Aplaudíamos a quienes considerábamos
responsables de habernos puesto cura y mantenimiento a los graves problemas que
había dado el dichoso COVID. Al principio sólo ellos: los sanitarios. Pero
al fin, vimos que había más. Acabamos aplaudiendo a los comerciantes, a los
hosteleros, a las limpiadoras, a las cajeras de supermercados, a los vigilantes
jurados, a los soldados, policías, funcionarios de prisiones etc. etc. etc. Parecían
estar todos. Pero no amigos. No. Quedaba un
colectivo olvidado y también merecedor de
aplauso.
No son otros que los políticos de
segunda, los regionales, provinciales, locales… Aquellos que deben agradecimiento
a los vecinos que les han votado, pero también al partido que les mantiene con
el culo al calor. El mismo partido que espera de ellos cualquier tarea gorda.
Presidentes de CCAA que no reclaman al gobierno cuando saben que
los PGE van a ser menores o incluso perjudiciales para su Comunidad o que
antes de hablar miran de soslayo a Madrid solicitando
la venia, evitando criticar a su dios.
Aquellos políticos de partido, de pequeños
pueblos y ciudades, correveidiles, jesuseros, gente que alaba la postura de cualquiera
que viene de Madrid. Gente que, a poco, defiende posturas insostenibles sobre
la nueva igualdad o aplaude la gestión triunfalista del presidente del gobierno por el negligente
tratamiento en la
gestión de la pandemia dando su perdón tácito por
las malas críticas recibidas.
Aquellos que sin discutir en
ningún momento los pactos de gobierno que haya podido hacer su partido a la
hora de afincarse en el poder, no ponen el grito en el cielo exigiendo que sus
prebendas pasen por ser las suficientes para regir a unos ciudadanos
necesitados de gobierno y mando. Incluso los que aplaudiendo la
irresponsabilidad que supone en tiempos de crisis el planteamiento de subidas de
sueldo, llegan a obviar la necesidad de sostener, para ciertos políticos, el
mantenimiento de fuerzas de orden público para evitar que le salgan caceroladas
en la calle.
Quienes no discuten hacia qué lado debe ir la
tendencia de una moción de censura ni comentan con quien se ha llegado a las
mayorías necesarias para ganarla, aplaudiendo que su propio partido pacte con
aquellos otros que han pretendido romper el resto del país.
Churchill, dijo aquello de que
“la política hace extraños compañeros de cama”. Sí, pero no va de esto. Se
trata de tragar, no sea que desde el propio partido se entienda que no eres
persona suficientemente afecta y de una patada en el trasero te pongan en la
calle. Como diría el gran Chicho, no son más que pequeños sufridores merecedores
de aplauso que se han ganado con creces, mantener el culo al asiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario