestión disciplinaria no lo es, por lo que excede el terreno en que se puede mover un escritor. Así, aunque podamos estar hablando del autor de un libro, estilos como este, rozando el libelo, son poco apropiados para lo que debe ser una institución del Estado qué, aunque ahora no lo parezca, el Sr. Bono, lo es. 



Justa, finalmente, la dedicatoria que hace a las víctimas del Yakolev 42 y a sus familias, a las que se refiere diciendo que “siguen sufriendo porque no se les ha hecho justicia”. Eso es cierto, pero él ha tenido su momento y también se le ha pasado.

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