sábado, 6 de agosto de 2016

El equilibrio del tren.


Hoy, con el AVE, todo es más vertiginoso. Llegará de Madrid a Valencia en dos horas y acabará llegando de La Coruña a Barcelona en ocho. Pero es más frio. Te subes en Madrid, abres el periódico y antes de llegar a los crucigramas ya estás en Sevilla. Se ha perdido aquel calor del tren.

Burgos ha recogido el listón del AVE pretendiendo estar en la ola de la alta velocidad, pero el camino no ha sido fácil. En 1992, el gobierno, planteó la viabilidad de poner un AVE al norte, pero no fue hasta 2007 cuando se empezó a pensar realmente en su ejecución. Los problemas no se hicieron esperar. El soterramiento, los desvíos, las concesiones administrativas, las certificaciones de obras, los sobrecostes, quien debe pagar qué cosa o las relaciones entre ministros, Junta y Ayuntamiento, tampoco lo han puesto fácil. Incluso ha debido actuar la justicia ordinaria obligando a los poderes públicos a abonar las deudas a los contratistas. Las cosas se han ido medio arreglando, pero aun así, a esta fecha y después de más de siete años de ejecución no está claro cuándo llegará él AVE a Burgos.

Después de muchas tardanzas, el alcalde nos había dicho que en abril de 2016 el AVE, por fin, alzaría su vuelo. No. Luego llegó el notición de que para este verano el AVE estaría con todos los honores en la Rosa de Lima pero, se puso por medio el monte de Estepar y tampoco. Ahora la ministra, seguramente conocedora de que los burgaleses están acostumbrados a esperar por casi todo, ha dicho que el AVE debe llegar a Burgos antes de que acabe este año. Ojalá.

Si no es así, seamos positivos. Aunque el Shanghai fue retirado de la circulación, siempre podemos solicitar su reintegro al servicio. Seguro que algunos lo agradeceremos.

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