Cuando
en 1977 Manuel Fraga creó Alianza Popular, partido formado por retales de los
componentes de la antigua derecha franquista sumados a aquellos que se habían
hecho el harakiri político con la Ley de la Reforma Política de 1977, no podía
imaginar que pocos años después, aquella derecha que él había tenido agarrada y
bien agarrada, acabaría dispersada.
Alianza
Popular se convirtió en una alternancia política importante, pero sólo podía
ofrecer más de lo mismo: tradición, costumbre, solera, ranciedad…, y los años
habían ido abriendo mentalidades y ahora se necesitaba la concurrencia de un líder.
Había militancia, pero sobraba ranciedad. Faltaba modernidad.
Llegó
Aznar y le dio una vuelta a todo. Mandó a Fraga a Galicia y el centro derecha
político, pasó a su omnímodo poder y los medios que antes había utilizado Fraga
(libreta negra incluida), dieron sus frutos. Los resultados no se hicieron
esperar y llegó la primera mayoría absoluta de la derecha en España.
Cuarenta
años después de Fraga, la derecha ha perdido el rumbo, está ciertamente acomplejada
y no vislumbra un futuro político fructuoso. Los cambalaches políticos la han llevado
a difuminarse al menos en tres tendencias: PP, Ciudadanos y Vox.
El
PP con su nuevo líder a la cabeza ha tenido la mayor debacle política electoral
desde los tiempos de Fraga, viendo esos votos perdidos atesorados en Ciudadanos
o en la nueva derecha. Quizá Ciudadanos pueda parecer sospechoso en este
triunvirato por su falta de claridad de posición política. Queda la nueva
derecha, “derechona” cómo le llaman algunos, que se ha ido haciendo un hueco entre
algunos nostálgicos y otros que pretenden recuperar aquellos derechos perdidos por
cuestiones políticas: defensa de la patria, honor nacional, la bandera, la
defensa de la soberanía nacional... Su postura les ha convertido en garantes de
aquellos derechos, haciéndoles pasar, en un suspiro, de la nada a veinte diputados
y lo que te rondaré morena.
Pero
los votos y sobre todo los escaños son los que son y aunque a veinte días para
las elecciones las encuestas más recientes dan la victoria a la suma de las
tres derechas, ellos están separados y cabreados unos con otros y no acaba de
quedar clara la posibilidad de algún pacto que los lleve a pelear por un puesto
en la cabeza contra el PSOE o sí el fantasma de la desunión les volverá a dejar
nuevamente hundidos en el foso de la dispersión. El espíritu de Manuel Fraga no
debe volver, pero si pretenden ganar deben repasar sus propias conductas y
propuestas.
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