Por fin parece que vamos a tener presupuestos. Un gobierno que se
precie no puede, perdón no debe, estar gobernando con unos presupuestos procedentes de la más rancia derecha y mucho menos durante más de tres años.
Necesitaba
aprobar unos presupuestos progresistas que aumentasen el condumio del
Ministerio de Igualdad o porque los Montoro´s eran unos presupuestos facha. Daba
igual. Cualquiera sería motivo más que suficiente para manipular las acciones
vislumbradas en el panorama democrático y aprobar los PGE de una vez por todas.
Y eso es lo que se ha hecho. Ha habido que pactar hasta con el diablo para que
saliesen adelante, pero saldrán. No importa que los apoyos hayan sido de grupos
minoritarios o casi sin representación. Ya adelantó el reconocido autor Pedro S.
en uno de los capítulos más interesantes de su reputada obra “Manual de
resistencia”, que el fin justifica los medios. Máxima atribuida, por igual, a
Maquiavelo y a Napoleón Bonaparte en “El príncipe”. Y ahora él. Fíjate tú. ¿De
qué se trata? ¿De aprobar los Presupuestos Generales de un estado en el que no
creen? No importa. Tira y apruébense.
Pero, ¿Y el
coste real para el españolito de “a pie” por esos apoyos? Piden acercamiento de
presos de cualquier colorido, presentar ante las Cortes una nueva Ley Educativa
que consiga que el español deje de ser la lengua vehicular en Cataluña, la derogación
de la educación concertada o la eliminación de las escuelas de Educación
Especial… Piden olvidarse de rebeliones y recortar las sediciones, exteriorizar
dolor de corazón por fallecimientos equivocados… Tranquilos. No es más que un intercambio
de cromos. Ha conseguido los votos necesarios para pasar la criba del
Hemiciclo, aun cuando haya soslayado a España y a los españoles.
Esos votos
favorables, necesitados urgentemente de blanqueamiento, precisaban apoyos
inmediatos así que, los ministros del ramo han pasado por taquilla y por las
televisiones “progresistas” y mientras aprovechaban para tildar de fachas a la “derechona”
por estar en contra de tales pactos, juraban y perjuraban sobre sus bondades
democráticas, sin decir una palabra sobre su coste o montante político y
económico. Como dijo Göbbels, “una mentira repetida mil veces acaba
convirtiéndose en una verdad”
Algunos presidentes
socialistas de Comunidades Autónomas, anonadados, se quejaron amargamente,
incluso en directo, de la gravedad de la situación otorgando el marchamo de
pactos antidemocráticos a esos acuerdos de gobierno. Incluso el presidente de Extremadura
dijo aquello de que “le entraban ganas de vomitar al ver esos pactos que había
hecho su PSOE”, pero…, igual que el resto acabó envainándosela y dando
prioridad a conservar el culo al asiento. En fin. Si sirve de consuelo, decir
que, en eso del vómito ha tenido mucha gente a su lado.
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