martes, 29 de marzo de 2016

ACABO DE SALIR (Carta de un adolescente a su padre).

Querido papá:

Te acordarás papá, de aquel día, hace ya unos años, en qué después de haber realizado una de las pifias a que os tenía acostumbrados, te acercaste a mí peligrosamente, blandiendo los dos dedos con los que en los últimos trece años me habías agarrado de la mas cercana de mis orejas, con la sana intención de tirar de ella, para proceder a perpetrar lo que en tu argot se definía como “corregir de obra”. 

Por ello, te acordarás también que, en ese preciso instante, mirándote fijamente a los ojos te dije: “papa, por favor, que ya soy adolescente”.  Ni que decir tiene que te quedaste con cara de asombro, no sabiendo si seguir con lo que habías empezado o, en su defecto añadir alguna de tus otras posibles estrategias de corrección. Ese fue tu error. Te quedaste en esa zona intermedia, tierra de nadie durante unos segundos, y perdiste la partida. La primera partida. Ahora reconozco que esos segundos han marcado el resto de la transición. 

Y entré en ella. Y además con honores. Con la idea absoluta de que ese nuevo ser que de súbito había aparecido, era precisamente como un Ave Fénix resurgido de las cenizas de aquel otro, que antes era niño, y que ahora tenía esta nueva forma, mucho más radiante y refulgente que la anterior que acababa de dejar.

Ahora había que imponer las normas. Nuevas normas. Se debía aplicar tajantemente el principio del -papá, es que no me entiendes…-, regla máxima del infortunadamente llamado “conflicto generacional”, por el cual a partir de ese preciso instante, el padre debería consentir absolutamente cualquier chorrada que se le ocurriese al hijo. 
Deberías aplaudir cualquier genialidad que tuviese. Admitir que no tenías ni idea de nada de lo que yo hablaba, e incluso aceptar como propios, a todos aquellos especímenes que yo, como adolescente, quisiese reunir, bajo la única premisa de que eran mis amigos. 
En mis amigos, se incluían, por supuesto, todas aquellas tribus urbanas o interurbanas que pululasen por ahí, y de las cuales un buen padre debería tener en el mejor de los conceptos. 

De aquella manera, te hice entender, por supuesto a la brava, que deberías conformarte con lo que había, limitándote a reconocer que la cosa podría haber sido bastante peor.

Lamento que las cosas hayan sido así pero, no obstante, no debe parecer que por entrar en esa etapa lo hayas perdido todo. Darme la razón en algo, autorizarme a lo que pedía o reconocer alguno de mis argumentos, era motivo suficiente para que con la peor de las caras se te premiase con una sonrisa floja, o un fingido “vale”. 
La realidad es que me ha durado bastante tiempo y, creo que lo he sacado con nota (notable alto que dirías tú). Pero de todas formas para mi descargo diré, que hay otros casos que se deben tener en cuenta, pues como bien sabes, existen quienes la ha suspendido, viéndose obligados a prorrogarla o incluso a repetir. 

Como te he dicho, parece que sí existe un momento clave en la persona para entrar en la adolescencia, pero no he leído en ninguna parte si existe un momento exacto de salida de ella.  Por ello, para tu satisfacción, debo comunicarte ese hecho, agradeciéndote que hayas sido capaz de mantener el tipo, aun en las faenas más apuradas, ocupando en todo momento un puesto de los de mayor riesgo y fatiga. 

Un beso.

2 comentarios:

MILITARES Y CONSTITUCIÓN.

  Escucho en foros políticos y mentideros de tertulianos, glosas de las virtudes de la ministra de Defensa Margarita Robles. Algunos la su...