Cayo Lara fue un agricultor que, recogiendo el testigo de Llamazares que
había dejado cómo unos zorros el anterior éxito obtenido por Julio Anguita en
IU en 1999, predicó las bases que debería tener el partido: estar con la gente antes
qué con los mercados, aumentar el empleo, Ley electoral más democrática, evitar
la especulación urbanística que estaba llevando a cabo el PSOE… o marcando
postura en cuanto a la falsedad del debate soberanista en Cataluña. Aquel
partido, pretendía ser la imagen de aquellos otros ancestros del PC y resto de
la izquierda tradicional que habían sido garantes de los acuerdos llevados a
cabo durante la Transición para conseguir que la Constitución fuera una y prima.
Cayo tuvo el desacierto de dejar aquel partido huérfano de una figura de
alcance que continuara con la estela de su pasado democrático, momento aprovechado
por Alberto Garzón que, en poco tiempo y ante la perplejidad de aquellos
antiguos afiliados, concluyó que la izquierda tradicional de España, necesitaba
unirse a Podemos.
Hace un par de años y después de asegurar en los medios que no se uniría a
Podemos porque no estaba cómodo llevando sus siglas, se reunió con Pablo
Iglesias, mediando unas cervecitas, en lo que se llamó “el pacto de los
botellines” para alcanzar un acuerdo para la creación de una lista electoral
conjunta de concurrencia a las siguientes elecciones legislativas. Es lo que
tiene Iglesias. La gente dice que no le quiere, pero luego pactan con él. Aquellos
acuerdos y pactos marcaron sus propios intereses, incluyendo la sumisa liquidación
de aquellos antiguos votantes de izquierdas.
Correspondiendo a esa sumisión, ha alcanzado un poder absolutamente fuera
de su alcance o un ministerio que nunca habría pensado conseguir. Pero claro,
cuando pactas con el diablo, tienes que estar preparado para todo, incluyendo
soportar un feroz ataque de Podemos para impedir que aspires a crear un poder
propio dentro del partido. Viendo como le obvian y le hacen el vacío, ha visto
como el pacto de los botellines se tambalea y aquella imagen cervecera sellando
su acuerdo con Iglesias, ha desaparecido.
No obstante, él, como persona con gran ansia de poder, aun viendo que su
posición no tiene muchas salidas, ha tomado la directa y se ha dirigido de
cabeza contra las instituciones. El Rey, la Constitución, la monarquía…han sido
tocadas sin aceptar que un miembro del Gobierno que ha jurado lealtad al Rey y
a la Constitución, no puede estar al mismo tiempo en la oposición. El tiempo se
lo cobrará. No sé de qué forma los antiguos comunistas aceptarían tales
posiciones, pero lo cierto es, que con la que está cayendo, ahora no toca.
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