viernes, 1 de mayo de 2020
EL EQUILIBRIO DEL TREN: EL MUNDO QUE VIENE.
Ese mundo todavía
no está muy claro, pero parece que ya se empieza a ver la luz, veamos si en la
luz está la desescalada -que buen nombre para ponerle a un bar-. Que pasará luego,
cuando volvamos a la “normalidad” de antes.
Empezamos de
noche y en invierno y hemos pasado a una primavera lluviosa como pocas y además
con hora cambiada. Pasamos de no vernos en los aplausos a vernos las caras y
poder saludarnos. La desescalada nos traerá al abandono de la bata de guatiné,
el pijama o el chandal de propaganda y volver a vestirnos decentemente para
volver al trabajo. Es momento para revisar nuestro ajuar, guardar la ropa de
invierno y sacar la de verano o pensar que deberemos salir con ropa de verano y
gafas de sol. Bah. Cosas personales. Pensemos en lo que realmente importa. ¿Volveremos
a hacer de sardinas enlatadas en los metros, buses, piscinas o vuelos low cost en
los que cabemos ahí bien apretados? ¿Haremos las bodas, los bautizos, las
comuniones o las procesiones como antes? ¿Qué pasará con las vacaciones, la
playa, los cines, los viajes, los bares del centro, las ferias…?
Supongo que será
una realidad diferente, pero nos acostumbraremos. Lo haremos. ¿Pero gracias a
quién? Aun no siendo gracias a la actuación del Gobierno, sino de los
gobernados, se está consiguiendo controlar una pandemia que había atacado a España
reconociéndola como uno de los países más vulnerables del planeta.
El Gobierno debería
haber estado ahí, con unidad de acto y de acción buscando liquidar el problema y
sin líos de comprar barato, de comprar raro o en lugares que no debía. Incluso
comprar a intermediarios sin las garantías necesarias. Sin artificios políticos
ni artimañas de políticos. Ahora al gobierno le queda una tarea también de
importancia. No es otra que saber que va a pasar con el agradecimiento que se
le debe a las personas fallecidas o el que se le debe dar a las personas han
sustentado todo esto: sanitarios, médicos, fuerzas y cuerpos, militares, bomberos,
cajeras de supermercado, funcionarios de prisiones… y personas de a pie…
Que pasará con
todas las personas a las que se les ha pedido ayuda y que sin afán altruista
han cogido las botas y la mochila y se han presentado en su hospital, o los que
han quedado encerrados con sus ancianos o quienes han pedido altas voluntarias
para volver al trabajo. El gobierno tiene plazo para agradecer esta labor y
sobre todo una actuación, aun a costa de peligro para su propia vida. Desde
luego debemos acabar con el virus y la forma adecuada es contar siempre con la
ayuda de esta gente para la próxima pandemia. Avisados quedamos.
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