Con la pandemia han surgido nuevos hábitos nunca soñados, pero también han quedado silenciados proyectos iniciados, por aquello de que, lo más importante, siempre delante. Se hay quedado olvidado el tema de la despoblación rural.
He tenido el honor de ser nombrado por
la alcaldesa de Mazuelo de Muñó, Susana Pardo, parte del jurado de valoradores
del II Concurso de Microrrelatos sobre despoblación rural, en general Castilla-León
y en los pequeños pueblos de la zona de Muñó.
La selección de los participantes, en
sus dos categorías, empezó allá por el mes de enero y las perspectivas sobre el
éxito de la convocatoria no podían ser más halagüeñas ya que en pocos días se
presentaron más de noventa aspirantes a ganar el primer premio del concurso.
En la primera, hasta 16 años, contra cualquier
pronóstico se presentaron al concurso más de sesenta autores y de los mayores
de 16 años, más de treinta. Muchos de la zona y otros de los aledaños del alfoz
de Muño, pero todos ellos con la misma inquietud por el tema. Los concursantes
deberían glosar lo que ellos entendían por despoblación y así ha sido. Me han
dejado perplejo las iniciativas plasmadas en tan pocas líneas. Recuerdos de lo
que ha pasado, la soledad de los mayores o pueblos despoblados o abandonados,
unidos a ideas sobre lo que debería ser el futuro basado en una silenciosa
protesta sobre lo que les ha pasado a estos, pequeños y no tan pequeños,
pueblos de Castilla.
Por si fuera poco, el coronavirus vino a
rematar el mal estado en que se encontraban estos pueblos acabando con muchas
de las pocas perspectivas habidas o que se habían empezado a llevar a cabo para
evitar su despoblación, incluso la del propio concurso de relatos que, a punto
estuvo de desaparecer a la espera de una oportunidad mejor. Lo cierto es que supo
llamar la atención y la ilusión vino a nacer dentro de la desesperación
producida y unos pocos valientes han entendido la necesidad de la repoblación y
utilizando la cultura como arma, se concienciaron de que ésta debería ser la
clave de la solución. Ver como una de las premiadas leía su obra, de puntillas
ante el atril, abre un camino a la esperanza. Hemos empezado bien.
Queda aprovechar el tirón y esperar ayudas
que apoyen a pueblos como Mazuelo de Muño que, de momento, ha ampliado al
doble, su población.
Quizá estas iniciativas y otras necesarias deberían seguirse en todos los pueblos de
Castilla León y quizá éste sea un buen momento. Mirando a
aquella gente animosa y preocupada por el futuro, me di cuenta que Mazuelo quizá
se vacíe, pero tiene mucha vida.
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