Sin pedir permiso, tomó asiento en uno de los confortables sillones confidentes que tenía en su despacho y se retrepó lo mejor que pudo. El coronel vio allí una falta de subordinación que le sonó en el cerebro como un cañonazo, pero viendo la actitud de letrado que había tomado el brigada, decidió dejar la llamada de atención para otro momento y se aprestó a escuchar la versión del abogado.
lunes, 29 de enero de 2018
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