jueves, 17 de septiembre de 2015

De coletas y látigos.

Poco se imaginaba la autora británica E.L. James cuando escribió Cincuenta sombras de Grey que su novela conseguiría los méritos que ha conseguido, sobre todo teniendo en cuenta que no es más que la relación común entre dos “JASP”, con unas costumbres sexuales poco habituales. Mucho menos se imaginaría que podía llegar a ser la imagen y semejanza de otros que, al albur de su rebufo, han ido por el mundo marcando cacha y emulándole. 

Aquí, nuestros políticos, siempre a la vanguardia de estas tendencias, han tardado poco en dedicarle un sonoro reconocimiento, esta vez aprovechando la vorágine de las próximas elecciones catalanas.

Pablo Iglesias había declarado que CDC y PP estaban jugando a ¿guerritas? Pues bien, Lluís Llach, antiguo cantautor español, -ahora cabeza de lista de Junts pel Si, la candidatura de Artur Mas en Gerona- le dio contestación desatándose con unas declaraciones en las que, amén de otras “perlitas”, viene a decir que cree que el líder de Podemos tiene “obsesiones sexuales” con el presidente catalán. Evidenciándole además, la necesaria concurrencia de un psicólogo. Lamentable. Tal afirmación mereció una pronta respuesta y Pablo Iglesias inflamó a la parroquia: “a Mas le vamos a dar sexo, le vamos a dar látigo en esta campaña”. Patético.

Aunque ya vayamos estando acostumbrados a toda clase de sarcasmos y escarnios entre sus señorías, sería deseable que se dedicaran a lo que están, dejando de lado esas necedades que, supuestamente, no se deben atribuir a la gente de tal condición. 

La política siempre ha sido un circo que, no por indiferentes, nos ha cogido con una sonrisa en la boca al ver en que pasan en tiempo sus señorías. El justiciable, hemos sido benignos con ellos, bastándonos una mera explicación de sus actos, pero lo que está ocurriendo últimamente rompe con los cánones de lo justificable. Sin esperarlo, nos han llegado nuevas formas de acceder a nombramientos o la nueva planta -en mangas de camisa y sin afeitar- con que mandatarios locales reciben a representantes de grandes instituciones. Mal. 
Pero ya, acceder al lenguaje escatológico para manifestar un estado de ánimo o una forma de opinar, está fuera de cualquier comportamiento honorable. 

Cierto. Aunque no acaben de creérselo, los ciudadanos esperamos de ellos eso, un comportamiento honorable, y si cabe, mucho más, un plus de “cojonudismo”. Si para mantener una postura política se da carta de legalidad al “vale todo” llegaremos a extremos poco saludables. No debemos olvidar que el exterior nos mira con lupa y no podemos dar una imagen distorsionada de lo que, en realidad, es el conjunto de los españoles. 

Quizá como contrición por lo anterior, Llach ha revelado cuál sería su futuro si Junts Pel Sí no gana las elecciones autonómicas y no consigue la independencia de Cataluña: “Me voy a Senegal”, ha dicho. A ver si es cierto.

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