sábado, 15 de abril de 2017

¡Mande firmes general!


Pocas veces hacer un panegírico o aportar una impresión personal supuso menos esfuerzo para los columnistas que nos dedicamos a glosar los parabienes y “paramales” de aquellos que se mueven en la actividad política, como es el caso de  Carme Chacón.
Cuando  me encontraba en plena ebullición de la escritura de mi novela “Cambio de paso”, una tarde me di un respiro para enfrentarme a escribir el prólogo. No fue difícil: cuando te pones a escribir una novela protagonizada por mujeres y militares a la fuerza te viene a la cabeza el nombre y milagros de esta mujer y a ella se lo dediqué. Pero había más.
Dentro del sombrío entorno de los entresijos socialistas, donde destacar es cosa poco menos que quimérica, la única manera no reconocida para ello en el partido, es la lealtad. En un partido donde la lealtad se paga con puestos, ella supo conseguir esa confianza que se necesitaba y que exigía la lidia de toros de casta de la talla de Zapatero, Rubalcaba e incluso Sánchez.
Con una juventud evidente, pero con un corazón que no daba para muchas alegrías, consiguió estar a su nivel, independientemente que en los últimos tiempos, no siguiese la cuerda de Rubalcaba -con quien se enfrentó en los cosos del partido- y posteriormente la de Sánchez –a quien negó su apoyo cuando éste fue defenestrado.
Defendió como pudo el nombramiento como ministra de Vivienda, pero fue un designio zapateril quien buscando un gran golpe efectista, y por haber sido de su pandilla en el momento de su elección como secretario general del PSOE, la colocó como ministra de Defensa, en el ámbito de la gran política
Los militares, después de haber pasado por el trance de la designación, en su día, de un civil para el MINISDEF, se encontraron con que por primera vez en siglos una mujer accedía a mandar este hirsuto colectivo sin otro bagaje que poco más de cincuenta kilos y un embarazo sietemesino. El público en general y sobre todo sus subordinados jerárquicos acogieron con escepticismo esta novedad, pero accedieron, como siempre, tranquilos y reposados las nuevas directrices. ¿Cómo lo hizo? No es el momento. ¿Lo hizo bien? Ahora no es el caso.

Lo cierto es que, políticas aparte, es de recibo reconocerle el valor para enfrentarse a unos toros negros y zainos cargados de estrellas y de medallas y sencillamente dirigirse a quien mandaba con dos palabras: “¡mande firmes!” ¡Ole y ole! Descansa en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...