Sin tener en
cuenta su falta de legitimación política, el presidente Sánchez ha vuelto a reunirse
con Torra y han hablado de blablablá, que no ha trascendido a los medios de
comunicación. Los españoles no nos hemos enterado de prácticamente nada de ese
blablablá, pero él en todo momento ha dicho que lo volverá a repetir. Es la última
asignatura que le faltaba para aprobar “cum laude” el cursillo a distancia de sofista.
Es decir, quien maneja argumentos falsos sabiendo que lo son.
Sánchez, que previamente
había dicho aquello de que no pactaría…, que no pasaría por…, que no tocaría…, que
la Constitución blablablá, que no podría dormir si en su gobierno estuviese
Pablo Iglesias…, que actuaría siempre dentro de los márgenes y el marco
constitucional…, que no se hablaría ni de mesas de negociación ni de igualdad
de gobiernos, ni amnistía para los presos, autodeterminación o referéndum…, ahora
resulta que ha hablado de todo esto sin explicar en qué artículo constitucional
figuran las reuniones al mismo nivel entre Estado y CCAA, la posibilidad de
liberación de presos, los intermediarios, el recibimiento de personajes
inhabilitados…
Me recuerda aquella
fábula atribuida a Esopo de la rana y el escorpión. Una rana estaba a la orilla
de un río cuando un escorpión se le acercó y le pidió si podía subirle en su
lomo y cruzarle el río, prometiendo
no hacerle ningún daño, ya que si lo hacía ambos morirían ahogados. Rompiendo la reticencia de
la rana, que temía la picadura del escorpión, le montó en sus lomos y estando a
mitad del río, el escorpión la picó con su aguijón. La rana pasmada le preguntó
porque lo había hecho, ya que así se hundirían los dos, a lo que el escorpión
contestó que él era así. No
he tenido elección, le dijo, es mi naturaleza.
Si nos atenemos a la moraleja de la
historia, seguramente llegaríamos a la conclusión de que no debemos tratar de
engañarnos con alguien creyendo que es o puede ser como nos imaginamos. Algunos
exteriorizarán su perversidad sin importarles las consecuencias de sus actos,
ni siquiera ante el peligro de dañar a los suyos o incluso a sí mismos. Sánchez
se ha tirado al surco y se hunde, pero, no él sólo, sino con la mochila del
PSOE colgada a la espalda. En fin, ¿Qué podrá esperar cuando deje de ser
presidente? La fama le precederá.
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