Los presidentes del Gobierno ya nos tenían acostumbrados a la creación, novación o repetición de palabras o frases que, por desconocidas, no eran de fácil inclusión en el acervo coloquial de los ciudadanos. Así Felipe nos llevó al “obsoletismo”, Aznar al “mire usted”, Zapatero al “nohaycrisis” o Rajoy a los “chuches”. Se ve que va con el puesto.
El
actual presidente, visto que la palabra “Valeria” no la había repetido lo
suficiente durante la anterior campaña electoral, ha encargado a alguno de sus
asesores la búsqueda de la palabra que dé significado a su mandato. Así,
consecuencia del Plan de Recuperación, Transformación y
Resiliencia de la Economía Española, ha surgido la palabra. RESILIENCIA.
Aunque
en su larga exposición del Plan la pudo repetir, “ad nauseam” más de dos
docenas de veces, sin embargo, no perdió ni un segundo en explicar al
justiciable el significado de tal palabra.
Lógico.
Suena bien, pero no es una palabra a la que se le pille fácilmente el intríngulis.
Es decir, sin entenderla, puede ser un auténtico calvario, así que repetiré lo
que ya dije en uno de los artículos del reciente mes de mayo.
La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o
grupo para recuperarse frente a la adversidad para seguir
proyectando el futuro. Aquella capacidad que nos permite desarrollar
recursos que se encontraban latentes y que desconocíamos hasta ese momento,
haciéndonos recuperar el interés en las cosas.
Igualmente
decir que es el poder de aguantar y afrontar
la violencia del rayo o la dureza de la tempestad, llegando a desafiar los
mayores inconvenientes con una sonrisa en la boca. Resiliencia es lo que nos ha hecho aguantar
sin despeinarnos, un virus asesino, un estado de alarma, casi tres meses de
confinamiento afincados en el cristal de la ventana o las declaraciones del
señor Simón.
Es difícil cargarse de
resiliencia cuando te ves desbordado de gente fallecida, falta de sanitarios, falta
de puestos de trabajo o de ayudas económicas. O cuando ves que mientras los
contagiados crecían o los sanitarios suplicaban por equipamiento para salvar a
las víctimas, los políticos cargados de mediocres frases o errores en los
cálculos discutían por pequeños vicios como competencias autonómicas o la
república, olvidando la misión para la que se les ha votado: buscar el bien
común.
Eso es resiliencia,
adaptación al medio, a esto y a lo otro, a la tormenta y al pedrisco y a lo que
se nos mande. Pero creo que los políticos la traen de serie. El reto, cuando
pasemos por un momento bajón o una pérdida de nivel de resiliencia, cogemos las
maletas y nos vamos a La Toja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario