Resulta que el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, en un
lamentable ataque de aporofobia (véase aversión y rechazo a los pobres o sin
recursos) ha hecho unas declaraciones que venían a pedir más promoción a Valladolid
con todo lo que ello llevase consigo, lógicamente incluyendo el probable detrimento
que pudiese suponer para el resto de las ciudades de la Comunidad Autónoma.
El alcalde pide más porque entiende que es mejor tener una ciudad
fuerte y a evidente distancia de las otras más pequeñas que mantener
estabilidad entre ellas. Muy bien. Cada uno debe defender lo suyo y a este
socialista no se le da nada mal. Otros lo han hecho anteriormente y no
necesariamente de ese partido. Pero no, querido alcalde, como dijo Aristóteles,
no basta decir solamente la verdad si no que conviene mostrar la causa de la
falsedad y en este caso no tienes razón.
Valladolid es una ciudad ya de por sí muy beneficiada con ciertas
ventajas como las que pueda suponer tener allí el Poder Legislativo y el
Ejecutivo de la Comunidad, un Aeropuerto útil, Pingüinos, el AVE o ser paso
obligado para cualquier destino de Alta Velocidad hacia el sur. Por supuesto, Zorrilla
o Delibes.
Las grandes ciudades, y ésta lo es, tienen su propia suerte sin
que tenga que venir un vendedor de humo a darles una publicidad que no
necesitan.
En los pasados años 2015-2016, por algún motivo, quizá poco justificado,
la alcaldía de Valladolid decidió dejar de organizar la concentración motera Pingüinos,
sosteniéndose en algún problema ecológico. Treinta mil moteros, con toda la
logística que acompañan, quedaban huérfanos de concentración. En ese momento yo
pedí, demandé y rogué que Burgos adelantase un paso y se lo trajese para aquí. No
hubo interés. Otros sí lo hicieron. Cantalejo en Segovia inició “La Leyenda
Continúa” con una reunión que a estas fechas mantiene unos excelentes
resultados que pusieron en alerta a Valladolid al haberle quitado parte de su
poderío. Pero su suerte hizo que pasados esos dos años haya vuelto resurgido
como si no hubiese pasado nada y sin perder un cliente. Alguien dijo que cuando
en Valladolid inauguran un quiosco, allí están las cadenas de televisión
nacional para dar bombo al evento. Esa ciudad tiene lo que se merece, ello sin
ser empañado por las palabras de alguien qué parece pretender que la Comunidad
tenga una ciudad y ocho pueblos. Valladolid y las otras provincias de la
Comunidad deben tener lo que en justicia corresponda, evitando centralismos
asfixiantes que aumenten las diferencias que actualmente ya existen entre ellas.
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