Vemos a diario que el momento más complicado de las relaciones
personales es cuando las dos personas que, hasta ese momento, se quieren
pretenden institucionalizar su relación sellándola como una imagen de
convivencia y complicidad que asegure de cara al exterior que son una pareja biunívoca.
En el aspecto civil e incluso en el religioso a esta imagen se le suele
llamar matrimonio entendiendo por tal una institución que contribuye a definir
la estructura de la sociedad al crear un lazo de parentesco entre personas. El paso del tiempo hace que aparezca el
clásico nexo entre ambas y se les venga llamar parejas que funcionan bien. Vamos,
igual de avenidos que el matrimonio Arnolfini de Van Eick. Casi parientes. Para
toda la vida. La procreación y socialización de los hijos, la regulación
del nexo entre los individuos, su rol social y estatus en primera instancia se daría por
hecho sin otros factores que los meramente biológicos.
Pero claro somos humanos y las condiciones no siempre se mantienen y en
esto del amor, los factores que afectan a la relación personal no siempre son
conocidos. Y no sólo el amor sino también la amistad, el contubernio, la
relación social, la connivencia o las componendas. Así sabemos de grandes
parejas qué, habiendo sido convivientes, ante duros reveses personales o
sociales han pasado en línea recta del amor al odio más fulgurante.
Afortunadamente el odio es algo que tiene muchas tonalidades: desde la mínima
tirria hasta el aborrecimiento más absoluto. El nivel irá en función de que la
ruptura haya sido de mutuo acuerdo o contenciosa y de los términos del convenio
regulador.
Desde famosetes que lidiaban por salir en las revistas vendiendo sus
debilidades hasta grandes ejemplos de parejas celebres en que el protagonismo
más recalcitrante apoyado en el interés económico dejaba de lado las más
perdurables amistades. Axel Rose y Slash, Josema y Millán o Cruz y Raya no son
más que unos pocos ejemplos. Luego los políticos: Guerra y Felipe, Zapatero y Caldera,
Aznar y Rajoy, Iglesias y Tania, Iglesias y Bescansa, Iglesias y Errejón…Uf.
Aquí, en casa, de repente sabemos que la relación y buen rollito
existente entre el alcalde y su segunda se ha quedado
reducida a lo imprescindible. De lo que era una amistad a prueba de balas ha
pasado a una gélida relación que evidentemente se manifiesta en la actitud de
ambos políticos, aunque el alcalde se empeñe en decir que esto no afecta a la
política diaria. Cierto. Por lo menos de momento, mientras se cuece quien va a
ser el sustituto del alcalde en estas próximas elecciones municipales. Ya lo dijo Don Quijote: matrimonio
entre parientes tiene mil inconvenientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario