domingo, 27 de marzo de 2016

LA ALCALDÍA DE BURGOS Y EL ÁNIMO DE LUCRO.


Me encuentro con unos votantes del PP que me dicen que el Sr. Alcalde del Ayuntamiento de Burgos les ha mandado una atenta carta en la que les dice qué, debido a qué el Ayuntamiento se encuentra bajo mínimos, casi arruinado, y con urgente necesidad de dinerillo para pagar los gastos que suponen las dietas de los concejales, las prebendas de unos y otros y sobre los fastos de determinadas actividades del consistorio, incluyendo entre ellos qué el Estadio Municipal del Plantío necesita una urgente remodelación y que estando los klinker de la Plaza Mayor en un estado tan deplorable, con necesidad de un mucho más que urgente saneamiento, deben ayudarle con una parte de sus ingresos .

Por ello les pasa una invitación de buena fe por la que les solicita, tengan a bien abonar una pequeña cantidad de dinero para compensar en lo posible estos gastos. Sólo solicita doscientos eurillos, sí, sí, sólo doscientos, con los que intentará remediar todas esas carencias. 
La forma en que lo realiza, por lo fina y elegante podía dar lugar a malos entendidos. No. En absoluto. El Ayuntamiento no lo hace para luego devolverlo. La forma de recoger esa cantidad de dinero no es ni más ni menos que por medio del viejo recurso de la multa. 

Se programan los semáforos de manera que el paso de ámbar a rojo sea fulminante, luego se les enchufa a una de esas máquinas infernales que te sacan una foto en el momento en que cambia de color. Y el resto no tiene misterio alguno. 

Tú vas tan contento por la calle Vitoria, por la Avenida Arlanzón o por cualquiera de las grandes avenidas de la ciudad que no están llenas de rotondas y ves que el semáforo que estás a punto de pasar va a cambiar de color por lo que reduces la velocidad para pasar. O se te ocurre dejar pasar a un ciclista, peatón o madre con carrito de bebé. Error. Esa ha sido tu perdición. 
El semáforo, que no contempla la posibilidad de piedad o compasión, directamente te hace una foto en el mismo momento en que tú, casi parado en el paso de cebra, notas a tu espalda que ha pasado de ámbar a rojo. Notas el calor del flash en tu cogote. Te han pillado. 
Aunque estés parado en el propio semáforo, la foto es dogma de fe y pasas a ser uno de los delincuentes más buscados. Ahora sólo te queda la ardua peripecia de pleitear amarga y atrevidamente contra los servicios jurídicos del Ayuntamiento, para que en el mejor de los casos directamente pierdas la posibilidad de la mínima reducción de cien euros y eso sufrido contribuyente, no te lo recomiendo. 



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