Cualquier cambio de gobierno
produce una modificación de los términos en que se gestionaba el anterior, pero
sobre todo en la forma de entender la Defensa y su ministerio. Éste, mezcla de
máquina de guerra y ONG se articula como uno de los más grandes soportes en que
se sostiene cualquier ejecutivo. Las nuevas tecnologías, las nuevas técnicas de
guerra, los nuevos modelos de defensa interior y exterior o los cambios en las
estructuras de poder en los países, con nuevas dependencias basadas en uniones
militares que surgen en el teatro de operaciones, han supuesto un vuelco en la
forma de diseñar el modelo de prepararse para la guerra.
Los grandes países con
increíble poderío militar, manifestaban el poder por medio de grandes desfiles
mientras, avisando a navegantes, exhibían sus últimos modelos de armamento. Pero, hoy en día, no sólo se trata de exhibir
músculo en un desfile, sino mostrar lo que realmente pueden aportar los
ejércitos al conjunto de la sociedad.
Por eso, ha sido importante la
aportación de fuerzas a misiones internacionales como apoyos humanitarios o en
prevención de conflictos. España no ha quedado atrás y ha hecho un gran esfuerzo
en la aportación de efectivos y material en apoyo y ayuda humanitaria en el
marco de grandes contiendas militares. Bosnia, Kosovo, Congo, Afganistán, El
Salvador… en pocos lugares de conflicto se ha dejado de servir. Aunque
ciertamente, se ha pretendido por los gobiernos de turno que las fuerzas enviadas
fuesen únicamente entendidas como de apoyo o no disuasorias, esta nueva forma
de entender la Defensa ha llevado a este Ministerio a ser uno de los más
valorados dentro de la estructura orgánica nacional y, de paso, a elevar el
prestigio de la Institución y el interés por la misma.
Quizá por el aumento de las
vocaciones o por el crudo paro, los españoles, ellos y ellas, se han vuelto a interesar
por su participación en las FAS, por lo que el Ministerio también se ha apresurado
a exponer su información de la mejor manera posible. Y allá se ha presentado en
el Salón de la Enseñanza de Barcelona. Pero ay. Aunque la ministra ha dicho sí,
la alcaldesa ha dicho no “hay que separar espacios", dixit.
Los militares, obedientes, y
los españoles en general, esperamos pacientemente el designio final, estimando que
la Defensa debería estar por encima de valoraciones personales. Esa ministra
debería poner todo su empeño en acreditar la importancia del Ejército en ese o
cualquier otro salón y el gobierno debería prestarse a defender, ante cualquier
ataque, a una de sus más significativas instituciones.
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