domingo, 26 de abril de 2020
TÍTULO DE COLUMNA: EL EQUILIBRIO DEL TREN: DESDE LA VENTANA.
Entramos
en la sexta semana de confinamiento y con ella el peso de la clausura cada vez
se va haciendo más importante. Intento recordar situaciones similares, incluso
peores, con la intención de saber llevarlas igual de dignamente. A algunas
personas que han pasado grandes confinamientos les será incluso seductor poder
pasar la tarde en el salón o mirando por la ventana. Otros nos limitaremos a
recordar la magnífica película de Hitchcock “La ventana indiscreta” en que un
dolido James Stewart tiene que pasar un confinamiento en su casa por haberse
roto una pierna. Su personaje procura escapar del tedio mirando al patio y observar
que hacen los demás.
Nosotros
dentro de nuestras restricciones nos hemos visto limitados a asomarnos a
nuestras ventanas y aplaudir a los sanitarios o a la policía. La llegada de la
primavera con los brotes de los árboles pasando a ser hojas nos ha animado a
salir a las ventanas y así hemos visto pasar el autobús de Gamonal, sólo como
la una. Lo socorrido que puede ser pasear al perro o ver como prosperaba y
aumentaba el ansia por hacer deporte o los nuevos runners. También a los más de dieciséis mil inspirados
que, contraviniendo las normas, han hecho de su capa un sayo y han “parido” nuevas
formas de incumplimiento de lo ordenado, pero que son la prueba
del algodón de que cada vez se aguanta peor el confinamiento tal y como se ha
ordenado por el gobierno. Si. Sí.
Aunque
comienza a pasar que toda esa idílica y apacible calma primaveral se rompe inmediatamente que
recuerdas que no parece
posible que hayan fallecido veinte mil personas solo en España, lógicamente,
también pasa que ya es mucho tiempo metido en casa y para un rato estuvo bien,
pero está clara la necesidad de salir. Cada vez nos suena más cercano eso que
sale en los foros de Internet de un personaje qué, disfrazado cada día de una algo
distinto, grita: “estoy aburrido”, “me aburro mucho”.
Aguantaremos
el tirón como sea, pero incluso aceptando que las medidas son necesarias,
esto nunca
volverá a ser lo que era. Por ello exijamos al gobierno que ponga más empeño, más
interés en hacer que esto sea rápido y llevadero. Que no fracase en sus compras
ni en sus gestiones y apoye las pérdidas de los damnificados. Y claro, pedirle
que no olvide poner un lazo negro en una esquinita de la televisión española u ordenar
un minuto de silencio para recordar a todos aquellos que, caídos, por este
virus ya no están con nosotros. Un apagón televisivo de un minuto estaría bien.
Todos lo agradeceremos.
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