Anteayer ha sido el Día Internacional
de la Mujer, festividad esperada por todo aquello que representa y para
celebrarlo, desde
el Ministerio de Igualdad, se ha pretendido la tramitación de la Ley de Libertad
Sexual que, después de una “compleja y ardua tramitación” en la que han debido tomarse
medidas incluso de tipo ortográfico, se ha concluido con que este anteproyecto
sería el del “sólo sí es sí” enmarcando las bases del texto en el consentimiento.
Buen tema para otro artículo.
Este año, quizá con ocasión de permanecer la
izquierda política en el poder, no se ha convocado una huelga salvaje por parte
de las organizadoras, pero las manifestaciones callejeras y las declaraciones
de los miembros más floridos del gobierno han mantenido las arengas anteriores.
Encabezadas por la ministro de Igualdad,
pareja de quien dijo que azotaría
a Mariló hasta hacerla sangrar y secundada por el común de su
séquito, han marcado la línea de actuación: “sola y borracha quiero llegar a casa”. Esta frase que representa
el colmo de la insidia y clama al cielo por su fanatismo a favor de la bebida,
ha sido la clave de las proclamas y declaraciones de intenciones de las
participantes. Y digo bien, “las”, ya que cada vez que se repite este Día, se
ve más diáfana la intención de las organizadoras en hacer de él, una
declaración de lucha de género. Pancartas y proclamas pretendiendo eliminar la
posibilidad de que los hombres apoyen en tales manifestaciones, exhibición de
portadas feministas o prohibición de manifestaciones mixtas.
Y, mientras el colectivo varón espera aburrido, ha visto como el
wasap que lo sabe todo, ha reenviado un archivo con la convocatoria para hoy, 10
de marzo, de una declaración, de momento simbólica, del que podría ser el Día
Internacional del Hombre: (Un día sin nosotros. Ninguno se mueve). Sigue la lucha
de géneros. Pero no es solución.
La violencia de género, aun como elemento a eliminar, no incluye
a todos los hombres. Las estadísticas nos dicen que el 99.9% de los hombres son
buenos y que lo sensato sería ir por los malos y meterlos en la trena. Pero
criminalizar a todo el colectivo varón provocando una guerra de sexos tampoco es
la solución. Los hombres no están contra las mujeres. Los hombres quieren a las
mujeres y sobre todo a las suyas, pero tarados los hay en todas partes y es contra
esos, contra quienes deben ir dirigidas cualesquiera medidas políticas y
penales que se pretendan.
Por
demás, un adecuado Sistema Educativo, propio para todo el Estado y permanente
en el tiempo, sería mejor solución para conseguir una igualación entre sexos
garantizada, real y efectiva.
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